Como consecuencia de todos los cambios que han tenido
lugar en el proceso de acumulación del capital y en relación con ello, en el
proceso de producción y en la organización del trabajo, así como en la propia
estructura social, y con objeto de
reforzar y consolidar dichos cambios, la clase dominante ha impulsado
una vasta maniobra ideológica dirigida a desorientar y a desviar el centro de
atención de los trabajadores y trabajadoras, a provocar su diversión y/o dispersión
ideológica y política hacia objetivos y formas de lucha que no pongan en
peligro su posición dominante en la sociedad.
El
“gran salto atrás”
A la fuerte división provocada en el movimiento
revolucionario a raíz de la aparición del revisionismo moderno en el Movimiento
Comunista Internacional, allá por los años 60 del pasado siglo, y su posterior
escisión, con el consiguiente reflujo histórico a que ello dio lugar y que
acabó poniendo fin al ciclo revolucionario iniciado en Octubre de 1917, han
venido a unirse toda una serie de “teorías” que han contribuido a profundizar
aún más en el desarme ideológico de la clase obrera y las masas populares a
nivel mundial. Aunque ésta labor de desideologización ha tenido una repercusión
especial en los países capitalistas desarrollados.
La
confusión ideológica y política
No pretendemos realizar un análisis exhaustivo de
todos los aspectos de esta maniobra de distracción ideológica impulsada por la
gran burguesía, por medio de sus intelectuales y en base al control que ejerce
sobre los diferentes aparatos ideológicos (sistema educativo, medios de
comunicación, etc.), pero sí vamos a referirnos a ellos aunque sea de forma un
tanto somera.
En primer lugar, debemos referirnos a la crisis de la
socialdemocracia y a su posterior evolución hacia el social liberalismo o
“socioliberalismo”. Ello, sin entrar en detalles acerca de la división
histórica que tuvo lugar en la Segunda Internacional, entre chauvinistas e
internacionalistas, como consecuencia del estallido de la Primera Guerra
Mundial (1914-1918) y de la actitud patriotera que adoptaron la mayoría de las
direcciones de los partidos socialdemócratas; así como su postura contraria a
la necesidad de la dictadura del proletariado y favorable a la democracia
parlamentaria burguesa.
A pesar de aquella división y la posterior creación de
la Komintern [15], los partidos socialdemócratas continuaron manteniendo una
importante base de masas. Después de finalizada la Segunda Guerra Mundial y una
vez recuperada la legalidad burguesa que en muchos países había sido eliminada
por el nazifascismo, esos partidos se reorganizaron y llegaron a tener una considerable
actividad política. Cuando se hubo superado el periodo de reconstrucción
económica, incluso llegaron a controlar una parte importante del movimiento obrero
y sindical, sobre todo en los países más desarrollados, como Alemania, Francia,
Italia, etc.
Los primeros en renegar abiertamente del marxismo
fueron los socialdemócratas alemanes del SPD quienes en el Congreso de Bad
Godesberg (noviembre de 1959) abandonaron abiertamente el marxismo y aprobaron
un programa de reformas sociales en el que se aceptaban abiertamente el
capitalismo y la propiedad privada, así como la economía de mercado.
Esta renuncia al marxismo, posibilitó que la
socialdemocracia (el SPD) pudiera apuntalar históricamente a la gran burguesía
alemana (representada por la alianza CDU-CSU), formando con ella una “gran
coalición”, en dos ocasiones, en 1966 y en el 2005 y que en estos momentos esté
repitiendo la misma operación.
Por su parte el laborismo británico, en el periodo que
va desde mediados de la década de los 90 del pasado siglo hasta principios de
los 2000, adoptó la llamada “tercera vía” que, según afirmaban sus defensores
[16], trataba de situarse entre las posiciones neoliberales de la “nueva
derecha” (que ellos consideraban más eficiente) y el “reformismo ético”. En la
práctica el nuevo laborismo fue abandonando progresivamente la idea del Estado
del bienestar y aceptando gradualmente los planteamientos neoliberales, aunque
edulcorándolos con algunas reformas sociales. El ideólogo de la “tercera vía”
fue el sociólogo Anthony Giddens, autor del libro “La Tercera Vía” (1998).
La evolución ideológica y política de los dos partidos
socialdemócratas más importantes de Europa, tuvo una gran influencia sobre el
comportamiento de sus homólogos en toda
Europa. Lo cual contribuyó a confundir y desorientar ideológicamente a un gran
sector de la clase obrera en todos los países.
Finalmente, los cambios experimentados por las
condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, como consecuencia de la
terciarización de la economía y la deslocalización de numerosas empresas, así
como la fragmentación de los grandes centros de trabajo (que favorecían el desarrollo
de la conciencia de clase) y la introducción en el proceso de producción de las
nuevas tecnologías,… tuvieron gran
repercusión sobre el comportamiento político de los trabajadores y
trabajadoras, contribuyendo a su pérdida de conciencia de clase y llevándoles,
en algunas ocasiones, a apoyar posiciones populistas, racistas y/o
antimigración [17].
Pero, no acaban aquí los efectos desorientadores y
des-ideologizadores que está sufriendo la clase obrera. A ellos habría que
añadir otros más actuales.
El
“postmarxismo”
Como ya vimos en la primera parte de este artículo [18] a finales de la década de los setenta del siglo
pasado, el capitalismo realizó un cambio en su modelo de acumulación y pasó a
impulsar políticas económicas basadas en el neoliberalismo. Fue el inicio de
una época que se caracterizó por una serie de importantes retrocesos en la
situación de la clase obrera.
De hecho, al acceso de
los sectores más reaccionarios y militaristas a los gobiernos de Gran Bretaña y
EEUU, y a los cambios que impulsaron en el sistema productivo las clases
dirigentes de los países más industrializados, habría que añadir la serie de
dictaduras militares que se implantaron en América Latina entre 1970 y 1980,
así como los efectos de la llamada 2ª crisis del petróleo, que se inició a raíz
del triunfo de la “revolución islámica” en Irán (1979) y la posterior guerra
entre Irak e Irán (1980-1988) instigada por las potencias imperialistas, la
caída del muro de Berlín (1989), la disolución de la URSS (1981) que fue
presentada por los apologistas del capitalismo como la definitiva “derrota del
comunismo” [19].
En estas condiciones
sociales, económicas, políticas e ideológicas, hace aparición el llamado
“postmarxismo”, de la mano de sus dos teóricos principales: Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Refiriéndose a
esta corriente antimarxista, el profesor norteamericano James Petras afirma:
“El postmarxismo se convirtió en una posición
intelectual de moda con el triunfo del neoliberalismo y el retroceso de la
clase trabajadora. El espacio que dejó vacante la izquierda reformista ha sido
ocupado en parte por políticos e ideológos capitalistas, tecnócratas e iglesias
tradicionales y fundamentalistas…
…Alentadas y, en muchos casos,
subsidiadas por las principales instituciones financieras y agencias
gubernamentales promotoras del neoliberalismo, ha surgido un número masivo de
organizaciones sociales cuya ideología, vínculos y prácticas están compitiendo
directamente y en conflicto con la teoría y práctica marxista [20].
Una de las razones que condujeron al desarrollo teórico del “postmarxismo”
fue el intento de adaptación de la izquierda reformista a una realidad que se
caracterizaba por el surgimiento de una serie de nuevos movimientos sociales, tras
el movimiento de mayo de 1968, principalmente en Francia e Italia (movimiento feminista,
ecologista, movimientos de liberación gay y lesbiana, antimilitaristas, etc.). Con
ello se trataba de elaborar una nueva estrategia política que se distanciase del
planteamiento marxista de llevar a cabo la transformación revolucionaria de la
sociedad en base a la lucha de la clase obrera y, por tanto, que abandonase la
idea de la necesidad de un partido revolucionario que cumpliese el papel de
vanguardia organizada del proletariado.
El auge individualista
Con el cambio en el modelo de acumulación capitalista y la adopción de las
políticas económicas neoliberales, también se produjo un reforzamiento de las
actitudes y comportamientos individualistas. Los aparatos ideológicos del
sistema han logrado imbuirnos la creencia de que no existen los sujetos
colectivos, tales como el pueblo, la nación, la clase. Que cada persona (mejor
dicho, cada individuo) únicamente se caracteriza por ser ciudadano-a, votante y
consumidor-a. Que sus derechos tienen únicamente un carácter personal e
individual y que, por tanto, solamente existen los sujetos individuales.
Son estos últimos quienes se convierten en los protagonistas y, al mismo
tiempo, en los portadores de las diferencias, los deseos, las necesidades, así
como de las distintas identidades que, de esta manera, se convierten en
aspectos meramente culturales. Con ello, “desaparecen” las contradicciones de
clase y todo tipo de conflictos relacionados, directa o indirectamente, con
ellas. La lucha por los derechos sociales (colectivos) para a ser sustituida
por la “lucha” por los derechos civiles (individuales) y éstos, a su vez, llegan
a convertirse en objeto de mera charlatanería. Así se abre paso a la
desaparición de la solidaridad (de clase, de grupo social o nacional).
Además, después de la crisis económica que se inició en 2008 (y que la UE
proclama oficialmente que ha finalizado, después de diez años) se ha asumido,
de forma generalizada, el concepto de “escasez” y éste ha llegado a condicionar
de tal manera a cualquier planteamiento reivindicativo por parte de los
sectores socialdemócratas y reformistas, que sólo llega a plantearse cuando se
considera que existen los medios económico-financieros que lo posibiliten,
excluyendo así de antemano cualquier otro medio de alcanzarlos. Y no nos
estamos refiriendo a la realización de una profunda transformación social, sino
a una mera reforma radical.
El feminismo
institucionalizado
En otro ámbito ideológico y político hay que decir que el capitalismo ha
logrado atraer a un importante sector del movimiento feminista convirtiéndolo
en uno de los instrumentos de dominación de la burguesía. Nos referimos a la
corriente mayoritaria, a nivel internacional, que es la constituida por aquella
parte del feminismo que reivindica
meramente la igualdad formal.
Un feminismo que podríamos calificar de “ingenuo”, que ha caído en manos
tanto de las instituciones burguesas (que consideran la igualdad formal como
una parte del pensamiento “políticamente correcto”) como de buena parte de los
medios de comunicación, así como de partidos y organizaciones considerados como
“progresistas”.
Se trata de un tipo de feminismo que ha renunciado a relacionar la lucha
por la igualdad entre la mujer y el hombre, con la lucha contra el patriarcado
y el capitalismo. Precisamente porque es coherente con el sistema social y
económico capitalista que identifica la igualdad formal con la emancipación de
la mujer. Un sistema que hace todo lo posible para evitar que las mujeres tomen
conciencia de la estrecha vinculación que existe entre la opresión sexual y la
explotación de clase.
Con ello tratan de contrarrestar el fuerte avance ideológico que
experimentó el movimiento feminista durante las décadas de 1960 y 70, cuando
una parte considerable del movimiento llegó a relacionar estrechamente la lucha
contra la opresión de género y la lucha contra el capitalismo. Un sector del
movimiento que efectuó una importante contribución teórica al desarrollo del
marxismo con sus aportaciones a la cuestión del papel que desempeña el trabajo
reproductivo en el proceso de valorización del capital [21].
Sin embargo, también a raíz del auge del neoliberalismo, en la década de
1980 y años posteriores, el movimiento feminista experimentó un importante
retroceso con la aparición del llamado “feminismo de la diferencia” que volvió
a distanciarse de las posiciones defendidas por los sectores más conscientes
del movimiento, dejando de lado la necesidad de vincular la lucha contra el
patriarcado con la lucha por el socialismo, abogando por una emancipación
individual y subjetiva que se basaba en la “apropiación” del propio cuerpo, con
un carácter más simbólico que real.
En esta situación, muchas destacadas líderes feministas son incorporadas
por el propio sistema a sus aparatos de dominación, tanto a las propias
instituciones burguesas especializadas en la condición de la mujer y en la
“lucha por la igualdad” [22] como a diversos organismos internacionales, ONG´s,
etc. Es lo que Silvia Federici ha denominado el “feminismo institucionalizado”
[23].
El neo-utopismo
La divulgación de “nuevas”
estrategias de superación del capitalismo, sin necesidad de hacer la
revolución, es una de las múltiples maniobras dirigidas a producir una gran
desorientación y confusión ideológica, con objeto de desviarnos de nuestros
objetivos, hacernos concebir falsas esperanzas y, en definitiva, contribuir a
apuntalar el sistema capitalista. Un ejemplo de ello es el de la economía
“social y solidaria”.
Decíamos recientemente en estas
mismas páginas que independientemente de las intenciones con que nos la
presentan sus defensores y de que, en determinadas situaciones puedan desempeñar
un papel relativamente importante a la hora de
atenuar los efectos más graves de la actuación ciega de las leyes del mercado
capitalista (sobre todo durante los periodos de crisis económicas, facilitando
la incorporación de las personas expulsadas del “mercado de trabajo” a una
actividad productiva) y que debido a ello seamos conscientes de las esperanzas
y expectativas que amplios sectores populares mantienen por las mismas, es
necesario poner en claro el papel objetivo que dichas experiencias y
actividades juegan en el marco del proceso de acumulación de capital.
Pero, para no extendernos sobre esta
cuestión os remitimos al artículo “La economía social y solidaria, ¿alternativa al capitalismo o canto de
sirenas?”. [24].
___________________
NOTAS
15.-La Kominter o Internacional Comunista fue
creada en 1919 y disuelta el 15 de mayo de 1943. El 5 de octubre de 1947 fue
creada la Kominform que vendría a asumir algunas de las funciones de aquella,
sobre todo las referentes al intercambio de información y experiencias entre
los partidos comunistas. Finalmente, la Kominform fue disuelta el 17 de abril
de 1956.
16.- El “nuevo laborismo” o “tercera vía”,
fue defendido por los dirigentes Tony Blair y Gordon Brown. El primero ocupó el
puesto de secretario general del Partido Laborista entre 1994 y 2007, siendo
nombrado Primer Ministro entre 1997 y 2007. El segundo fue secretario general
entre 2007 y 2010, siendo Primer Ministro durante ese mismo periodo.
17.- Ver: Angel Ferrero. “La crisis de la
socialdemocracia europea de posguerra”. Revista Sin Permiso (21-11-2011). Ver
también: Vicenç Navarro. “El fracaso del nuevo laborismo y del
socialiberalismo”. https://www.attac.es/2010/05/24/el-fracaso-del-nuevo-laborismo-y-del-socioliberalismo/
y del mismo autor: “Tony Blair y el declive de la tercera vía”. Diario Gramma
(23-11-2012). La Habana.
18.- Ver SUGARRA (07-03-2018).
19.- En realidad, el socialismo ya había
desaparecido de la URSS décadas atrás, y había sido sustituido por un régimen
de capitalismo burocrático que se esforzaba por seguir manteniendo tan sólo una
apariencia socialista.
20.- Ver: James Petras. “El postmarxismo rampante. Una crítica a
los intelectuales y a las ONGs”. http://www2.uned.es/ntedu/espanol/master/primero/modulos/tecnologia-y-sociedad/posmarxr.htm
21.- Ver: Andrea D´Atri. “Marxismo
y feminismo. Más de 30 años de controversias”. Biblioteca Libre Omegalfa. De la
misma autora, ver también “Pan y rosas. Pertenencia de género y antagonismo de
clase en el capitalismo. Ediciones Las Armas de la Crítica. Buenos Aires, 2004.
22.- En la CAPV está EMAKUNDE
(Instituto Vasco de la Mujer) como organismo autónomo del Gobierno Vasco.
23.- Ver: Silvia Federici.
“Revolución en punto cero”. Edit. Traficantes de Sueños. Madrid, 2013.
24.-
Ver: SUGARRA (19-01-2018).