lunes, 18 de marzo de 2019

SOBRE EL IMPERIALISMO (y II)


Como decíamos más arriba, desde el punto de vista de la cuantía de sus inversiones de capital en el extranjero, Rusia ocupa un lugar más modesto, en comparación con EEUU y China, e incluso con otras potencias imperialistas que tienen una posición menos importante que ella si atendemos a su demografía, superficie, capacidad militar (convencional y nuclear), etc.

Ello es así porque desde que accediese Putin al poder en la Federación Rusa, la política exterior de este país ha estado regida por lo que se ha denominado “doctrina Primakov” [7]. Basándose en el “multilateralismo”, ha tratado de contrarrestar la actuación unilateral intervencionista de EEUU pero, fundamentalmente, su objetivo ha consistido en mantener su influencia en la zona centro-este de Europa. Es decir en el cinturón de países que llegaron a formar parte de la URSS antes de su disgregación (en 1990-91) o del COMECON y del Pacto de Varsovia, muchos de los cuales hoy forman parte de la UE o incluso de la OTAN. Se puede decir que, en general, su política exterior ha tenido un carácter más bien defensivo.


Si bien la Federación Rusa no se caracteriza por ser uno de los países más exportadores de capital, sin embargo mantiene una relación comercial con numerosos países en base a un reducido número de exportaciones: petróleo, tecnología de centrales nucleares, material ferroviario, maquinaria agrícola, armas, así como contratación de empresas privadas paramilitares, etc.

Pero ello no implica que su exportación de capitales, a pesar de no resultar muy significativa, carezca de importancia. Ello se debe a  tiene un carácter planificado y estratégico, lo que le confiere una especie de efecto “multiplicador”.

Por ejemplo, debemos tener en cuenta su exportación de capitales a México y a Argentina. En México, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), las inversiones de capital ruso aumentaron en un 414%. En 2012, había en México 52 empresas con capital ruso, mientras que en 2017 su número había ascendido a 79. En 2016, Rusia había invertido 1,7 M de $ para construir tuberías de almacenamiento y transporte de gas natural en 12 Estados mexicanos. En un año, la inversión rusa en los gasoductos mexicanos pasó a 9,8 M de $.

A mediados de 2017, la petrolera rusa Lukoil ganó dos licitaciones de contratos para efectuar exploraciones en el Golfo de México, anunciando unas inversiones de unos 50 M de $ para los meses siguientes [8].

Argentina es otro de los mayores receptores de inversiones de capital ruso en América Latina. Las empresas rusas están invirtiendo importantes capitales en diferentes proyectos que se desarrollan en este país e incluso, algunas de ellas, están estudiando la posibilidad de localizar la fabricación de sus productos en ese país. En especial, el gigante del transporte ferroviario ruso Transmashholding.

Esta empresa que fabrica y exporta vagones de metro y locomotoras a 11 países, que ya tiene una posición dominante en varios de los Estados que pertenecieron a la antigua URSS, y cuyo material ferroviario también es empleado en Finlandia, Polonia, China, Guinea y otros países, invirtió recientemente 3 M de $ en el proyecto de reinaguración de unos nuevos talleres ferroviarios de Mechita, en la provincia de Buenos Aires, que permanecían inactivos desde 2011. La citada empresa rusa pretende establecer en dicha localidad una línea de producción para exportar material ferroviario al resto de América Latina.

Por su parte, el banco ruso Gazprombank está tratando de desarrollar un proyecto de instalaciones portuarias en la zona del río Paraná, en el sur de la provincia de Santa Fé. Otra de las empresas rusas que se está introduciendo en Argentina es PhosAgro, una de las mayores productoras de fertilizantes.

Rusia también ha entrado en competencia con otras potencias (EEUU, China y la UE) por el control de diversas áreas económicas (productivas y financieras) en África. Aunque sus cifras de comercio e inversión de capitales resulten todavía más reducidas que las de sus competidores, sin embargo han crecido exponencialmente en la última década.

Pero Rusia no está solo especializada en la exportación de armas y equipos militares, como se cree habitualmente, sino también en servicios a través de empresas militares privadas que operan en varios países africanos [9]. Unos contratos de servicios que, en muchas ocasiones, han sido una estrategia previa a la realización de otro tipo de contratos mercantiles o de inversiones de capitales. Así, el ritmo de la inversión directa de capital ruso en África creció un 185% entre 2005 y 2015 [10].

En el terreno de los recursos naturales, varias empresas rusas se han lanzado a realizar inversiones en las minas sudafricanas. Por ejemplo, el grupo Renova invirtió en 2012 350 M de $ en minas de manganeso y Norilsk Nickel, poco más tarde, invertiría 100 M de $ en la reconstrucción de una planta de cobre y níquel [11]. También se encuentra el capital ruso detrás de las minas de platino de Zimbabue y de la importación de uranio desde Namibia [12].

La Organización de Cooperación de Shangai

Este organismo se creó en junio de 2001 y sus miembros fundadores fueron: China, Rusia, Kazajistán, Uzbekistán, Kirguistán y Tayikistán. En 2017, entraron también a formar parte de la organización, como miembros de pleno derecho, India y Pakistán. También participan en la OCS, en calidad de observadores, Afganistán, Bielorrusia, Irán y Mongolia. Y tienen la consideración de “socios de diálogo”, Armenia, Azerbayán, Camboya, Nepal, Sri Lanka y Turquía (que, además, también es miembro de la OTAN).

Según declaró el Viceministro de Exteriores ruso, Ígor Morgulov al intervenir en la ceremonia inaugural de la conferencia internacional “Rusia y China, cooperando en una nueva época”:

“Hoy la OCS reúne al 44% de la población mundial y más del 20% del producto bruto mundial” [13]. 

Sus creadores definen la OCS como “un bloque regional –euroasiático- económico, político y de seguridad” y, todo parece indicar que, además de su pretensión original de luchar contra el terrorismo islamista, su función  real es la de contrarrestar la presencia de la OTAN y de EEUU en Asia Central [14] y Afganistán.

China, Rusia y la “Nueva Ruta de la Seda”.

Este mega-proyecto, también denominado “una franja, una ruta” fue expuesto por el Presidente Xi Jinping a Rusia, Kazajistán y Bielorrusia en 2013. Muy en líneas generales, el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, consiste en conectar a China, con Asia Central y Oriente Medio, por la antigua Ruta de la Seda. A lo cual habría que añadir una ruta marítima, en parte paralela, aunque más amplia, que se extendería desde China, hacia Oriente Medio y África, y que contaría con una prolongación hasta América Latina.

La red vial y marítima, contaría con una serie de infraestructuras tales como: carreteras, autopistas, ferrocarriles de alta velocidad [15], puertos y aeropuertos. Por su parte, la infraestructura energética, contaría con una serie de gaseoductos y oleoductos, entre Asia Oriental, Asia Central y Europa.

En este proyecto, que ya se encuentra parcialmente en marcha, se verán implicados entre 65 y 70 países, entre los cuales agrupan al 70% de la población del planeta, el 55% del PIB mundial, así como el 75% de las reservas energéticas mundiales.

Un ejemplo de la enormidad del proyecto lo tenemos, por ejemplo, en África. En el marco de la Nueva Ruta de la Seda, China tiene en proyecto unir Yibuti, en el cuerno de África (Confluencia del Mar Rojo con el Golfo de Adén), donde ya cuenta con una base militar y una terminal portuaria, con Dakar (Senegal) en la costa atlántica, a 8.430 Km de distancia, mediante un ferrocarril que atraviese todo el continente africano. 

Un proyecto global, el de la Nueva Ruta de la Seda, cuyo coste se estima en unos 8 billones de dólares, que aunque no sería sufragado exclusivamente por China, si correspondería a esta potencia una parte sustancial del mismo. La mayor parte de los países que son atravesados por esta Nueva Ruta de la Seda, habrían de contribuir a su coste, en cierta medida. Pero el papel financiero principal lo desempeñaría el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras [16], promovido por China y del que forman parte unos 87 miembros.

Rusia también desempeña un papel importante en este macro-proyecto, aunque secundario con respecto al desempeñado por China. Según unas declaraciones que efectuó el pasado mes de septiembre Yui Tsun, consejero del departamento para Eurasia de la Cancillería de China, en un foro económico de cooperación entre China y Rusia, aquel país considera a Rusia como el socio más importante en el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda.

“Rusia seguirá siendo nuestro socio más importante dentro de la iniciativa Un cinturón una Ruta. La amplia cooperación, beneficiosa para nuestros países, ha sido posible gracias al alto nivel al que han llegado las relaciones políticas entre nosotros” [17].

En septiembre de 2018 se llevó a cabo la cumbre del Foro de Cooperación China-África (FOCAC) en Pekín, donde se hicieron importantes anuncios de cooperación económica, política y de seguridad entre China y África. El presidente chino Xi Jinping anunció una partida de 60 mil millones de dólares en concepto de financiamiento a África, en forma de asistencia gubernamental, así como inversiones y créditos por parte de instituciones financieras y empresas.

Ello incluiría unos 15.000 M de $ en donaciones, préstamos sin interés o a bajo interés; otros 20.000 M de $ en líneas de crédito; así como la creación de un fondo especial de 10.000 M de $ destinado al “financiamiento del desarrollo” y otro fondo de 5.000 M de $ destinado a financiar importaciones de África [18].

El gigantesco proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, es utilizado por China para conceder créditos “blandos” tanto a los gobiernos, en forma de Inversión Extranjera Indirecta (IEI), como a las empresas, para comprar maquinaria y tecnología chinas; así como para llevar a cabo una importante exportación de capitales al continente africano, en forma de Inversión Extranjera Directa (IED), así como hacerse con el control de buena parte de sus recursos mineros.


NOTAS

7.- El nombramiento de Yevgeni Primakov, a principios de 1996, como Ministro de Asuntos Exteriores, bajo la presidencia de Boris Yeltsin, dió un nuevo impulso y una orientación distinta a la política exterior rusa, tanto en su base doctrinal como en la práctica diplomática.

La “Doctrina Primakov”, también llamada “Doctrina Multivectorial”, se configura como un conjunto de declaraciones, de objetivos y métodos, de tal modo que hoy día, con Vladimir Putin en la Presidencia del país, continúa siendo la política exterior de mayor alcance para la posición exterior de Rusia desde 1991.

Esto se debe a que dicha doctrina combina una visión pragmática de las relaciones internacionales, con una proyección de futuro, con aspectos ideológicos en cuanto a su concepción de identidad nacional, que hunden sus raíces en la historia imperial (zarista).

La “Doctrina Primakov” define elementos de continuidad estructural en la política exterior de un territorio, con independencia de los distintos cambios que se hayan producido en la naturaleza y configuración del Estado, en los principios ideológicos que lo sustentan o en las modificaciones fronterizas habidas en su particular trayectoria histórica.

8.- Ver: Sergio Rincón. “Rusia cuadriplica su inversión en México”. UNIVISIÓN–América Latina (27-01-2018).

9.- Ver: Alicia García. “Rusia en la carrera comercial por África”. El Orden Mundial (21-02-2019).

10.- Idem.

11.- Idem.

12.- Idem.

13.- Ver: Sputnik (29-05-2018).

14.- Asia Central, tiene una superficie de 4 millones de Km2., superior a la de India, aunque inferior a la mitad de la superficie de China. La región está habitada por 60 millones de personas, repartida entre las cinco repúblicas centroasiáticas, de las que Uzbekistán es lamás poblada, con 30 millones de habitantes y Turkmenistán (que no pertenece a la OCS) es la menos poblada, con tan sólo 5 millones. En la región, existe una gran diversidad étnica y, con cierta frecuencia, se producen conflictos interétnicos, sobre todo en el valle de Ferganá, antiguo centro cultural y político del islam en Asia Central.

Este valle es, por así decirlo, el corazón de Asia Central y su zona más densamente poblada. Tiene unos 12 millones de habitantes, registra una alta tasa de natalidad y más de la mitad de su población es menor de 18 años. El paro se cifra en una tasa cercana al 50%; se registran frecuentes disputas por la propiedad de la tierra, así como por la utilización de los recursos hídricos y es el centro más importante del terrorismo yihadista de toda la región.

Además, Asia Central es una región con importantes recursos energéticos y minerales, aunque se encuentran desigualmente repartidos. Sus principales exportaciones son: el aluminio (Tayikistán), algodón (Tayikistán y Uzbekistán), el oro (Kirguistán), el petróleo y el gas natural (Kazajistán Uzbekistán y Turkmenistán).

Kazajistán tiene unas reservas de 40.000 millones de barriles de petróleo (aproximadamente la mitad que las de Rusia) y casi el 2% de as reservas reconocidas de gas natural del planeta y también posee importantes reservas de uranio y de carbón. Por su parte, Turkmenistán ocupa la quinta posición mundial en cuanto a sus reservas de gas natural.

Para más información sobre esta región de Asia, ver: Miriam González Francisco.  “Las nuevas Rutas de la Seda en Asia Central y sus efectos en las relaciones internacionales”. Documento Marco 18/2018. IEEE (04-09-2018).

15.- Como parte de estas infraestructuras, hay que incluir al “tren de la seda” que une (desde 2014) a Madrid con la ciudad china de Yiwu, situada a 13.052 Km de distancia y que atraviesa 8 países (España, Francia, Alemania, Polonia, Bielorrusia, Rusia y Kazajistán, hasta llegar a China). Un tren que sale de Madrid dos veces a la semana y que tarda 16 días en llegar a su destino.

16.- El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII o AIIB, por sus siglas en inglés) es una institución financiera creada a propuesta de China. Su propósito es el de proporcionar financiación para proyectos de infraestructura en Asia, en base a un sistema financiero de préstamos y al fomento del sistema de “libre mercado” en los países asiáticos.

El BAII está considerado por algunos como una versión asiática del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), que pretende competir con el Banco de Desarrollo Asiático (BDA o ADB, por sus siglas en inglés), creado para defender los intereses de EEUU, Japón y la UE en Asia. El BAII fue propuesto por Xi Jinping en 2013 y creado en Pekin en 2014. China aportó inicialmente al nuevo banco la cifra de 100.000 M de $ (equivalente al 50% de los fondos con que contaba en aquella fecha el BM. Actualmente, el BAII cuenta con 87 miembros, entre los que se encuentran varios países occidentales tales como el Reino Unido, Francia, Alemania, España e Italia. También es miembro del BAII Corea del Sur, el otro gran aliado de EEUU en Asia, después de Japón.

17.- Ver: “China: Rusia es el socio más importante en el proyecto Ruta de la Seda”. HISPAN TV (16-09-2018).

18.- Ver: Juan Carlos Gachúz y María Paula Zaldívar. “La expansión comercial de China en África: Oportunidades y desafíos”. Revista de Comercio Exterior Bancomext. Nº 17 (Enero-Marzo de 2019). México.