miércoles, 9 de diciembre de 2015

ANTE EL 20-D



[...]todos ellos están de acuerdo en cambiar algo para que nada cambie y, sobre todo, que coinciden en sus verdaderas intenciones de frenar el desarrollo de la lucha de clases y de desviar el movimiento obrero y popular hacia reivindicaciones intrascendentes, contribuyendo así a consolidar el sistema socioeconómico y político que se instauró durante la “transición”.

El próximo día 20 se celebrarán las elecciones generales en el Estado español. Unas elecciones que van a tener lugar en un contexto que se caracteriza por:

a)    La persistencia de la crisis global del capitalismo y, en concreto, de la crisis económico-financiera, aunque en los últimos meses esta haya experimentado una relativa atenuación, de carácter coyuntural;

b)    el agravamiento de las contradicciones inter-imperialistas entre los dos grandes bloques; el todavía hegemónico, formado por EEUU y la UE, y el ascendente, formado alrededor de China y Rusia. Unas contradicciones que han dado lugar a la sangrienta guerra civil de Siria y a una fuerte escala de violencia en el conjunto de la región de Oriente Medio (Irak, Palestina, Líbano, Turquía, Yemen, etc.), a la que viene a añadirse la irrupción del terrorismo yihadista del Daesh;

c)    el apuntalamiento del papel hegemónico del imperialismo yanqui (que se encontraba debilitado por el ascenso de China en el plano internacional) a raíz de la firma del acuerdo de la ASEAN para transformarse en un Mercado Único del Sureste Asiático, en la perspectiva del proyecto del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (también conocido como TPP, por sus siglas en inglés), auspiciado por EEUU;

d)    La creciente subordinación de la UE a EEUU, tanto en el plano económico-comercial (actualmente negociando en secreto el TTIP) como en el político-diplomático y militar;

e)    la crisis de la organización territorial del Estado español, especialmente agudizada en Cataluña, donde se está desarrollando un proceso de “desconexión” (proclamación unilateral de independencia); y

f)     La progresiva pauperización del proletariado y las clases populares que la nueva reforma laboral está propiciando con la destrucción de puestos de trabajo “estables”, el desarrollo de la contratación “a tiempo parcial” y el incremento de la contratación temporal por un salario cada vez más menguante, lo que está produciendo el fenómeno del “trabajador pobre”.

En este marco van a tener lugar las elecciones generales del 20-D. Según indican las últimas encuestas y sondeos de opinión, la crisis del bipartidismo que hasta hace unos meses se estaba agravando, ahora se está aliviando y no parece que vaya a ser tan aguda.

A lo sumo, se prevé un descenso de los apoyos electorales del PP y del PSOE, pero que no será tan drástico como se aseguraba y no supondrá el derrumbe de los dos partidos que hasta ahora han venido sustentando el régimen surgido en la “transición”. Posiblemente, la situación en Cataluña haya favorecido esta atenuación de la crisis del bipartidismo.

Por su parte, los partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, pasarían a convertirse en la tercera y cuarta fuerza, respectivamente, con lo que se daría paso a un bipartidismo atenuado o un tetra-partidismo. Ambos partidos están haciendo verdaderos esfuerzos para parecer “sensatos” y representantes de la “centralidad” del sistema político español.

En esta situación, el PSOE plantea una “reforma” constitucional que podría afectar a la organización territorial del Estado en un sentido “federalizante”. Sin embargo, hasta ahora no ha explicado mínimamente el alcance de dicha reforma y todo parece indicar que no va a ir más allá de un cambio de terminología, de tal forma que las actuales comunidades autónomas pasen a convertirse en regiones federadas, manteniendo las mismas competencias o incluso más reducidas si cabe, como consecuencia de la creciente recentralización del Estado, que en la práctica defienden tanto el PP como el PSOE. Incluso hasta el PP ha empezado a hablar de reformar la constitución.

Por su parte, el PNV está preparándose para llegar a acuerdos con el que resulte vencedor en las elecciones, como muestra de su total falta de escrúpulos y de ética política. Mientras EH Bildu apuntala su estrategia de jugar su partida dentro del sistema y justifica su participación diciendo eso de “ir a Madrid para decidir en Euskal Herria”.

Sin embargo, ningún partido aborda los problemas reales. Ya no vamos a referirnos al PP o al PSOE, representantes ambos de los intereses de la gran burguesía española, aunque de diferentes fracciones de esa clase y con distintos “matices” a la hora de plantear la política económica sino que tampoco los aborda el resto. Y que conste que no pretendemos de ninguno de estos partidos que plantee un programa “revolucionario” (nada más lejos de nuestra intención) sino que únicamente tratamos de poner de relieve que ninguno de ellos plantea soluciones que pudieran tener un carácter mínimamente democrático, como sería el caso del reconocimiento del derecho de autodeterminación para las naciones oprimidas por el Estado español; ni mantiene una postura de defensa de la soberanía nacional (de la española, ¡por supuesto!) frente a las crecientes imposiciones de la UE; ni está dispuesto a romper con la OTAN (que subordina al conjunto de Estados miembros a los intereses geoestratégicos y militares de EEUU, acrecentando el peligro de guerra); ni en el terreno de las reformas económicas pretende ir más allá de la “lucha contra la corrupción” o de unas tímidas reformas fiscales.

Atendiendo a los postulados que cada partido defiende en el terreno de la política económica, nos encontramos dos bloques (claro está, tal y como venimos comentando, que ninguno de ambos pretende una ruptura con régimen del 78): el que defiende un punto de vista “clásico” neoliberal (en el que se encuadran PP, Ciudadanos, PNV y otras fuerzas nacionalistas) y cuya práctica política la venimos sufriendo especialmente estos últimos años, y el que defiende el punto de vista neokeynesiano, cuya base material se encuentra en la sobreexplotación de las masas populares y la opresión sobre otros pueblos (en este bloque encontramos tanto al PSOE, como a socialdemócratas redivivos al estilo de Podemos o EH Bildu, entre otros).

En definitiva, que todos ellos están de acuerdo en cambiar algo para que nada cambie y, sobre todo, que coinciden en sus verdaderas intenciones de frenar el desarrollo de la lucha de clases y de desviar el movimiento obrero y popular hacia reivindicaciones intrascendentes, contribuyendo así a consolidar el sistema socioeconómico y político que se instauró durante la “transición”.