Un artículo de Alejandro Nadal, publicado en LA JORNADA
Hace tres meses Trump retiró a Estados Unidos del
acuerdo con Irán en materia nuclear, que fue firmado en 2015 e incluyó a ese
país, a los miembros del Consejo de seguridad de Naciones Unidas y Alemania.
Los demás signatarios y la Agencia Internacional de Energía Atómica consideran
que Teherán está cumpliendo los términos del acuerdo; pero el ocupante de la
Casa Blanca ha preferido denunciar el pacto e imponer sanciones económicas y
financieras sobre la república islámica.
El castigo tendrá serias consecuencias sobre la
economía iraní. Las actividades afectadas en lo inmediato rodean el sector
automotriz, la compra de aviones comerciales y hasta la adquisición de metales
preciosos. Por eso es que el rial, la divisa iraní, se ha devaluado 40 por
ciento en los últimos tres meses. Y en noviembre entrará en acción una segunda
ola de sanciones que afectarán al sector petrolero y al sistema financiero de
la república islámica, incluyendo el banco central.
La Unión Europea (UE) ha lamentado la decisión
estadunidense. Pero Trump ha respondido amenazadoramente que aquellos que no reduzcan
sus vínculos económicos con Irán tendrán que atenerse a las consecuencias.
¿Podrán los europeos proteger sus empresas frente a las amenazas de Estados
Unidos? La Comisión Europea ha reiterado su compromiso de mantener los canales
financieros con Irán, así como sus importaciones de petróleo y gas. Pero
algunos proyectos económicos que hoy se encuentran amenazados incluyen una
inversión de la empresa francesa Total de 5 mil millones de dólares (mmdd) para
desarrollar el campo de gas natural más grande del mundo, otra inversión de una
empresa noruega para construir plantas solares y el compromiso de Airbus para
vender cien aviones a Iran Air.
Para proteger estos y otros proyectos la UE ha
activado el llamado Estatuto de bloqueo, un mecanismo adoptado en 1996 para
contrarrestar los efectos de sanciones económicas impuestas por otros países.
El estatuto permite a empresas europeas desconocer resoluciones judiciales
impuestas extraterritorialmente. Pero las nuevas sanciones financieras van
mucho más lejos que cualquier medida relacionada con un bloqueo o boicot
comercial.
El 6 de agosto venció el plazo fijado por Washington
para que las empresas europeas no energéticas cerraran todas las transacciones
en dólares con entidades iraníes y para las empresas en el sector energético el
plazo vence el 4 de noviembre. A partir de esas fechas una empresa europea
podría, por ejemplo, establecer una empresa fantasma para evadir el boicot
comercial. Pero ningún banco europeo aceptaría poner en riesgo su acceso al espacio
financiero en el que sigue dominando el dólar estadunidense.
En 2010 el Congreso estadunidense aprobó la Ley
111-95, que recurre al arma más importante en el arsenal económico: el bloqueo
de las transacciones financieras. Esa norma establece un castigo letal, no sólo
a los bancos iraníes, sino a cualquiera que tenga tratos financieros con esas
entidades. Básicamente la ley estipula que cualquier banco extranjero con
relaciones de corresponsalía con bancos en Irán sería excluido del espacio
financiero estadunidense. En 2011 el castigo se extendió para cubrir
transacciones con el banco central de Irán.
Esas son las sanciones que hoy enfrentan los bancos
europeos. Si deciden mantener relaciones con entidades iraníes perderán sus
cuentas de corresponsalía con el sistema bancario y financiero de Estados
Unidos. Eso tendría como efecto en cascada la pérdida de una cantidad
importante de su cartera de clientes y todas sus operaciones en las que
intervienen dólares se verían seriamente perturbadas.
Estas sanciones secundarias colocan a las economías
europeas directamente en la línea de fuego. Con razón el ministro de finanzas
francés ha declarado con irritación que Europa no puede convertirse en un
vasallo de Estados Unidos. Pero una encuesta reciente reveló que la mayoría de
las empresas y bancos europeos creen que el Estatuto de bloqueo es un tigre de
papel.
A Irán le queda el apoyo de Rusia y China. Será un
recurso importante y quizás Teherán fortalezca su alianza con esas potencias,
algo que Washington seguramente ya estará anticipando. Pero aun para las
empresas de esos países la amenaza de quedar fuera del espacio financiero
estadunidense será un elemento a tomar en cuenta y tendrán que tomar sus
providencias.
Sabemos que el gasto militar de Estados Unidos supera
el de los siguientes 10 países en esa escala. Pero si las sanciones impuestas
contra Irán son susceptibles de tener más impacto que antes, eso no se debe al
gigantesco arsenal militar estadunidense sino a la capacidad de Washington de
utilizar su hegemonía monetaria en la economía mundial. Y si bien es cierto que
algún día la supremacía del dólar llegará a su fin, mientras se mantenga esa
posición dominante el mundo no podrá evadir los efectos de la militarización
del espacio financiero.