Por Begoña Rodriguez, Eguzkidea
Tomado de GARA
El PNV lleva desde la investidura de Rajoy (octubre 2016),
limándose las uñas para este momento, con el TAV y la Variante Sur Ferroviaria
en la cartera y una premisa: «dale luz verde, que de adelantar los pagos yo me
encargo». Para eso sirve el Concierto Económico y su Cupo. Y dado que yo
adelanto, yo adjudico. He aquí el quid de la cuestión.
Estas últimas semanas hemos asistido a los anuncios de
agilización de megaproyectos como los tramos pendientes del TAV con su tantas
veces nombrado nudo de Bergara, la Variante Sur Ferroviaria o la Línea de Alta
Tensión Pénagos-Güeñes-Itsaso, como si de planeamientos inconexos se tratase.
Todo ello, en unas semanas en que un PP consciente a regañadientes de su nueva
posición en el Congreso de Diputados, se ve forzado a negociar esta vez de
verdad los presupuestos.
Como decía, se nos presentan como proyectos inconexos,
pero ¿de verdad lo son? Por un lado, tenemos un Tren de Alta Velocidad que
acaba en los Pirineos, y que no nos engañen con una conexión con Paris a través
de Hendaia anunciada para 2019, puesto que no es Alta Velocidad. Por tanto, por
mucho que quieran hablar de Europa y, a pesar de miles de millones de euros de
dinero público gastados, su funcionalidad quedará en la conexión con Madrid sin
fecha de que eso cambie.
Señalar que esta fiebre velocista del PNV, integrado en
Geroa Bai, extendería su júbilo a tierras navarras si no fuera por el freno que
le suponen sus socios de gobierno. UPN, consciente de esa fisura, y con la
aquiescencia del PP, pivota su apoyo a los Presupuestos del Estado en la
habilitación de partidas ecónomicas a esta infraestructura. Mensaje claro a
Geroa Bai: soplar y sorber no puede ser.
Por otro, una Variante Sur Ferroviaria que conecta el
Puerto de Bilbao con el TAV por Olabeaga y del que los medios oficialistas nos
muestran la alegría de los vecindarios porque al fin ven en el horizonte un
soterramiento de las vías largamente reivindicado. Pero no nos equivoquemos, la
demanda de dicho soterramiento nunca estuvo vinculada a este proyecto. PNV ha
hecho que así sea. Ni una palabra para los de Ortuella, Trapaga, Barakaldo...
en los que plataformas vecinales se han opuesto frontalmente a este proyecto, y
con la particularidad de que en los lugares donde transita el tren por la trama
urbana también han pedido el soterramiento de la línea actual.
Desde la Autoridad Portuaria se habla de una interconexión
con Europa más eficiente, pero, dado que la alta velocidad acaba en Pirineos,
lo que si le permitirá al Gobierno español es satisfacer la vieja aspiración
del Gobierno cántabro de tener también su conexión de Alta Velocidad; y a la
Autoridad Portuaria (PNV), enlace directo con su «puerto seco» en Pancorbo (+500.000 m2 de gestión
privatizada y particular fiscalidad para los productores-usuarios), por el
trazado español del corredor transatlántico. De nuevo mirando hacia el interior
del Estado, por mucho que nos lo vendan europeísta.
Pancorbo es un punto estratégico de desarrollo neoliberal,
que no es ajeno al afán de liberalización de la gestión y las estibas en los
puertos, algo en lo que PP y PNV se dan la mano (Congreso de Diputados, este
mes). Más oculta está la entrada de los grandes fondos de inversión
internacionales y de las grandes navieras mundiales, principalmente chinas, que
además de querer gestionar directamente sus estibas, son expertos en la
utilización de los «puertos secos» como herramientas de control de precios de
los mercados en determinadas materias primas.
Esto explica la obsesión del Gobierno vasco por el inicio
de las obras de la Variante Sur Ferroviaria en un periodo en el que, debido a
la crisis y el cierre o paralización/ralentización en la producción de empresas
ha visto seriamente reducido el movimiento de mercancías, llegando a bajar
hasta un 25% con respecto al periodo anterior a la crisis de la que aún no se
ha recuperado.
Una «autopista eléctrica» Penagos-Güeñes-Itsaso que, si
bien nos vuelven a poner mirando hacia el norte como principal destinatario de
la gran capacidad productora eléctrica estatal (¡quién lo diría con los precios
que soportamos!), principalmente a Francia –convertida en demandante neta como
consecuencia de su plan de desmantelamiento de la mitad de sus centrales
nucleares–, a precios incluso por debajo del que están aplicando en el Estado,
no es este su único objetivo.
El propio delegado en la zona norte de Red Eléctrica de
España, Antonio González Urquijo, hace unos meses definía su otro objetivo:
«aumentar la garantía de continuidad del suministro en la zona al reforzar el
mallado de la red y a favorecer el crecimiento económico y las instalaciones de
energía renovables». Dado que hasta ahora el suministro ha estado garantizado,
habrá que interpretar. Traduzcamos «crecimiento económico» por TAV con el que
coincide en buena parte de su recorrido, leamos «instalaciones de energía
renovables» como edulcorante. De nuevo, jugando a los trileros.
Salvo el de la Variante Sur Ferroviaria, que se prevé para
mediados de 2018, los otros dos son proyectos con sus preceptivos estudios de
impacto medio ambiental favorables, tan fiables como el aval concedido a la
Central nuclear de Garoña por el CSN para su reapertura.
Todos ellos, tendrán significativas repercusiones en
nuestras vidas, e incluso en nuestra salud. Los recursos para mantener nuestras
especies protegidas, los hábitats más sensibles, los ríos limpios, etc., aunque
prometidos, nunca acabarán de llegar y mermarán considerablemente los escasos
espacios naturales y zonas rurales de nuestra tierra, una vez más. Todos ellos
se contarán por cientos de millones de euros que saldrán de nuestros bolsillos,
de nuestro nivel de atención médica, de la negativa de un incremento justo de
la RGI, del debilitamiento de nuestro sistema educativo y... ¡cómo no! del
apartado presupuestario para medio ambiente al que el Ejecutivo vasco destina
un exiguo 0,54 % del total en 2017, del cual un 60% se destina a financiar la
empresa pública URA.
Este es un puzzle que, según se va completando, evidencia
toda una visión de país y cuánto amor profesan a la madre tierra. Tanto como
Marco Bruto a Julio Cesar en los idus de marzo.