En este artículo
vamos a exponer brevemente algunas experiencias históricas del trabajo de los
comunistas vascos en los sindicatos y, además, también daremos algunas
orientaciones prácticas acerca de cómo pretendemos desarrollarlo por parte de SUGARRA [1].
1.-
Los comunistas en UGT y CNT
En 1922 se creó el Partido
Comunista de España (PCE), a raíz de la fusión del PC Español (1920) y el PCOE
(1921), que anteriormente se habían escindido del PSOE.
Desde el surgimiento de la
organización comunista en el Estado español, Bizkaia se convirtió en uno de sus
núcleos principales. El movimiento obrero vasco estaba fuertemente desarrollado
en la Margen izquierda y en la zona minera. A principios de la década de los
años veinte del pasado siglo, los comunistas vascos trabajaban en los dos
sindicatos de izquierda que había en aquella época, La CNT y la UGT. Sobre
todo, en éste último, lograron alcanzar cierta influencia.
Los comunistas dirigían el
Sindicato Minero de Bizkaia, así como las Casas del Pueblo de Bilbao, Gallarta,
Muskiz (Somorrostro), Ortuella y Galdames. Y, por otra parte, también habían
alcanzado una fuerte posición en el Sindicato Metalúrgico de Bizkaia, así como
en varios otros sindicatos de ámbito local. En ambos sindicatos, los comunista
perseguían un mismo objetivo, lograr el frente
único de la clase obrera.
A medida que los comunistas fueron
tomando mayor fuerza entre los trabajadores, especialmente en la minería y en
el sector metalúrgico, empezaron a representar un serio peligro para las
direcciones reformistas del PSOE y de la UGT, que amenaza con ir escapando a su
control. A partir de entonces se inició la represión interna contra los
comunistas y varios sindicalistas fueron expulsados de la UGT.
2.- Los comunistas en CCOO
En este terreno, hay dos
experiencias interesantes. La primera de ellas no muy conocida, por su brevedad
y escaso desarrollo, aunque no por ello deba ser ignorada. La segunda de una
mayor trascendencia para el movimiento obrero vasco.
2.1.- La Oposición Sindical Obrera
de Euskadi
Se trató de una corriente de
izquierda, impulsada por un grupo de jóvenes comunistas revolucionarios en el
seno de CCOO que, en aquella época, ya se encontraban sometidas a la influencia
del PCE [2].
En un contexto internacional
caracterizado por la guerra de Vietnam (1955-1975), el movimiento de liberación
nacional en varios países africanos y el surgimiento de las divergencias
chino-soviéticas en el seno del Movimiento Comunista Internacional, y como
consecuencia de las escisiones de izquierda que se produjeron en el PCE, se
había constituido un pequeño núcleo comunista en la zona industrial de Bizkaia
con más tradición de lucha obrera, Ezkerraldea y la Zona Minera (1965).
Habían surgido las primeras CCOO,
tanto en Asturias como en Bizkaia. En 1962 ya se había formado la Comisión
Obrera Provincial de Vizcaya, extendiéndose el movimiento a numerosas empresas.
En 1965 se constituyó la COP de Gipuzkoa y en 1966 la de Nafarroa.
En marzo de 1966, este grupo de
jóvenes comunistas, con mucha voluntad pero con una escasa formación política y
carentes de las orientaciones precisas para desarrollar un trabajo político en
el terreno sindical, crearon la Oposición Sindical Obrera de Euskadi (OSOE) y
comenzaron a editar el periódico clandestino AURRERA!. Con el apoyo de algunos
curas obreros, comenzaron a realizar reuniones en el monte y algún salón
parroquial, logrando atraerse a un sector de jóvenes pertenecientes a la JOC
(Juventud Obrera Católica), pudieron implantarse en varias fábricas de
Ezkerraldea y en una mina.
Al mismo tiempo, comenzaron a
participar en CCOO, enfrentándose a la dirección de éstas, rechazando su
política de “salir a la luz” y tratando de radicalizar las luchas obreras. Todo
ello en unas condiciones de clandestinidad y de continua represión contra el
movimiento obrero. En aquellos momentos, todavía no existía el Frente Obrero de
ETA, que fue creado algunos meses más tarde [3]. Esta experiencia se vería
cortada por la detención de varios militantes en abril del año siguiente y
aunque se volvió a reorganizar, ya tuvo una vida más efímera.
2.2.- La Corriente Unitaria de
CCOO
Surgió impulsada por MC a nivel
del conjunto del Estado español, y por EMK en Hego Euskal Herria, que es donde
llegó a adquirir más fuerza. Tuvo sus inicios, aproximadamente, en septiembre
de 1976, después de la unificación de los dos sectores de CCOO, la CECO y la CONE [4], que había
tenido lugar el 1 de julio de dicho año.
La unificación de CECO y CONE
posibilitó la creación de una ejecutiva (provisional) conjunta y la preparación
del Primer Congreso de CCOO de Euskadi que se iba a celebrar, en condiciones de
semiclandestinidad, en marzo de 1977 en la UPV. De cara a dicho congreso, la
antigua CECO contaba con más de cincuenta delegados que la CONE, lo que hubiese
dado lugar a un secretariado mayoritariamente de izquierda.
Pero, muy oportunamente, el
gobernador civil de Bizkaia no permitió su celebración. Y, en esa situación,
“alguien” se preocupó de cambiar las cerraduras de las sedes de CCOO (que desde
la unificación eran de utilización conjunta) y al mismo tiempo, se procedió a
elegir un secretariado provisional [5]. Cuando, finalmente, se pudo celebrar el
congreso, en la legalidad (31 de marzo a 2 de abril de 1978), el sector
vinculado al PCE ya era mayoritario en CCOO.
La corriente unitaria de CCOO tuvo
una corta vida y acabó disolviéndose en agosto de 1977, después de un creciente
enfrentamiento con el sector encabezado por el PCE sobre cuestiones relativas a
cómo se debía entender la “unidad sindical”, a la democracia interna, a la
postura que debiera adoptar el sindicato sobre los cuerpos represivos
franquistas y especialmente sobre el apoyo que CCOO iba a dar a los Pactos de
la Moncloa [6].
3.-
Criterios básicos de actuación
Nuestro trabajo en los sindicatos
debe obedecer a un objetivo estratégico fundamental, lograr la unidad de la clase obrera vasca, por encima de las
divisiones sindicales y nacionales. Por ello, no podremos centrarnos únicamente
en un solo sindicato, sino que nos debemos plantear el trabajar simultáneamente
en varios de ellos, en la medida en que contemos con la capacidad necesaria
para ello.
En ese sentido, nuestra labor en los
sindicatos debe regirse por unas normas, por unos criterios básicos. Sólo así
podrá tener efectividad. No obstante, no debemos esperar unos resultados
favorables de nuestra labor a corto e incluso a medio plazo.
En cuanto a la orientación general
del trabajo político en los sindicatos, podemos decir que nuestro trabajo se tendrá
que desarrollar de forma coordinada,
sistemática y planificada. Esto supone que:
a)
Trabajar de
forma coordinada significa que no
debemos realizar el trabajo político por nuestra cuenta, “por libre”,
obedeciendo únicamente a nuestros propios criterios. En la medida de lo
posible, hemos de buscar apoyos en otros afiliados, ya sean miembros de SUGARRA o simplemente simpatizantes o
colaboradores-as, así como de otros colectivos u organizaciones próximas.
b)
Hacerlo de
manera sistemática, supone que
debemos desarrollar este trabajo de forma continuada,
no sólo ocasionalmente (por ejemplo, de cara a un congreso), y también de forma
ordenada, no saltando de unas
cuestiones a otras, sin analizar las distintas prioridades de unas y otras, sus
interrelaciones e interdependencias, y con método,
no según lo que se nos ocurra en cada momento. En definitiva, que debemos
abordar nuestro trabajo con rigor y
seriedad.
c)
Por último,
hemos de ser capaces de trabajar de forma planificada.
Esto supone que debemos hacerlo en base a un plan, lo que requiere un estudio previo del medio en el que vamos
a desarrollar el trabajo, establecer unos objetivos,
entre los que habrá que distinguir entre objetivos principales y secundarios,
objetivos a corto, medio y largo plazo; así como la realización de balances periódicos, para revisar la
marcha del trabajo, los objetivos conseguidos, los errores que hayamos podido
cometer y hacer las correcciones que puedan ser necesarias.
4.-
Por una corriente sindical revolucionaria
Nuestro objetivo en cada uno de los
sindicatos en que desarrollemos un trabajo político, será el impulsar una corriente sindical de orientación
revolucionaria, unitaria y combativa. Y, en la medida en que ello vaya
siendo posible, habrá que ir impulsando formas de coordinación entre las
corrientes que puedan ir surgiendo en los distintos sindicatos. Por ello,
también se trata de que esta corriente tenga un carácter transversal.
NOTAS
1.-
En relación con este tema, ver: Sobre el trabajo político en los sindicatos (SUGARRA 25-11-2016).
2.-
Este partido ya hacía varios años que adoptó una orientación abiertamente
revisionista. En su V Congreso, celebrado en 1954, se había aprobado una nueva
orientación política, bajo la denominación de “política de reconciliación
nacional”, buscando un acercamiento a los sectores de la oposición “liberal” al
franquismo. En su VI Congreso, celebrado entre diciembre de 1959 y enero de
1960, se había aprobado impulsar un movimiento sindical semi-clandestino (las
CCOO) con vistas a promover la Huelga Nacional Pacífica como el instrumento
necesario para derribar la dictadura fascista.
3.
La V Asamblea se celebró en dos partes, la primera en Diciembre de 1966 y la
segunda en marzo de 1967. En ella se creó el Frente Obrero.
4.-
CECO: Coordinadora de Euskadi de CCOO. Formaban parte de ella sectores próximos
a EMK, OIC, ORT y LKI. CONE: Comisión Obrera Nacional de Euskadi. Predominaba
en ella la influencia del PCE, y también había sectores próximos al PTE.
5.-
En el proceso de unificación de CCOO de Euskadi, no participaron los sectores
vinculados al PTE y a ORT, ya que ambos partidos impulsaron la creación de sus
propios sindicatos “unitarios”. El PTE promovió, en 1976, la CSUT
(Confederación de Sindicatos Unitarios de Trabajadores), y la ORT, en 1977, el
SU (Sindicato Unitario).
6.-
Los Pactos de la Moncloa, que fueron firmados el 25 de octubre de 1977, por los
principales partidos políticos burgueses y reformistas (UCD, PSOE, PSP, CSC,
PNV y el PCE; así como los dos principales sindicatos CCOO y UGT. AP sólo firmó
los acuerdos económicos pero no los políticos). Constituyeron un auténtico pacto social, mediante el que la clase
dominante se aseguró el apoyo de los representantes de los partidos de la
burguesía media (tanto a nivel estatal como de Euskadi y Catalunya) y partidos
y sindicatos reformistas, para descargar sobre la clase obrera el peso de la
crisis y consolidar el “régimen del 77”