1.- El derecho de
Autodeterminación es un derecho democrático
y revolucionario que posee un
carácter inalienable y que asiste a todos los pueblos y naciones,
independientemente de que les haya sido o no formalmente reconocido. Sobre el
carácter revolucionario del Derecho de Autodeterminación, Lenin decía que:
“Un cambio reformista es aquel que no socava
las bases del poder de la clase dominante y que representa únicamente una
concesión de ésta, pero conservando su dominio. Un cambio revolucionario es
el que destruye las bases del poder. Lo
reformista en el programa nacional no abole todos los privilegios de la nación
dominante, no crea la completa igualdad de derechos, no elimina toda opresión
nacional. Una nación “autónoma” no tiene los mismos derechos que la nación
“dominante”;…
… La Noruega autónoma, como parte de Suecia,
gozaba hasta 1905 de la más amplia autonomía, pero no tenía derechos iguales a
Suecia. Sólo su libre separación reveló de hecho y demostró su igualdad de
derechos (agreguemos, entre paréntesis, que fue precisamente esta libre separación la que creó las bases para una
aproximación más estrecha y más democrática, asentada en la igualdad de
derechos). Mientras Noruega era únicamente autónoma, la aristocracia sueca
tenía un privilegio más, que con la separación no fue “debilitado” (la esencia
del reformismo consiste en atenuar el mal, pero no en eliminarlo) sino
eliminado por completo (lo que constituye el exponente principal del carácter
revolucionario de un programa).
A propósito: la autonomía, como reforma, es distinta por
principio de la libertad de separación, como medida revolucionaria. Esto es
indudable. Pero, en la práctica, la reforma -como sabe todo el mundo- no es en
muchos casos más que un paso hacia la revolución. Precisamente la autonomía
permite a una nación mantenida por la violencia dentro de los límites de un
Estado constituirse de modo definitivo como nación, reunir, conocer y organizar
sus fuerzas, elegir el momento más adecuado para… [proclamar su independencia]” [1].
2.- El Derecho de
Autodeterminación no tiene un carácter
fungible, es decir, no se agota en un único ejercicio, sino que se trata de
un derecho permanente de todos los
pueblos y naciones, del que pueden hacer uso o que pueden exigir, a lo largo de
todo su existencia como tales.
Esto supone que
una vez ejercido, e independientemente de cuál haya sido el sentido en que se
haya realizado y del resultado del mismo, se podrá volver a realizar ya sea en
el mismo o en otro sentido diferente, siempre que haya transcurrido un tiempo
prudencial para ello.
3.- El Derecho de
Autodeterminación conlleva,
implícitamente, el derecho a la independencia para el pueblo o la nación
que lo ejerza. Los comunistas vascos siempre hemos defendido y defenderemos el
Derecho de Autodeterminación para Euskal Herria. Pero el Estado español, al
igual que el francés, se niega a reconocer ese derecho a nuestro pueblo.
Ante la imposición,
por la fuerza, de la dominación nacional, ¿cuál debe ser nuestra postura?
¿Limitarnos a esperar a que en Madrid llegue a haber un gobierno democrático
que nos reconozca nuestro legítimo Derecho de Autodeterminación? Cosa, por
cierto, muy improbable, teniendo en cuenta la correlación de fuerzas a nivel
del Estado. O, por el contrario, si en Euskal Herria se diesen condiciones
favorables para ello, aunque no se llegase a contar con el consentimiento del
Estado español, impulsar con nuestras
propias fuerzas un proceso de autodeterminación que pueda llegar a desembocar
en una declaración unilateral de independencia.
4.- El problema
de las diferentes posturas o actitudes de los comunistas sobre la cuestión
nacional ya fue tratado por Lenin en diversas ocasiones. En el caso concreto de
Ucrania, dijo que:
“Mientras Ucrania no
esté completamente liberada de Denikin y hasta que se reúna el Congreso de los
Soviets de toda Ucrania, su gobierno es el Comité Revolucionario de toda
Ucrania. En este Comité Revolucionario, al lado de comunistas bolcheviques
ucranianos, trabajan como miembros del gobierno comunistas-borotbistas
ucranianos. Lo que distingue a los borotbistas de los bolcheviques es, entre
otras cosas, que aquellos defienden la independencia absoluta de Ucrania. Los
bolcheviques no hacen de esto objeto de divergencias, de desunión, no ven en
esto ningún obstáculo para un trabajo solidario de los proletarios. Lo principal es que haya unidad en la lucha
contra el yugo del capital, por la dictadura del proletariado, pues los
comunistas no deben tener divergencias por cuestión de fronteras nacionales o
de las relaciones federativas o de cualquier naturaleza entre los Estados” [2].
Por otra parte,
tampoco consideraba como un problema que determinadas naciones pudiesen optar
por la independencia. En ese sentido, también dijo que:
“Todas las naciones
llegarán al socialismo, esto es inevitable, pero no todas lo harán exactamente
de la misma manera, cada una contribuirá con algo propio, a tal o cual forma de
democracia, a tal o cual variedad de dictadura del proletariado, a tal o cual
variación en el ritmo de las transformaciones socialistas en los diferentes
aspectos de la vida social. No hay nada más primitivo desde el punto de vista
de la teoría, o más ridículo desde el de la práctica, que pintar, “en nombre
del materialismo histórico, este aspecto del futuro de un gris monótono” (…)
Pues el hecho es que nosotros no
sabemos, ni podemos saber, qué numero de naciones oprimidas necesitará en la
práctica la separación para contribuir con algo propio, a las diferentes formas
de la democracia, a las diferentes formas de transición al socialismo” [3].
5.- En cuanto a
los recelos nacionales, hemos de decir que los comunistas vascos estamos
obligados a combatirlos y para ello, hemos de trabajar en dos direcciones
distintas, aunque mutuamente interdependientes.
Por una parte,
defendiendo el Derecho de Autodeterminación de la nación oprimida, Euskal
Herria, entre los trabajadores de la nación dominante, y también entre aquellos
sectores de la propia clase obrera vasca que aún no comprendan la necesidad de
que sea esta quien encabece la lucha por la liberación nacional.
Por otra, entre
la clase obrera de la nación oprimida, tanto en los sectores con mayor
sensibilidad nacional como entre aquellos otros que la tengan menos
desarrollada, o que carezcan de ella, en el sentido de que simultáneamente, desde
el punto de vista de los intereses de la revolución proletaria mundial, es
necesario trabajar por la unidad, libre y voluntaria, de las distintas naciones
que hoy forman parte del Estado español. Una unidad que sólo será posible en
base al pleno respeto de nuestra soberanía nacional, lo que requeriría de una
relación de tipo confederal [4].
Es por eso por lo
que planteamos, como el principal objetivo estratégico de nuestro trabajo
político en los sindicatos, la consecución de la unidad de la clase obrera vasca, de tal forma que se puedan
superar todas las divisiones actuales, tanto las relativas al propio aspecto
sindical como las de carácter nacional.
6.- En cuanto a
que clases y/o sectores sociales pueden estar objetivamente interesadas en la
posible independencia de Euskal Herria, hay que decir que además de la propia
clase obrera vasca, también lo está la clase obrera del conjunto del Estado
español pues, en la medida en que Euskal Herria o cualquiera de las otras
naciones oprimidas por el Estado español (Catalunya, Galizia, etc.) lograsen
liberarse; el Estado burgués español se vería seriamente debilitado y ello,
indudablemente, contribuiría a crear unas condiciones más favorables para la
lucha revolucionaria por el socialismo en el resto del Estado español.
Sin embargo,
quienes verdaderamente temen que una situación así llegue a producirse, son
tanto la actual clase dominante, la gran burguesía española y sus aliados (el
imperialismo norteamericano y el europeo), así como aquellas sectores de la
burguesía media que le sirven de apoyo, entre la que se incluyen sus fracciones
nacionalistas (en el caso de Euskal Herria, representada por el PNV), así
como aquellos sectores reformistas de la
pequeña burguesía y de la aristocracia obrera.
7.- El ejercicio del Derecho de
Autodeterminación constituye siempre un
acto de soberanía. Una soberanía mediante la que nuestro pueblo podrá, en
un momento determinado, optar por la separación del Estado español y la
constitución de un Estado propio (incluso aunque en ese momento concreto este
no tenga todavía un carácter socialista) y que más tarde, cuando se den las
condiciones apropiadas para ello, pueda optar (libre y voluntariamente) por
establecer una relación confederal con el Estado español y/o francés.
8.- Por último,
hay que decir que la plena emancipación nacional de Euskal Herria, sólo será
posible con el triunfo de la Revolución vasca, pues el proletariado es la única clase objetivamente interesada en impulsar
el proceso de liberación nacional y de transformación social hasta sus últimas
consecuencias.
NOTAS
1.- V. I. Lenin. “Balance de la discusión sobre la autodeterminación”.
Julio de 1916. Artículo recogido en la recopilación “Sobre el internacionalismo
proletario”. Akal Editor. Madrid, 1975. Págs. 148 y 149.
Las palabras entre corchetes son
nuestras, para abreviar y facilitar la comprensión de la extensa cita de Lenin.
Las palabras en negrita también son nuestras, para resaltar algún trozo del
texto de Lenin.
2.- V. I. Lenin: “Carta a los
obreros y campesinos de Ucrania a propósito de las victorias sobre Denikin”. Artículo escrito el 28 de Diciembre de 1919. O. E. (12 Tomos) Tomo X. Págs. 154 a 156. Editorial
Progreso. Moscú, 1973.
3.-
V. I. Lenin. “Una caricatura del marxismo y el economismo
imperialista” (1916). Obras Completas. Tomo XXIV, págs. 72 y 73. Editorial
Akal. Madrid, 1977.
4.- Sobre esta cuestión, consideramos que el
federalismo que propugnan algunos sectores, lejos de ser una solución al
problema de la opresión nacional, supondría una forma encubierta de volver a
unas relaciones basadas en la desigualdad, que no se diferenciaría mucho de la
“autonomía” actual.