viernes, 23 de marzo de 2018

SOBRE LA REVOLUCIÓN EN OCCIDENTE (III)



Como consecuencia de todos los cambios que han tenido lugar en el proceso de acumulación del capital y en relación con ello, en el proceso de producción y en la organización del trabajo, así como en la propia estructura social, y con objeto de  reforzar y consolidar dichos cambios, la clase dominante ha impulsado una vasta maniobra ideológica dirigida a desorientar y a desviar el centro de atención de los trabajadores y trabajadoras, a provocar su diversión y/o dispersión ideológica y política hacia objetivos y formas de lucha que no pongan en peligro su posición dominante en la sociedad.

El “gran salto atrás”

A la fuerte división provocada en el movimiento revolucionario a raíz de la aparición del revisionismo moderno en el Movimiento Comunista Internacional, allá por los años 60 del pasado siglo, y su posterior escisión, con el consiguiente reflujo histórico a que ello dio lugar y que acabó poniendo fin al ciclo revolucionario iniciado en Octubre de 1917, han venido a unirse toda una serie de “teorías” que han contribuido a profundizar aún más en el desarme ideológico de la clase obrera y las masas populares a nivel mundial. Aunque ésta labor de desideologización ha tenido una repercusión especial en los países capitalistas desarrollados.

La confusión ideológica y política

No pretendemos realizar un análisis exhaustivo de todos los aspectos de esta maniobra de distracción ideológica impulsada por la gran burguesía, por medio de sus intelectuales y en base al control que ejerce sobre los diferentes aparatos ideológicos (sistema educativo, medios de comunicación, etc.), pero sí vamos a referirnos a ellos aunque sea de forma un tanto somera.

En primer lugar, debemos referirnos a la crisis de la socialdemocracia y a su posterior evolución hacia el social liberalismo o “socioliberalismo”. Ello, sin entrar en detalles acerca de la división histórica que tuvo lugar en la Segunda Internacional, entre chauvinistas e internacionalistas, como consecuencia del estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y de la actitud patriotera que adoptaron la mayoría de las direcciones de los partidos socialdemócratas; así como su postura contraria a la necesidad de la dictadura del proletariado y favorable a la democracia parlamentaria burguesa.

A pesar de aquella división y la posterior creación de la Komintern [15], los partidos socialdemócratas continuaron manteniendo una importante base de masas. Después de finalizada la Segunda Guerra Mundial y una vez recuperada la legalidad burguesa que en muchos países había sido eliminada por el nazifascismo, esos partidos se reorganizaron y llegaron a tener una considerable actividad política. Cuando se hubo superado el periodo de reconstrucción económica, incluso llegaron a controlar una parte importante del movimiento obrero y sindical, sobre todo en los países más desarrollados, como Alemania, Francia, Italia, etc.

Los primeros en renegar abiertamente del marxismo fueron los socialdemócratas alemanes del SPD quienes en el Congreso de Bad Godesberg (noviembre de 1959) abandonaron abiertamente el marxismo y aprobaron un programa de reformas sociales en el que se aceptaban abiertamente el capitalismo y la propiedad privada, así como la economía de mercado.

Esta renuncia al marxismo, posibilitó que la socialdemocracia (el SPD) pudiera apuntalar históricamente a la gran burguesía alemana (representada por la alianza CDU-CSU), formando con ella una “gran coalición”, en dos ocasiones, en 1966 y en el 2005 y que en estos momentos esté repitiendo la misma operación.

Por su parte el laborismo británico, en el periodo que va desde mediados de la década de los 90 del pasado siglo hasta principios de los 2000, adoptó la llamada “tercera vía” que, según afirmaban sus defensores [16], trataba de situarse entre las posiciones neoliberales de la “nueva derecha” (que ellos consideraban más eficiente) y el “reformismo ético”. En la práctica el nuevo laborismo fue abandonando progresivamente la idea del Estado del bienestar y aceptando gradualmente los planteamientos neoliberales, aunque edulcorándolos con algunas reformas sociales. El ideólogo de la “tercera vía” fue el sociólogo Anthony Giddens, autor del libro “La Tercera Vía” (1998).

La evolución ideológica y política de los dos partidos socialdemócratas más importantes de Europa, tuvo una gran influencia sobre el comportamiento de sus  homólogos en toda Europa. Lo cual contribuyó a confundir y desorientar ideológicamente a un gran sector de la clase obrera en todos los países.

Finalmente, los cambios experimentados por las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, como consecuencia de la terciarización de la economía y la deslocalización de numerosas empresas, así como la fragmentación de los grandes centros de trabajo (que favorecían el desarrollo de la conciencia de clase) y la introducción en el proceso de producción de las nuevas tecnologías,…  tuvieron gran repercusión sobre el comportamiento político de los trabajadores y trabajadoras, contribuyendo a su pérdida de conciencia de clase y llevándoles, en algunas ocasiones, a apoyar posiciones populistas, racistas y/o antimigración [17].   

Pero, no acaban aquí los efectos desorientadores y des-ideologizadores que está sufriendo la clase obrera. A ellos habría que añadir otros más actuales.

El “postmarxismo”

Como ya vimos en la primera parte de este artículo [18] a finales de la década de los setenta del siglo pasado, el capitalismo realizó un cambio en su modelo de acumulación y pasó a impulsar políticas económicas basadas en el neoliberalismo. Fue el inicio de una época que se caracterizó por una serie de importantes retrocesos en la situación de la clase obrera.

De hecho, al acceso de los sectores más reaccionarios y militaristas a los gobiernos de Gran Bretaña y EEUU, y a los cambios que impulsaron en el sistema productivo las clases dirigentes de los países más industrializados, habría que añadir la serie de dictaduras militares que se implantaron en América Latina entre 1970 y 1980, así como los efectos de la llamada 2ª crisis del petróleo, que se inició a raíz del triunfo de la “revolución islámica” en Irán (1979) y la posterior guerra entre Irak e Irán (1980-1988) instigada por las potencias imperialistas, la caída del muro de Berlín (1989), la disolución de la URSS (1981) que fue presentada por los apologistas del capitalismo como la definitiva “derrota del comunismo” [19].

En estas condiciones sociales, económicas, políticas e ideológicas, hace aparición el llamado “postmarxismo”, de la mano de sus dos teóricos principales: Ernesto Laclau y Chantal Mouffe. Refiriéndose a esta corriente antimarxista, el profesor norteamericano James Petras afirma:

El postmarxismo se convirtió en una posición intelectual de moda con el triunfo del neoliberalismo y el retroceso de la clase trabajadora. El espacio que dejó vacante la izquierda reformista ha sido ocupado en parte por políticos e ideológos capitalistas, tecnócratas e iglesias tradicionales y fundamentalistas…

…Alentadas y, en muchos casos, subsidiadas por las principales instituciones financieras y agencias gubernamentales promotoras del neoliberalismo, ha surgido un número masivo de organizaciones sociales cuya ideología, vínculos y prácticas están compitiendo directamente y en conflicto con la teoría y práctica marxista [20].

Una de las razones que condujeron al desarrollo teórico del “postmarxismo” fue el intento de adaptación de la izquierda reformista a una realidad que se caracterizaba por el surgimiento de una serie de nuevos movimientos sociales, tras el movimiento de mayo de 1968, principalmente en Francia e Italia (movimiento feminista, ecologista, movimientos de liberación gay y lesbiana, antimilitaristas, etc.). Con ello se trataba de elaborar una nueva estrategia política que se distanciase del planteamiento marxista de llevar a cabo la transformación revolucionaria de la sociedad en base a la lucha de la clase obrera y, por tanto, que abandonase la idea de la necesidad de un partido revolucionario que cumpliese el papel de vanguardia organizada del proletariado.

El auge individualista

Con el cambio en el modelo de acumulación capitalista y la adopción de las políticas económicas neoliberales, también se produjo un reforzamiento de las actitudes y comportamientos individualistas. Los aparatos ideológicos del sistema han logrado imbuirnos la creencia de que no existen los sujetos colectivos, tales como el pueblo, la nación, la clase. Que cada persona (mejor dicho, cada individuo) únicamente se caracteriza por ser ciudadano-a, votante y consumidor-a. Que sus derechos tienen únicamente un carácter personal e individual y que, por tanto, solamente existen los sujetos individuales.

Son estos últimos quienes se convierten en los protagonistas y, al mismo tiempo, en los portadores de las diferencias, los deseos, las necesidades, así como de las distintas identidades que, de esta manera, se convierten en aspectos meramente culturales. Con ello, “desaparecen” las contradicciones de clase y todo tipo de conflictos relacionados, directa o indirectamente, con ellas. La lucha por los derechos sociales (colectivos) para a ser sustituida por la “lucha” por los derechos civiles (individuales) y éstos, a su vez, llegan a convertirse en objeto de mera charlatanería. Así se abre paso a la desaparición de la solidaridad (de clase, de grupo social o nacional).

Además, después de la crisis económica que se inició en 2008 (y que la UE proclama oficialmente que ha finalizado, después de diez años) se ha asumido, de forma generalizada, el concepto de “escasez” y éste ha llegado a condicionar de tal manera a cualquier planteamiento reivindicativo por parte de los sectores socialdemócratas y reformistas, que sólo llega a plantearse cuando se considera que existen los medios económico-financieros que lo posibiliten, excluyendo así de antemano cualquier otro medio de alcanzarlos. Y no nos estamos refiriendo a la realización de una profunda transformación social, sino a una mera reforma radical.   

El feminismo institucionalizado

En otro ámbito ideológico y político hay que decir que el capitalismo ha logrado atraer a un importante sector del movimiento feminista convirtiéndolo en uno de los instrumentos de dominación de la burguesía. Nos referimos a la corriente mayoritaria, a nivel internacional, que es la constituida por aquella parte del  feminismo que reivindica meramente la igualdad formal.

Un feminismo que podríamos calificar de “ingenuo”, que ha caído en manos tanto de las instituciones burguesas (que consideran la igualdad formal como una parte del pensamiento “políticamente correcto”) como de buena parte de los medios de comunicación, así como de partidos y organizaciones considerados como “progresistas”.

Se trata de un tipo de feminismo que ha renunciado a relacionar la lucha por la igualdad entre la mujer y el hombre, con la lucha contra el patriarcado y el capitalismo. Precisamente porque es coherente con el sistema social y económico capitalista que identifica la igualdad formal con la emancipación de la mujer. Un sistema que hace todo lo posible para evitar que las mujeres tomen conciencia de la estrecha vinculación que existe entre la opresión sexual y la explotación de clase.

Con ello tratan de contrarrestar el fuerte avance ideológico que experimentó el movimiento feminista durante las décadas de 1960 y 70, cuando una parte considerable del movimiento llegó a relacionar estrechamente la lucha contra la opresión de género y la lucha contra el capitalismo. Un sector del movimiento que efectuó una importante contribución teórica al desarrollo del marxismo con sus aportaciones a la cuestión del papel que desempeña el trabajo reproductivo en el proceso de valorización del capital [21].

Sin embargo, también a raíz del auge del neoliberalismo, en la década de 1980 y años posteriores, el movimiento feminista experimentó un importante retroceso con la aparición del llamado “feminismo de la diferencia” que volvió a distanciarse de las posiciones defendidas por los sectores más conscientes del movimiento, dejando de lado la necesidad de vincular la lucha contra el patriarcado con la lucha por el socialismo, abogando por una emancipación individual y subjetiva que se basaba en la “apropiación” del propio cuerpo, con un carácter más simbólico que real.

En esta situación, muchas destacadas líderes feministas son incorporadas por el propio sistema a sus aparatos de dominación, tanto a las propias instituciones burguesas especializadas en la condición de la mujer y en la “lucha por la igualdad” [22] como a diversos organismos internacionales, ONG´s, etc. Es lo que Silvia Federici ha denominado el “feminismo institucionalizado” [23].

El neo-utopismo 

La divulgación de “nuevas” estrategias de superación del capitalismo, sin necesidad de hacer la revolución, es una de las múltiples maniobras dirigidas a producir una gran desorientación y confusión ideológica, con objeto de desviarnos de nuestros objetivos, hacernos concebir falsas esperanzas y, en definitiva, contribuir a apuntalar el sistema capitalista. Un ejemplo de ello es el de la economía “social y solidaria”.

Decíamos recientemente en estas mismas páginas que independientemente de las intenciones con que nos la presentan sus defensores y de que, en determinadas situaciones puedan desempeñar un papel relativamente importante a la hora de atenuar los efectos más graves de la actuación ciega de las leyes del mercado capitalista (sobre todo durante los periodos de crisis económicas, facilitando la incorporación de las personas expulsadas del “mercado de trabajo” a una actividad productiva) y que debido a ello seamos conscientes de las esperanzas y expectativas que amplios sectores populares mantienen por las mismas, es necesario poner en claro el papel objetivo que dichas experiencias y actividades juegan en el marco del proceso de acumulación de capital.

Pero, para no extendernos sobre esta cuestión os remitimos al artículo “La economía social y solidaria, ¿alternativa al capitalismo o canto de sirenas?”. [24].

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NOTAS

15.-La Kominter o Internacional Comunista fue creada en 1919 y disuelta el 15 de mayo de 1943. El 5 de octubre de 1947 fue creada la Kominform que vendría a asumir algunas de las funciones de aquella, sobre todo las referentes al intercambio de información y experiencias entre los partidos comunistas. Finalmente, la Kominform fue disuelta el 17 de abril de 1956.

16.- El “nuevo laborismo” o “tercera vía”, fue defendido por los dirigentes Tony Blair y Gordon Brown. El primero ocupó el puesto de secretario general del Partido Laborista entre 1994 y 2007, siendo nombrado Primer Ministro entre 1997 y 2007. El segundo fue secretario general entre 2007 y 2010, siendo Primer Ministro durante ese mismo periodo.

17.- Ver: Angel Ferrero. “La crisis de la socialdemocracia europea de posguerra”. Revista Sin Permiso (21-11-2011). Ver también: Vicenç Navarro. “El fracaso del nuevo laborismo y del socialiberalismo”. https://www.attac.es/2010/05/24/el-fracaso-del-nuevo-laborismo-y-del-socioliberalismo/ y del mismo autor: “Tony Blair y el declive de la tercera vía”. Diario Gramma (23-11-2012). La Habana.

18.- Ver SUGARRA (07-03-2018).

19.- En realidad, el socialismo ya había desaparecido de la URSS décadas atrás, y había sido sustituido por un régimen de capitalismo burocrático que se esforzaba por seguir manteniendo tan sólo una apariencia socialista.

20.- Ver: James Petras. “El postmarxismo rampante. Una crítica a los intelectuales y a las ONGs”. http://www2.uned.es/ntedu/espanol/master/primero/modulos/tecnologia-y-sociedad/posmarxr.htm

21.- Ver: Andrea D´Atri. “Marxismo y feminismo. Más de 30 años de controversias”. Biblioteca Libre Omegalfa. De la misma autora, ver también “Pan y rosas. Pertenencia de género y antagonismo de clase en el capitalismo. Ediciones Las Armas de la Crítica. Buenos Aires, 2004.

22.- En la CAPV está EMAKUNDE (Instituto Vasco de la Mujer) como organismo autónomo del Gobierno Vasco.

23.- Ver: Silvia Federici. “Revolución en punto cero”. Edit. Traficantes de Sueños. Madrid, 2013.

24.- Ver: SUGARRA (19-01-2018).