miércoles, 10 de mayo de 2017

UN ARTE PARA LA REVOLUCIÓN



“En una sociedad decadente, el arte, si es verdadero, debe reflejar la decadencia. Si no quiere perder la fe en su función social, el arte debe mostrar al mundo como algo que se puede modificar. Y debe contribuir a modificarlo.”
         
               Ernst Fischer. “Necesidad del arte”.

Una revolución estética, lo mismo que una revolución política, no es consecuencia exclusiva de la voluntad y/o el deseo de un individuo, de un grupo o de un sector de la sociedad. Para que se produzca, es necesario que concurran una serie de factores de muy distinta naturaleza.

No podemos considerar que una revolución estética sea la elaboración, la obra personal, de ningún “genio” del arte. Al contrario, a lo largo de la historia, las personalidades destacadas en el campo de las artes, no han sido las creadoras de las revoluciones artísticas, sino que éstas han sido una consecuencia de profundos cambios y transformaciones sociales, económicas, políticas, ideológicas y culturales que, a su vez, propiciaron las transformaciones artísticas y estéticas.

Ya sabemos que no son los “héroes” quienes hacen la historia, sino que es ésta quien crea a los héroes. De ahí que los “genios” artísticos sean también un producto (y sólo de manera secundaria también causa u origen) de las distintas transformaciones estéticas y artísticas. Pero, ¿cómo se originan esta?

Para responder a esta cuestión, primero debemos definir qué entendemos por revolución estética. Así, podríamos decir que consiste en una ruptura radical, en un cambio cualitativo, en la manera de entender el arte y la belleza.

La burguesía tiene una noción del arte como si estuviese separado (aislado) de su contexto histórico (social, económico, político, ideológico y cultural), y sin que cumpla función alguna (el arte por el arte). Y entiende la “belleza” como algo fuera del espacio, del tiempo y de las condiciones históricas; en un sentido abstracto.

Jorge Plejanov, en su obra “El Arte y la vida social” [1] explica que el concepto de belleza tiene un carácter histórico-concreto. Comparando la Venus Hotentote [2] con la Venus de Milo, señaló que esta última era el ideal de belleza únicamente para una parte de los seres humanos, los europeos posteriores al ciclo de revoluciones burguesas que siguieron al Renacimiento italiano, mientras que la Venus Hotentote representaba el ideal de belleza para otra parte de la Humanidad.

Plejanov rechazó el chauvinismo y el racismo eurocentristas, y sostuvo que no existe un concepto de belleza al margen de las condiciones histórico-concretas. Es más, mostró que, incluso en Europa, durante un periodo de varios siglos, en buena parte de la Edad Media, la Venus de Milo tampoco fue considerada como el ideal de belleza.

El concepto de belleza no permanece inalterable a través de los tiempos, sino que cambia. La estética se modifica. Cada época, cada situación histórico-concreta, incluso se podría decir que hasta las distintas clases sociales, han tenido su propia idea de la belleza. El estudio de la realidad muestra que las ideas estéticas están sometidas a un cambio permanente, dialéctico, a través de la historia.

Pierre Francastel, en su obra “Historia de la pintura francesa” [3] nos habla de la dura oposición que tuvieron que afrontar los impresionistas cuando trataron de renovar la estética burguesa en la segunda mitad del siglo XIX. Aunque ellos no pretendían llevar a cabo una profunda revolución estética, sólo después de años de lucha lograron hacer valer sus puntos de vista y sus ideas sobre la belleza y su representación artística.

En el arte, como en todos los ámbitos de la estructura social, lo viejo se resiste a desaparecer y lo nuevo se ve obligado a nadar a “contracorriente” y a luchar para lograr abrirse paso. En cualquier caso, este hecho viene a mostrar que los impresionistas tenían otra idea estética diferente de la que predominaba en la Francia burguesa de su época.

En realidad, en la estética, lo que prevalece es el cambio. Por ejemplo, el Renacimiento fue una verdadera revolución estética. Representó una ruptura total respecto al arte medieval. Todo fue subvertido, destruido y, al mismo tiempo, todo fue redefinido y construido. Pero, anteriormente, con el fin de la sociedad esclavista y el triunfo ideológico-religioso del cristianismo, las expresiones del mundo antiguo greco-romano habían sido aniquiladas. Y, con ellas desapareció su arte.

Hoy día, en la época del capitalismo financiero y especulativo, cuando la crisis del sistema aparece en toda su crudeza y sus consecuencias trascienden del marco socioeconómico y político para extenderse al ámbito alimentario, ecológico, energético, etc., también se empiezan a dar las condiciones para que se produzca una revolución en la estética. Las condiciones que permiten plantear abiertamente la necesidad de realizar un cambio radical en el ámbito del arte. Un cambio que contribuya también, desde la superestructura, a la transformación revolucionaria de la sociedad.

NOTAS

1.- Jorge Plejanov. “El Arte y la vida social”. Editorial Cénit. Madrid, 1934.

2.- Sara Baartman, fue una de las dos esclavas de la etnia khoikhoi, que fueron llevadas a Europa a principios del siglo XIX para ser exhibidas como atracción de feria. Su nombre artístico era "la Venus Hotentote". Algunas partes de su cuerpo eran algo exageradas, como consecuencia de la esteatopigia (acumulación excesiva de grasa en los glúteos), característica de la tribu a la que pertenecía.

3.- Pierre Francastel. “Historia de la pintura francesa: Desde la Edad Media hasta Picasso”. Alianza Editorial. Madrid, 1989.