En este breve texto vamos a reproducir extractos de algunas
obras de Lenin en los que se trata de alertar sobre ciertas formas de
idealización y de sobreestimación que suelen darse, con bastante frecuencia, en
los militantes y/o simpatizantes revolucionarios, especialmente entre
aquellos-as más jóvenes.
1.- No debemos
imaginar una revolución “pura”
Hasta ahora no ha habido ninguna, ni esperemos que tampoco
la haya en el futuro.
Sobre esta cuestión, Lenin dijo
que:
“Quien espera una revolución
social “pura”, no llegará a verla jamás.
Es un revolucionario de palabra y no comprende lo que es una verdadera
revolución.
La revolución rusa de 1905 fue
democrático burguesa. Consistió en una serie de combates de todos los grupos, clases y elementos descontentos
de la población. Entre ellos hubo masas con los prejuicios más groseros, con
las ideas más confusas y fantásticas sobre los fines de la lucha, hubo grupitos
que recibían dinero japonés, hubo especuladores y aventureros, etc. Pero objetivamente, el movimiento de
masas quebrantaba al zarismo y desbrozaba el camino para la democracia, y por
eso los obreros con conciencia de clase lo dirigían.
La revolución socialista en Europa
no puede ser otra cosa que un
estallido de lucha de masas por parte de todos los oprimidos y descontentos. Sectores
de la pequeña burguesía y obreros atrasados participarán inevitablemente en
esta lucha –sin tal participación no
es posible una lucha de masas, no es
posible ninguna revolución-, e
igualmente inevitable es que lleven al movimiento sus prejuicios, sus fantasías
reaccionarias, sus debilidades y errores. Pero, objetivamente, atacarán al
capital, y la vanguardia con conciencia de clase de la revolución, el
proletariado avanzado, que expresará esa verdad objetiva de la lucha de masas, multiforme,
discordante, heterogénea y exteriormente dispersa, podrá aglutinarla y
orientarla, conquistar el poder, apoderarse de los bancos, expropiar los
trusts, odiados por todos (¡aunque por diferentes causas!), y realizar otras
medidas dictatoriales que componen en suma el derrocamiento de la burguesía y
la victoria del socialismo, que no se “purificará” en el primer momento, ni
mucho menos,de la escoria pequeñoburguesa” [1].
2.- No idealicemos al proletariado
No se trata de una clase de
“super-hombres” o “super-mujeres”, sino formada por personas normales, con sus
defectos y sus virtudes. Respecto a esta cuestión, Lenin dijo que:
“Nosotros queremos edificar el
socialismo con los hombres educados por el capitalismo, corrompidos y viciados
por él, pero en compensación templados por él para la lucha. Hay proletarios de
tanto temple que son capaces de soportar sacrificios mil veces mayores que
cualquier ejército; hay decenas de millones de campesinos oprimidos,
ignorantes, dispersos, pero capaces, si el proletariado sabe aplicar una
táctica hábil, de agruparse a su alrededor en la lucha. También hay
especialistas de la ciencia, de la técnica, totalmente penetrados de
concepciones burguesas,… El socialismo tiene que vencer, y nosotros,
socialistas y comunistas, tenemos que probar con hechos que somos capaces de
construir el socialismo con estos ladrillos, con este material, capaces de
construir la sociedad socialista con los
proletarios que han podido, en proporciones ínfimas, acceder a la cultura, y
con los especialistas burgueses.” [2].
Por supuesto que en los países
capitalistas desarrollados, entre los que se incluye Euskal Herria, el nivel de
instrucción alcanzado por una gran parte de los trabajadores y trabajadoras, es
considerablemente más elevado que el que tenía la clase obrera en la época de
la Revolución de Octubre. Lo cual es un aspecto positivo que no puede sino
favorecernos.
Y viene a nuestra memoria la situación en que se encontraban
los mineros que trabajaban en los pozos de las minas de la Orconera, los
barracones mineros de la Arboleda, el hospital minero de Triano,… Trabajaban entre
diez y doce horas al día (sin contar tiempos de desplazamiento) y, algunos de
ellos, quitándole horas al justo descanso, aprendían a leer por las noches,
pues la mayoría eran semi-analfabetos.
En esas condiciones se crearon las primeras organizaciones
obreras (sindicales y políticas), y en ellas se gestó uno de los principales
núcleos comunistas del Estado español.
3.-No sobreestimar
la importancia del estudio libresco
La teoría revolucionaria es imprescindible para cualquier
movimiento revolucionario pues sólo así podremos tener una visión clara de
cuáles son nuestros verdaderos objetivos, en el proceso de transformación
social. Pero, la teoría revolucionaria debe desarrollarse en íntima relación
con la práctica, en interdependencia (dialéctica) con ella. Podemos decir que
la teoría no surge aislada, separada de la práctica, es decir, de la realidad
social. Si alguien lo pretendiese así, se estaría limitando a una mera
elucubración pero no estaría contribuyendo en nada al desarrollo de la teoría
revolucionaria. Refiriéndose a esta cuestión, Lenin decía que:
“Naturalmente, a primera vista parece
que aprender el comunismo significa adquirir la suma de conocimientos expuestos
en los manuales, folletos y obras comunistas. Pero esta definición del estudio
del comunismo sería demasiado burda e insuficiente. Si el estudio del comunismo
consistiera únicamente en asimilar lo que se ha expuesto en las obras, libros y
folletos comunistas, sería demasiado fácil formar exégetas comunistas o
fanfarrones; y estos resultaría muy a menudo nocivo, perjudicial; pues esta
gente, después de haber aprendido y leído lo que está expuesto en los libros y
folletos comunistas, serían incapaces de coordinar todos estos conocimientos y
de comportarse como lo exige verdaderamente el comunismo…
Uno
de los males mayores, una de las peores calamidades que nos ha legado la antigua
sociedad capitalista, es la ruptura completa entre el libro y la práctica
viva,…
Por
eso, sería altamente errónea la simple asimilación libresca de lo que se dice
sobre el comunismo en los libros…. Sin trabajo, sin lucha, el conocimiento
libresco del comunismo, adquirido en folletos y en obras comunistas, no valdría
nada absolutamente, pues sólo continuaría la antigua ruptura entre la teoría y
la práctica, que era el rasgo más repugnante de la antigua sociedad burguesa” [3].
NOTAS
1.- V. I. Lenin. “Balance de una
discusión sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación”. O. C. Tomo
XXIII. Págs. 476 y 477. Akal Editor. Madrid, 1977.
2.- V.I. Lenin. “Los éxitos y las dificultades del poder de
los soviets, borrador editado en marzo-abril de 1919”. Citado en: Lenin.
Escritos sobre la Literatura y el Arte. Pág. 155. Ediciones Península.
Barcelona, 1975.
3.- V. I. Lenin. “Las tareas de
las Uniones de la Juventud. Discurso del III Congreso Panruso de las Juventudes
Comunistas de Rusia” (2 de Octubre de 1920). Citado en: Lenin. Escritos sobre
la Literatura y el Arte. Págs. 173 y 174. Ediciones Península. Barcelona,
1975.