Como
decíamos más arriba, desde el punto de vista de la cuantía de sus inversiones
de capital en el extranjero, Rusia ocupa un lugar más modesto, en comparación
con EEUU y China, e incluso con otras potencias imperialistas que tienen una
posición menos importante que ella si atendemos a su demografía, superficie,
capacidad militar (convencional y nuclear), etc.
Ello es así
porque desde que accediese Putin al poder en la Federación Rusa, la política
exterior de este país ha estado regida por lo que se ha denominado “doctrina
Primakov” [7]. Basándose en el “multilateralismo”, ha tratado de contrarrestar
la actuación unilateral intervencionista de EEUU pero, fundamentalmente, su
objetivo ha consistido en mantener su influencia en la zona centro-este de
Europa. Es decir en el cinturón de países que llegaron a formar parte de la
URSS antes de su disgregación (en 1990-91) o del COMECON y del Pacto de
Varsovia, muchos de los cuales hoy forman parte de la UE o incluso de la OTAN.
Se puede decir que, en general, su política exterior ha tenido un carácter más
bien defensivo.
Si bien la
Federación Rusa no se caracteriza por ser uno de los países más exportadores de
capital, sin embargo mantiene una relación comercial con numerosos países en
base a un reducido número de exportaciones: petróleo, tecnología de centrales nucleares,
material ferroviario, maquinaria agrícola, armas, así como contratación de
empresas privadas paramilitares, etc.
Pero ello no
implica que su exportación de capitales, a pesar de no resultar muy
significativa, carezca de importancia. Ello se debe a tiene un carácter planificado y estratégico,
lo que le confiere una especie de efecto “multiplicador”.
Por ejemplo,
debemos tener en cuenta su exportación de capitales a México y a Argentina. En
México, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), las inversiones
de capital ruso aumentaron en un 414%. En 2012, había en México 52 empresas con
capital ruso, mientras que en 2017 su número había ascendido a 79. En 2016,
Rusia había invertido 1,7 M
de $ para construir tuberías de almacenamiento y transporte de gas natural en
12 Estados mexicanos. En un año, la inversión rusa en los gasoductos mexicanos
pasó a 9,8 M
de $.
A mediados
de 2017, la petrolera rusa Lukoil ganó dos licitaciones de contratos para
efectuar exploraciones en el Golfo de México, anunciando unas inversiones de
unos 50 M
de $ para los meses siguientes [8].
Argentina es
otro de los mayores receptores de inversiones de capital ruso en América Latina.
Las empresas rusas están invirtiendo importantes capitales en diferentes
proyectos que se desarrollan en este país e incluso, algunas de ellas, están
estudiando la posibilidad de localizar la fabricación de sus productos en ese
país. En especial, el gigante del transporte ferroviario ruso Transmashholding.
Esta empresa
que fabrica y exporta vagones de metro y locomotoras a 11 países, que ya tiene
una posición dominante en varios de los Estados que pertenecieron a la antigua
URSS, y cuyo material ferroviario también es empleado en Finlandia, Polonia,
China, Guinea y otros países, invirtió recientemente 3 M de $ en el proyecto de
reinaguración de unos nuevos talleres ferroviarios de Mechita, en la provincia
de Buenos Aires, que permanecían inactivos desde 2011. La citada empresa rusa
pretende establecer en dicha localidad una línea de producción para exportar
material ferroviario al resto de América Latina.
Por su
parte, el banco ruso Gazprombank está tratando de desarrollar un proyecto de
instalaciones portuarias en la zona del río Paraná, en el sur de la provincia
de Santa Fé. Otra de las empresas rusas que se está introduciendo en Argentina
es PhosAgro, una de las mayores productoras de fertilizantes.
Rusia
también ha entrado en competencia con otras potencias (EEUU, China y la UE) por
el control de diversas áreas económicas (productivas y financieras) en África.
Aunque sus cifras de comercio e inversión de capitales resulten todavía más
reducidas que las de sus competidores, sin embargo han crecido exponencialmente
en la última década.
Pero Rusia
no está solo especializada en la exportación de armas y equipos militares, como
se cree habitualmente, sino también en servicios a través de empresas militares
privadas que operan en varios países africanos [9]. Unos contratos de servicios
que, en muchas ocasiones, han sido una estrategia previa a la realización de
otro tipo de contratos mercantiles o de inversiones de capitales. Así, el ritmo
de la inversión directa de capital ruso en África creció un 185% entre 2005 y
2015 [10].
En el
terreno de los recursos naturales, varias empresas rusas se han lanzado a
realizar inversiones en las minas sudafricanas. Por ejemplo, el grupo Renova
invirtió en 2012 350 M
de $ en minas de manganeso y Norilsk Nickel, poco más tarde, invertiría 100 M de $ en la
reconstrucción de una planta de cobre y níquel [11]. También se encuentra el
capital ruso detrás de las minas de platino de Zimbabue y de la importación de
uranio desde Namibia [12].
La Organización de Cooperación de Shangai
Este
organismo se creó en junio de 2001 y sus miembros fundadores fueron: China,
Rusia, Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán. En 2017, entraron
también a formar parte de la organización, como miembros de pleno derecho,
India y Pakistán. También participan en la OCS, en calidad de observadores,
Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia. Y tienen la consideración de “socios
de diálogo”, Armenia, Azerbayán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turquía (que,
además, también es miembro de la OTAN).
Según declaró el
Viceministro de Exteriores ruso, Ígor Morgulov al intervenir en la ceremonia
inaugural de la conferencia internacional “Rusia y China, cooperando en una
nueva época”:
“Hoy
la OCS reúne al 44% de la población mundial y más del 20% del producto bruto
mundial” [13].
Sus
creadores definen la OCS como “un bloque regional –euroasiático- económico,
político y de seguridad” y, todo parece indicar que, además de su pretensión
original de luchar contra el terrorismo islamista, su función real es la de contrarrestar la presencia de
la OTAN y de EEUU en Asia Central [14] y Afganistán.
China, Rusia y la “Nueva Ruta de la Seda”.
Este mega-proyecto,
también denominado “una franja, una ruta” fue expuesto por el Presidente Xi Jinping
a Rusia, Kazajistán y Bielorrusia en 2013. Muy en líneas generales, el proyecto
de la Nueva Ruta de la Seda, consiste en conectar a China, con Asia Central y
Oriente Medio, por la antigua Ruta de la Seda. A lo cual habría que añadir una
ruta marítima, en parte paralela, aunque más amplia, que se extendería desde
China, hacia Oriente Medio y África, y que contaría con una prolongación hasta
América Latina.
La red vial
y marítima, contaría con una serie de infraestructuras tales como: carreteras,
autopistas, ferrocarriles de alta velocidad [15], puertos y aeropuertos. Por su
parte, la infraestructura energética, contaría con una serie de gaseoductos y
oleoductos, entre Asia Oriental, Asia Central y Europa.
En este
proyecto, que ya se encuentra parcialmente en marcha, se verán implicados entre
65 y 70 países, entre los cuales agrupan al 70% de la población del planeta, el
55% del PIB mundial, así como el 75% de las reservas energéticas mundiales.
Un ejemplo de
la enormidad del proyecto lo tenemos, por ejemplo, en África. En el marco de la
Nueva Ruta de la Seda, China tiene en proyecto unir Yibuti, en el cuerno de
África (Confluencia del Mar Rojo con el Golfo de Adén), donde ya cuenta con una
base militar y una terminal portuaria, con Dakar (Senegal) en la costa
atlántica, a 8.430 Km
de distancia, mediante un ferrocarril que atraviese todo el continente
africano.
Un proyecto
global, el de la Nueva Ruta de la Seda, cuyo coste se estima en unos 8 billones
de dólares, que aunque no sería sufragado exclusivamente por China, si
correspondería a esta potencia una parte sustancial del mismo. La mayor parte
de los países que son atravesados por esta Nueva Ruta de la Seda, habrían de
contribuir a su coste, en cierta medida. Pero el papel financiero principal lo
desempeñaría el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras [16],
promovido por China y del que forman parte unos 87 miembros.
Rusia también desempeña un papel importante en este
macro-proyecto, aunque secundario con respecto al desempeñado por China. Según
unas declaraciones que efectuó el pasado mes de septiembre Yui Tsun, consejero
del departamento para Eurasia de la Cancillería de China, en un foro económico
de cooperación entre China y Rusia, aquel país considera a Rusia como el socio
más importante en el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.
“Rusia seguirá siendo nuestro socio más importante dentro
de la iniciativa Un cinturón una Ruta. La amplia cooperación, beneficiosa para
nuestros países, ha sido posible gracias al alto nivel al que han llegado las
relaciones políticas entre nosotros”
[17].
En septiembre de 2018 se llevó a cabo la cumbre del Foro de Cooperación
China-África (FOCAC) en Pekín, donde se hicieron importantes anuncios
de cooperación económica, política y de seguridad entre China y África. El
presidente chino Xi Jinping anunció una partida de 60 mil millones de dólares en
concepto de financiamiento a África, en forma de asistencia gubernamental, así
como inversiones y créditos por parte de instituciones financieras y empresas.
Ello incluiría unos 15.000
M de $ en donaciones, préstamos sin interés o a bajo
interés; otros 20.000 M
de $ en líneas de crédito; así como la creación de un fondo especial de 10.000 M de $ destinado al
“financiamiento del desarrollo” y otro fondo de 5.000 M de $ destinado a
financiar importaciones de África [18].
El gigantesco proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, es utilizado por
China para conceder créditos “blandos” tanto a los gobiernos, en forma de
Inversión Extranjera Indirecta (IEI), como a las empresas, para comprar
maquinaria y tecnología chinas; así como para llevar a cabo una importante
exportación de capitales al continente africano, en forma de Inversión
Extranjera Directa (IED), así como hacerse con el control de buena parte de sus
recursos mineros.
NOTAS
7.- El nombramiento de Yevgeni Primakov, a principios de 1996, como
Ministro de Asuntos Exteriores, bajo la presidencia de Boris Yeltsin, dió un
nuevo impulso y una orientación distinta a la política exterior rusa, tanto en
su base doctrinal como en la práctica diplomática.
La “Doctrina Primakov”, también llamada “Doctrina Multivectorial”, se
configura como un conjunto de declaraciones, de objetivos y métodos, de tal
modo que hoy día, con Vladimir Putin en la Presidencia del país, continúa
siendo la política exterior de mayor alcance para la posición exterior de Rusia
desde 1991.
Esto se debe a que dicha doctrina combina una visión pragmática de las
relaciones internacionales, con una proyección de futuro, con aspectos
ideológicos en cuanto a su concepción de identidad nacional, que hunden sus
raíces en la historia imperial (zarista).
La “Doctrina Primakov” define elementos de continuidad estructural en la
política exterior de un territorio, con independencia de los distintos cambios
que se hayan producido en la naturaleza y configuración del Estado, en los
principios ideológicos que lo sustentan o en las modificaciones fronterizas habidas
en su particular trayectoria histórica.
8.- Ver: Sergio Rincón. “Rusia cuadriplica su inversión en México”.
UNIVISIÓN–América Latina (27-01-2018).
9.- Ver: Alicia García. “Rusia en la carrera comercial por África”. El
Orden Mundial (21-02-2019).
10.- Idem.
11.- Idem.
12.- Idem.
13.- Ver: Sputnik (29-05-2018).
14.- Asia Central, tiene una superficie de 4 millones de Km2., superior a
la de India, aunque inferior a la mitad de la superficie de China. La región
está habitada por 60 millones de personas, repartida entre las cinco repúblicas
centroasiáticas, de las que Uzbekistán es lamás poblada, con 30 millones de
habitantes y Turkmenistán (que no pertenece a la OCS) es la menos poblada, con
tan sólo 5 millones. En la región, existe una gran diversidad étnica y, con
cierta frecuencia, se producen conflictos interétnicos, sobre todo en el valle
de Ferganá, antiguo centro cultural y político del islam en Asia Central.
Este valle es, por así decirlo, el corazón de Asia Central y su zona más
densamente poblada. Tiene unos 12 millones de habitantes, registra una alta
tasa de natalidad y más de la mitad de su población es menor de 18 años. El
paro se cifra en una tasa cercana al 50%; se registran frecuentes disputas por
la propiedad de la tierra, así como por la utilización de los recursos hídricos
y es el centro más importante del terrorismo yihadista de toda la región.
Además, Asia Central es una región con importantes recursos energéticos y
minerales, aunque se encuentran desigualmente repartidos. Sus principales
exportaciones son: el aluminio (Tayikistán), algodón (Tayikistán y Uzbekistán),
el oro (Kirguistán), el petróleo y el gas natural (Kazajistán Uzbekistán y
Turkmenistán).
Kazajistán tiene unas reservas de 40.000 millones de barriles de petróleo
(aproximadamente la mitad que las de Rusia) y casi el 2% de as reservas
reconocidas de gas natural del planeta y también posee importantes reservas de
uranio y de carbón. Por su parte, Turkmenistán ocupa la quinta posición mundial
en cuanto a sus reservas de gas natural.
Para más información sobre esta región de Asia, ver: Miriam González
Francisco. “Las nuevas Rutas de la Seda
en Asia Central y sus efectos en las relaciones internacionales”. Documento
Marco 18/2018. IEEE (04-09-2018).
15.- Como parte de estas infraestructuras, hay que incluir al “tren de la
seda” que une (desde 2014) a Madrid con la ciudad china de Yiwu, situada a 13.052 Km de distancia y
que atraviesa 8 países (España, Francia, Alemania, Polonia, Bielorrusia, Rusia
y Kazajistán, hasta llegar a China). Un tren que sale de Madrid dos veces a la semana
y que tarda 16 días en llegar a su destino.
16.- El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII o AIIB, por
sus siglas en inglés) es una institución financiera creada a propuesta de
China. Su propósito es el de proporcionar financiación para proyectos de
infraestructura en Asia,
en base a un sistema financiero de préstamos y al fomento del sistema de “libre
mercado” en los países asiáticos.
El BAII está considerado por algunos como una versión asiática
del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), que
pretende competir con el Banco de Desarrollo Asiático (BDA o ADB, por sus
siglas en inglés), creado para defender los intereses de EEUU, Japón y la UE en
Asia. El BAII fue propuesto por Xi Jinping
en 2013 y creado en Pekin en 2014. China aportó inicialmente al nuevo banco la
cifra de 100.000 M
de $ (equivalente al 50% de los fondos con que contaba en aquella fecha el BM. Actualmente,
el BAII cuenta con 87 miembros, entre los que se encuentran varios países
occidentales tales como el Reino Unido, Francia, Alemania, España e Italia.
También es miembro del BAII Corea del Sur, el otro gran aliado de EEUU en Asia,
después de Japón.
17.- Ver: “China: Rusia es el socio más importante en el
proyecto Ruta de la Seda”. HISPAN TV (16-09-2018).
18.- Ver: Juan Carlos Gachúz y María Paula Zaldívar. “La
expansión comercial de China en África: Oportunidades y desafíos”. Revista de
Comercio Exterior Bancomext. Nº 17 (Enero-Marzo de 2019). México.