La
cultura nacional existe sobre la base de un hecho objetivo, la existencia de
una nación. La cultura nacional, no es un invento de la burguesía nacional.
Mientras haya naciones (es decir, hasta que nos encontremos en una sociedad
comunista) habrá culturas nacionales. La
cultura vasca existe sobre una base objetiva, la existencia de la nación vasca,
Euskal Herria.
El
desarrollo del capitalismo conduce a que unas naciones opriman a otras, en el
terreno económico y en el político. Podemos hablar, por tanto, de naciones
opresoras (dominantes) y de naciones oprimidas (dominadas). Las naciones que
oprimen a otras naciones, utilizan su propia lengua y su cultura como
instrumentos de dominación. Las naciones
oprimidas, utilizan su propia lengua y su cultura como instrumentos de
liberación.
El
capitalismo y el imperialismo, al oprimir a los distintos pueblos y naciones,
ponen en peligro la existencia de sus culturas y de sus lenguas nacionales.
Esta opresión se está acentuando al máximo en la fase actual (conocida como
globalización), en la que el
capitalismo, al mismo tiempo que extiende y generaliza el mercado por todo el
planeta, trata de uniformizar a los distintos pueblos y naciones, y de
homogeneizar sus señas de identidad, acabando con la diversidad cultural y
lingüística.
Las
lenguas y culturas de las naciones oprimidas sólo podrán desarrollarse
plenamente por medio de su liberación política, es decir, mediante la
aplicación generalizada del Derecho de
Autodeterminación, entendido como el derecho a la separación y a la
creación de estados nacionales independientes. En este sentido, la cultura vasca y el euskara, sólo podrán
desarrollarse sin trabas, cuando Euskal Herria disponga de un Estado propio.
El
proletariado es la única clase objetivamente interesada en impulsar hasta sus
últimas consecuencias la lucha de liberación de todos los pueblos y naciones
oprimidas y, por tanto, de establecer la igualdad completa entre las distintas
lenguas y culturas nacionales; teniendo en cuenta que
la futura cultura comunista universal será la síntesis dialéctica de todas
ellas.
Cada cultura nacional debe ser, al mismo tiempo,
internacionalista, pues al desarrollarse tendrá que integrar dialécticamente
todo lo que de progresivo tengan las otras culturas. El exclusivismo, la xenofobia, el rechazo a lo extranjero, ponen en
serio peligro el desarrollo de las culturas de las naciones oprimidas y son una
manifestación inadmisible del nacionalismo burgués.
Por
diversas circunstancias históricas, en Euskal Herria se hablan actualmente tres
idiomas: el euskara (idioma nacional, originario), el castellano y el francés.
Aunque éstos dos últimos sean utilizados por los Estados español y francés como
instrumentos de dominación; sin embargo, no
se puede obviar una realidad social, consistente en que la mayoría de la
población vasca se expresa, habitualmente, en uno de esos dos idiomas; lo cual
nos obliga a considerar también a todas las manifestaciones culturales que se
expresen en dichas lenguas, como partes integrantes de la cultura vasca y
no como si se tratase de cultura foránea (como hacen algunos sectores
nacionalistas). En ese sentido, podemos
hablar de cultura vasca euskaldun y/o erdaldun, dependiendo de cual sea el
medio de expresión que se utilice, en cada caso.
Hasta
ahora nos hemos referido a la forma
de expresión de la cultura nacional pero, sobre todo, debemos prestar una
atención especial a su contenido.
Así, no podemos considerar como “cultura
nacional” a toda la producción cultural que se realice en la nación oprimida ya
que, en muchas ocasiones, se trata de hacer pasar por tal a elementos
culturales propios de la clase dominante, o se manifiesta añoranza por una
idílica y bucólica sociedad pasada (sin contradicciones ni conflictos sociales)
que no ha existido más que en la imaginación de algunos autores.
Por el
contrario, la cultura nacional debe
servir para entender el presente y crear el futuro; por ello, ha de ponerse al
servicio de la construcción nacional y de la transformación social, preparando
ideológicamente el terreno para la Revolución Vasca. De esta manera, al
desarrollar la cultura vasca estaremos favoreciendo la liberación nacional de
Euskal Herria y, al mismo tiempo, aportando a la cultura revolucionaria
mundial.
Los comunistas debemos defender y desarrollar la
cultura vasca, e imprimirle una orientación revolucionaria. Para ello, debemos hacer
de la cultura un nuevo frente de lucha y, en ese sentido, hemos de esforzarnos
por agrupar a toda la intelectualidad (progresista, abertzale e
internacionalista), dotándola de una perspectiva socialista.
Sin
embargo, este es un campo en el que carecemos de experiencia. Por eso, para dar
nuestros primeros pasos, debemos
aprender de la pequeña burguesía nacional y apoyar críticamente sus
aportaciones artísticas, culturales, históricas, ligüísticas, etc., desde
la perspectiva de clase del proletariado vasco.