miércoles, 22 de agosto de 2018

EN DEFENSA DEL GAZTETXE MARAVILLAS



Ha pasado casi un año desde que el palacio Marqués de Rozalejo, en pleno centro de Iruñea, se convirtiera en Maravillas gaztetxea. Un año de este proyecto en común de jóvenes de la capital navarra que ha servido, y lo sigue haciendo, como espacio donde desarrollar luchas, como infraestructura de apoyo y solidaridad de clase.

El gaztetxe Maravillas ha saltado a las portadas de los medios de comunicación estos días por el repentino interés mostrado por el Gobierno del cambio de Navarra en dicho edificio. Un edificio deteriorado por el paso del tiempo y el abandono institucional y que poco les importaba antes de su okupación.

Pese a que nos vendan otra cosa, el Gobierno del cambio de Navarra se parece mucho al anterior Gobierno del régimen pues, con el desalojo violento del gaztetxe, ha dejado bien claro que el cambio al que se refieren tiene un límite. El límite de la defensa de la apropiación individual de la producción colectiva, el límite de la defensa de la propiedad privada base sobre la que se sostiene todo su entramado económico, político y judicial.

Frente a los poderes dominantes y al sistema que sustentan, los gaztetxes son auténticos espacios de contrapoder popular, verdaderos instrumentos de aprendizaje para las y los jóvenes. Se trata de espacios donde poner en práctica métodos de autoorganización, de autogestión y de lucha.

Los gaztetxes ya se han convertido en una parte imprescindible del paisaje de nuestros barrios, ciudades y pueblos. Son un espacio de libertad y potenciador de nuestro tejido asociativo y vecinal, nexo de unión de la comunidad donde se ubican. Los gaztetxes fomentan la solidaridad frente al individualismo, el apoyo mutuo frente a la competitividad, la toma de decisiones en común frente a la jerarquía… y para nosotras, los y las revolucionarias, se trata de espacios donde unir las distintas luchas –antipatriarcales, ecológicas, por el derecho a una vivienda y un salario justo…- y enfocarlas hacia la raíz que sostiene este sistema tremendamente injusto y depredador.

Por eso, el movimiento de autoorganización de los gaztetxes se puede y se debe inscribir en la estrategia revolucionaria de lucha por la Revolución Vasca. De ahí que no debamos cejar en la defensa de estos espacios de autoorganización popular y nos hayamos de esforzar por hacerlos florecer por toda la geografía vasca.