lunes, 7 de noviembre de 2016

99 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE



El 7 de noviembre de 1917 (25 de octubre según el calendario que regía en la Rusia de entonces), triunfó la revolución bolchevique. Este acontecimiento tuvo una gran transcendencia no sólo para el proletariado ruso sino para todo el proletariado mundial y los movimientos de liberación de los pueblos oprimidos. Supuso un cambio radical en la organización proletaria, en su cultura y, sobre todo, en la posibilidad de alcanzar y afianzar un proceso revolucionario y vislumbrar que los objetivos que se perseguían eran plenamente alcanzables.

En el terreno ideológico supuso, entre otras cosas, abrir una brecha sin precedentes entre el marxismo, como ideología proletaria y revolucionaria, y la socialdemocracia desenmascarando a ésta como ideología burguesa y puntal de los estados capitalistas.

Un claro ejemplo de esto lo acabamos de sufrir en el Estado español en donde la “socialdemocracia clásica” (PSOE) acaba de apuntalar el gobierno del PP y con él a un Estado que se encuentra en una crisis política sin precedentes en los últimos años.

El marxismo, al igual que hace un siglo, se enfrenta a aquellos que pretenden desvirtuarlo y desviar al movimiento obrero de la conquista de sus objetivos revolucionarios con palabrería altisonante. Hoy en día ya no se trata de enfrentarse a la “vieja” socialdemocracia, pues su carácter ha quedado ampliamente demostrado durante largo tiempo. Hoy en día los enemigos de la revolución tienen distintas caras pero idénticos objetivos, los de confundir al movimiento obrero organizado y desviarlo de sus metas más inminentes, la revolución socialista.

En los últimos tiempos ha renacido esa rancia socialdemocracia bajo nuevas formas, nuevas organizaciones y coaliciones, con un discurso con “altura de miras” y reconduciendo el movimiento de resistencia de “la calle” a las instituciones. Instituciones del capital que imponen nuevas reformas que se traducen en recortes sociales y en la pauperización creciente de mayores capas de la población, sobrepasando a las clases trabajadores y alcanzando de lleno a las capas inferiores de la pequeña burguesía.

Pero también nos encontramos a quienes, en nombre del comunismo, critican, al igual que lo hacemos desde estas líneas, la forma en que esta “nueva” socialdemocracia ha desarmado a los movimientos de resistencia. Y sueñan con volver a un pasado, poco susceptible de repetirse, en el que habían hecho dejación de la labor de vanguardia y se sentían cómodos como seguidores de dichos movimientos. Nos referimos a todos aquellos revisionistas del marxismo que durante tantos años han acudido a diversas manifestaciones enarbolando banderas con hoces y martillos y con retratos de Lenin en la solapa que, bajo esta “apariencia revolucionaria” han cumplido la misma misión que la socialdemocracia clásica, apartar al pueblo trabajador del camino revolucionario.

Hoy en día, no contamos con el respaldo de una revolución triunfante como la de octubre y el marxismo ha sido desplazado de su posición de vanguardia. Es por ello que no podemos ni despreciar el recorrido revolucionario que se inició con la Revolución de octubre, ni asumirlo de manera acrítica como hace el revisionismo dando por bueno todo lo acontecido en el extinto campo socialista.

Se hace necesario realizar balance, crear las condiciones ideológicas, políticas y organizativas que permitan a la clase obrera ocupar una posición hegemónica, en nuestro caso, dentro del Pueblo Trabajador Vasco y colocarnos en una posición de vanguardia del proceso revolucionario y de liberación nacional.