Sábado 17 de junio de 2017 por CEPRID
Alberto Cruz / CEPRID
El “eje de la resistencia” contra
Israel (Irán, Siria, Hizbulá y algunas organizaciones palestinas) es el gran
objetivo que se esconde detrás de la ruptura de relaciones diplomáticas y el
bloqueo impuesto por varios países árabes y musulmanes contra Qatar. Para ser
exactos, es el último y desesperado intento por evitar el único escollo que
tienen hoy la mayoría de países árabes –especialmente los del Golfo Pérsico-
para normalizar las relaciones con Israel y que no se les eche encima su propia
población.
Fue el viaje de Trump a Oriente
Próximo quien puso en marcha toda esta estrategia con su discurso en Arabia
Saudita: “crear un bloque militar que libre una guerra” contra el llamado
Estado Islámico y que, al mismo tiempo, “desafíe enérgicamente la creciente
influencia regional” de Irán. Es el discurso de siempre, más acentuado desde
que el considerado “Estado profundo” de EEUU ha logrado doblegar a un
presidente errático como pocos y que en su campaña electoral había prometido
que EEUU no se iba a involucrar más en derrocar gobiernos. Por lo tanto, no
tiene nada de extraño que añadiese: “el gobierno de ese país [Irán] tiene que
seguir aislado hasta que tenga un régimen diferente".
Si había algún atisbo de una nueva
política de EEUU en Oriente Próximo este comentario se lo llevó por los aires
puesto que estas palabras fueron pronunciadas apenas una semana después de que
se celebrasen las elecciones en Irán (elecciones que no hay en Arabia Saudita,
por ejemplo) y en las que venció el actual presidente, Rohaní, y el movimiento
que lo apoya se hizo con la mayoría de escaños en el parlamento. No hace falta
decir que Rohaní siempre se ha caracterizado por abogar por un acercamiento a
Occidente, por lo que comentarios como ese de Trump cerraba vías y obligaba a
Irán a fortalecer su alianza con Rusia, con China y a abrir nuevas vías con
otros aliados de los dos países anteriores como Turquía. Con este último país,
y sólo cuatro días después de ese discurso de Trump, Irán firmó un acuerdo para
profundizar la cooperación bilateral, especialmente el comercio y el sector
bancario que prevé septuplicar el montante comercial en seis años, de los 4.000
millones de dólares en la actualidad a los 30.000 millones para el 2023.
Y tampoco hace falta decir que ese
discurso sonó de maravilla en los oídos sauditas, que rápidamente aceleraron su
campaña sectaria anti-shií entendiendo que tenían vía libre para ello.
El discurso de Trump no era nada
del otro mundo puesto que ya en la campaña electoral había dicho que había que
desconocer el acuerdo firmado por su predecesor, Obama, sobre el programa
nuclear de Irán. Esta es la única cosa de las que prometió que sí ha mantenido
en los meses que lleva como presidente. Dado que no puede enfrentarse a medio
mundo (China, Rusia, Gran Bretaña, Francia y Alemania, que fueron los otros
firmantes del acuerdo con Irán) lo que ha hecho –hasta el nuevo paso dado en su
visita a Arabia Saudita- ha sido continuar congelando los fondos iraníes que
hay en los bancos estadounidenses con la excusa de que las pruebas de misiles
que realiza Irán se lo autoriza puesto que uno de sus puntos estipula las
sanciones se mantendrán durante cinco años en el caso de las armas (hasta 2021)
y durante ocho en el caso de los misiles balísticos (hasta 2024). Irán prueba
armas, aunque sean defensivas, luego las sanciones se mantienen y se amplían,
como acaba de hacer el Congreso estadounidense el pasado 15 de junio.
Trump eligió el lugar ideal para
esta campaña: en Riad y en unos momentos en los que los países del Golfo están
contra las cuerdas tanto por su discurso contra el terrorismo del llamado
Estado Islámico como por la derrota de sus patrocinados en Siria. Tampoco se
puede decir que EEUU esté triunfando en Siria, precisamente. Por lo tanto, era
el momento oportuno para que todos dirigiesen la atención hacia Irán y, sobre
todo, a lo que se conoce como "el eje de la resistencia" contra
Israel (el propio Irán, Siria, Hizbulá y alguna que otra organización
palestina).
Esto hay que explicarlo. Dado que
una guerra contra Irán no es posible hoy por hoy, y no queda mucho más tiempo
para ella puesto que el año que viene Irán será miembro de pleno derecho de la
Organización de Cooperación de Shanghai (de la que forman parte China y Rusia,
entre otros países), hay que empezar con los eslabones más débiles de ese “eje de
la resistencia”. Siria ha sido el gran objetivo, y aquí hay que recordar que
desde los principios de la guerra en Siria, la "contra" amparada y
financiada por Occidente (tanto con armas como con dinero) siempre dijo que una
vez derrocado Bashar al-Assad, y se daba un plazo de seis meses para ello, la
"nueva Siria" anunciaría la ruptura con Irán, con Hizbulá y
normalizaría relaciones con Israel pese a que este país mantiene ocupada una
franja de tierra siria como son los Altos del Golán, entre otras medidas (1).
No han pasado seis meses, sino seis años y el gobierno sirio está ganando la
guerra en todos los terrenos –político, económico y militar- por lo que la
derrota de las fuerzas patrocinadas por los países del Golfo y por EEUU (con la
excepción de los kurdos) ha hecho girar el punto de mira hacia los actores no
estatales que forman parte de ese eje: Hizbulá y Hamás porque se los considera
los eslabones más débiles. Lo que se consideraba no hace mucho tiempo piezas
pequeñas (aunque esto hay que matizarlo, y mucho, en el caso de Hizbulá) pasan
ahora a ser las más apetecidas.
Por eso Trump en Arabia Saudita
incluyó a Hizbulá en su discurso y un día más tarde, en Israel, hizo lo mismo
con Hamás. Calificó a ambas organizaciones como “las grandes amenazas a combatir”
junto a Irán. Música celestial para los oídos sauditas e israelíes.
¿Quién marca la estrategia a
quién?
La pregunta que hay que hacerse es
si es EEUU quien está marcando la estrategia o es Arabia Saudita. Y la
respuesta no es fácil, aunque da toda la impresión que son los sauditas quienes
llevan la voz cantante. Sobre todo si se tiene en cuenta que Arabia Saudita,
Kuwait, Bahréin, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos plantearon a Trump, durante
su visita a Riad, que estaban dispuestos a normalizar las relaciones con Israel
(con las relaciones comerciales y el permiso para que los aviones israelíes
puedan sobrevolar estos países árabes como primer paso) a cambio de la
reanudación de las conversaciones con los palestinos y de mantener el
aislamiento e Irán. No es una propuesta novedosa, puesto que algo así ya
plantearon en su famoso plan de paz de 2002 y que se vieron obligados a retomar
en 2006 justo después de la derrota de Israel a manos de Hizbulá.
Esta organización ha pasado en
este tiempo de héroe a villano. De héroe al derrotar a Israel en dos ocasiones
-años 2000 y 2006, lo que no ha logrado ningún gobierno árabe- ha pasado a
villano por su apoyo al gobierno sirio en la guerra. Todos los gobiernos
árabes, que tuvieron sudores fríos con la popularidad de Hizbulá al derrotar a
Israel, desataron una guerra sectaria anti shií -contra esta organización,
sobre todo- que ha sido hasta ahora verbal pero muestran que están dispuestos a
va a dar un paso definitivo: la guerra abierta.
Ya se han dado pasos intermedios
como la declaración de "organización terrorista" por la mayor parte
de los países del Golfo (pero no Siria, Líbano, Irak y Argelia, y otros dudosos
como Túnez y Egipto, aunque este último acaba de sumarse al juego saudita
rompiendo relaciones con Qatar) y luego la aprobación de sanciones para
intentar secar sus recursos financieros. En estos momentos también EEUU está
estudiando la posibilidad de incrementar sus sanciones a los bancos que acojan
cuentas de Hizbulá, con lo que la amenaza al sistema bancario libanés por
ejemplo, es evidente y le abocaría a una muy difícil situación que puede
arrastrar consigo a todo el país.
Hay intelectuales árabes que
mantienen esta misma tesis. Uno de los más destacados es Abdel Bari Atwan, el
defenestrado editor del que fuera el más prestigioso medio árabe, Al-Quds
Al-Arabi, que mantiene que todo lo que estamos viendo “no es más que una
cortina de humo destinada a allanar el camino, o conferir legitimidad a una
guerra diferente: eliminar la resistencia a Israel en la región, y en concreto
el movimiento libanés Hizbulá” (2). Atwan fue defenestrado por mantener que los
países árabes que habían apostado todo por la “contra” siria (3) no habían
tenido en cuenta dos cosas: la capacidad de resistencia del gobierno sirio, a
quien apoyaba una parte importante de los sunníes, y su alianza con Rusia. Ese
discurso chirriaba en un medio que día tras día destilaba odio sectario y
terminó pasándole factura.
La visita de Trump a Riad y todo
lo que en ella y alrededor de ella ocurrió tenía como finalidad transmitir un
claro mensaje: Israel no es el enemigo, sino el shiísmo. Y, sobre todo, el “eje
de la resistencia” puesto que con la ya clara victoria del gobierno sirio y la
derrota de la “contra” ha pasado a ser de forma abierta el enemigo común de
sauditas e israelíes. Una de las justificaciones de Arabia Saudita para apoyar
financiera y militarmente a sus patrocinados en Siria ha sido la de “evitar que
las zonas liberadas caigan bajo el control de Hizbulá, Irán o el régimen” (4).
Ya apenas quedan zonas bajo el control de la “contra” siria y las que se
mantienen es en virtud del acuerdo que alcanzaron Rusia, Irán y Turquía en las
conversaciones de Astaná a finales de diciembre del año pasado (5). Y, desde
luego, no serán permanentes. Por lo tanto, el fortalecimiento del “eje de la
resistencia” es considerado como una amenaza directa para Arabia Saudita e
Israel y por eso están haciendo causa común. Sauditas e israelíes lo han
reconocido de forma abierta, especialmente el ministro de Defensa sionista al
afirmar enfáticamente que en lo que respecta a Irán, Siria, Hizbulá y Hamás
“todos estamos [lo que él llama países sunníes moderados (sic) e Israel] en el
mismo barco” (6).
Para que no apareciese así de una
forma nítida, es decir, que Israel no es enemigo, Arabia Saudita preparó el
terreno a conciencia. Invitó a 50 países árabes y musulmanes a Riad las mismas
fechas en las que Trump iba a visitar el país y logró que todo ello se plasmase
en un documento que ha sido considerado el origen de “la OTAN árabe” (en
realidad, la “OTAN sunní”) y que todo él no es sino un inmenso engaño. Primero,
porque varios de los países cuya firma aparecía se desvincularon desde el
primer momento del mismo al considerarse “engañados” por el primer ministro
saudita puesto que en ningún momento de la invitación que se les hizo aparecía
esa posibilidad de elaborar documento alguno y menos amenazando a países y
organizaciones. Es lo que dijeron expresamente Argelia, Líbano e Irak. Otros,
como Senegal y Pakistán, no utilizaron la palabra “engaño” pero sí manifestaron
su disconformidad con la forma en que se había pergeñado todo. Pakistán
finalmente decidió también retirar su firma. Segundo, porque aunque el
documento haya sido adoptado por el resto de participantes nacía muerto y más
cuando pocos días más tarde uno de los firmantes, Qatar, era sometido a un
bloqueo por parte de varios de esos países.
Se desvanecía así, en menos de una
semana, la “OTAN sunní” si es que alguna vez esa idea fue tomada en serio. Y es
algo casi consustancial con el mundo árabe e islámico, donde la práctica
totalidad de sus estructuras multilaterales se han saldado con fracasos y han
pasado al olvido. Es lo que ha ocurrido con el Pacto Conjunto de la Defensa de
la Liga Árabe, la Organización de Defensa del Oriente Medio, y el propio
Consejo de Cooperación del Golfo. Todos los pactos y acuerdos suscritos hasta
ahora han sido inútiles y la “OTAN sunní” o iba a ser menos.
La chispa
La chispa que ha hecho saltar por
los aires toda esta fantasía ha sido, precisamente, la inclusión de Hamás en la
lista de “amenazas a combatir” y, por extensión, la de los Hermanos Musulmanes,
movimiento en el que se integra esta organización palestina y del que Qatar es
uno de sus impulsores y patrocinadores.
Atención al lenguaje utilizado,
que nunca es inocente, por Qatar y que ha sido lo que a la postre le ha costado
el bloqueo y la ruptura de relaciones: "Qatar no va a etiquetar como
organización terrorista a los Hermanos Musulmanes porque no representa ninguna
amenaza para la seguridad de Qatar, es una oposición política y sólo se les
prohíbe que utilicen nuestro territorio como plataforma para atacar a sus
propios países" (sic).
¿Qué hay de raro en él, puesto que
es el mismo, exactamente el mismo lenguaje que está utilizando Occidente para
mantener su apoyo a la “contra” siria, por ejemplo? Nada. La diferencia es qué
papel juega para Occidente una u otra organización. La mafia kosovar fue
considerada un “ejército de liberación” –lo mismo que la “contra” siria- porque
combatían a los serbios (y había que acabar de destrozar lo poco que quedaba de
la ex Yugoslavia) mientras que las FARC colombianas fueron consideradas una
organización terrorista sólo porque amenazaban los intereses económicos y
políticos occidentales y estadounidenses (como el ALCA, por ejemplo, que si no
salió adelante fue, entre una de sus principales razones, por las FARC). Lo
mismo vale para Hizbulá (que ha derrotado a Israel en dos ocasiones) o para las
organizaciones palestinas que se oponen a la ocupación de su tierra (sancionada
y avalada por el muy democrático Occidente). Así que por una vez hemos oído con
claridad y rotundidad cuáles son los baremos (y valores) sobre los que miden
todas las cosas los occidentales y quienes se consideran sus amigos, aliados o
vasallos. Sin embargo, eso no le ha servido a Qatar para nada puesto que de
inmediato se le impuso la ruptura de relaciones diplomáticas y un bloqueo
económico.
En esas estamos. Ya no se guardan
ni las formas y ni siquiera los plazos. La oferta que los países árabes
hicieron a Trump en Riad se ha puesto en marcha sin que Israel haya dado ni un
solo paso para reiniciar las negociaciones con los palestinos. Arabia Saudita
ya está hablando con Israel para establecer relaciones comerciales. Hace unos
años, casi unos meses, los árabes todavía decían que les gustaría hacerlo, pero
que quedaba Palestina como escollo por resolver. Ahora ya no quieren saber nada
de nada de Palestina y lo dicen abiertamente. Palestina ya no es para ellos ni
siquiera un grano en el culo que les impide sentarse con comodidad al lado de
Israel. Palestina es, para los estos árabes, una historia del pasado.
Toda esta aceleración tiene una
razón clara, sobre todo en el caso de Arabia Saudita, y es el miedo. Por eso
utilizó el engaño para lograr su documento contra Irán y el “eje de la
resistencia”. Y ese miedo se acrecienta con la más que previsible incorporación
de Irán a la Organización de Cooperación de Shanghái. Es el último, y
desesperado intento, por debilitar o derrotar al “eje de la resistencia” porque
el tiempo se termina para la casa Saud y el resto. Y se termina a la misma
velocidad que se desarrolla la guerra de Siria, que tienen perdida y sólo los
EEUU impiden, por el momento, que se establezca el tan temido corredor shií
desde Teherán hasta Damasco (y, por supuesto, Líbano) dado que han intentado
hacer de la zona de Al-Tanf (sur de Siria, en la frontera con Irak) el tapón
que lo impidiese. Aunque se está demostrando como un intento vano, puesto que el
ejército sirio ha logrado establecer un control directo en otro punto de la
frontera con Irak que garantiza dicho corredor, aún no se puede decir que tal
estrategia obstruccionista haya fracasado del todo. Es lo más probable, desde
luego, y el tiempo no corre a su favor sino todo lo contrario. De ahí que hayan
buscado una huida hacia delante con Qatar como excusa.
El bloqueo contra Qatar dura ya
dos semanas y todavía no está claro si el emirato volverá al redil puesto que
aunque mantiene su apoyo a los Hermanos Musulmanes sí ha expulsado de su
territorio a los dirigentes de Hamás. Lo que sí está cada vez más claro es que
los palestinos están mucho más solos cada día que pasa. Son claramente el
eslabón más débil del “eje de la resistencia” y los más fáciles de derrotar.
Así es como hay que interpretar
todo lo que está ocurriendo en los últimos días, tanto con los acercamientos
saudita-israelíes como con reducción del suministro eléctrico a la Franja de
Gaza por parte de Israel pero por petición expresa de la mal llamada Autoridad
Palestina. Lo que Fatah y la llamada Autoridad Palestina esperan es que el
debilitamiento de Hamás se traduzca en un retorno a los "acuerdos de
reconciliación", siempre fracasados, pero que ahora pueden tener algo más
de recorrido por la debilidad de la organización palestina y fortalecer a
Fatah. Eso se traduciría en el triunfo total de Israel y sin coste alguno. Como
la normalización de relaciones con el resto de países árabes, especialmente los
del Golfo.
No tiene nada de extraño que
Israel se felicite por todo ello y que esté apoyando con fuerza a Arabia
Saudita dado que no solo se debilita a Hamás y se “deslegitima el terrorismo”,
sino que entiende que hay algo mucho más importante: “acerca aún más a Arabia
Saudita y Egipto a Israel", con lo que se "refuerza la política de
Israel en general y la del gobierno en particular" (7) y más en unos
momentos en los que los palestinos han intentado, con poco éxito, hacer
recordar a los países árabes que llevan 50 años sometidos a una ocupación
militar.
Otro caso diferente será Hizbulá
puesto que no solo cuenta con su indiscutible afán de resistencia y su férrea
organización, sino que gracias a la guerra de Siria ha mejorado su capacidad de
combate y ha logrado que un país como Rusia haya firmado varios acuerdos con
este movimiento político-militar (8), a quien desde luego no considera
“organización terrorista” y ha amenazado con utilizar su veto en el Consejo de
Seguridad de la ONU en las dos ocasiones en las que Arabia Saudita, a través de
Jordania, ha presentado la propuesta.
Hizbulá es ahora mismo el gran
escollo de toda esta estrategia de EEUU, Arabia Saudita e Israel contra el “eje
de la resistencia”. Puede triunfar en lo que respecta a Palestina, pero
fracasará con el resto sin ningún tipo de duda.
NOTAS:
(1) Alberto Cruz, “Siria:
oposición frustrada, injerencia externa y repercusiones en la región”, http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1333
(2) Abdel Bari Atwan, “Preparación
para la guerra contra Hizbulá”, http://www.raialyoum.com/?p=677223
(3) Utilizo la denominación de
“contra” siria en similitud a la situación que se dio en Nicaragua tras el
triunfo del Frente Sandinista. El término “contra” fue utilizado para referirse
a los diferentes grupos que se oponían al gobierno del FSLN y que recibían
apoyo desde el exterior del país, sobre todo de los EEUU, y a quienes se
financió con sueldos y a quien se suministró material militar con el objetivo
expreso de derrocar al gobierno sandinista.
(4) https://www.alaraby.co.uk/english/news/2017/2/21/saudi-arabia-ready-to-send-ground-troops-to-syria
(5) Alberto Cruz, “Repercusiones
de la liberación de Alepo a nivel interno, de Oriente Próximo y más allá”, http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2195
(7) http://www.jpost.com/Middle-East/Five-reasons-why-Israel-should-care-about-the-Qatar-crisis-494891