jueves, 26 de marzo de 2015

INDEPENDENCIA, SOBERANÍA Y “NO DEPENDENCIA”



Sólo un Estado Socialista Vasco, garantizará la soberanía y la no dependencia de Euskal Herria

Hace unos meses, propusimos llevar a cabo una reflexión sobre una serie de cuestiones, con el fin de superar la actual situación de “desorientación ideológica y política de la izquierda abertzale, así como su falta de perspectivas, y de recuperar la capacidad combativa del movimiento popular”. Siguiendo con esta reflexión, en el presente artículo, tratamos de dar respuesta a la pregunta:

4.- ¿Cómo debemos entender la independencia? ¿Es factible alcanzar una situación efectiva de “no dependencia” en plena globalización?
_____________________________________________________________

INDEPENDENCIA, SOBERANÍA Y “NO DEPENDENCIA”

Los países y los Estados no pueden permanecer aislados unos de otros. Ninguno de ellos produce todo lo que necesita, ya se trate de productos alimenticios, materias primas, maquinaria, tecnología, etc. De ahí la necesidad que todos ellos tienen de mantener entre sí relaciones económicas y comerciales. De ahí, también, la necesidad que tienen de mantener entre ellos relaciones políticas y diplomáticas, incluso entre Estados con regímenes sociales diferentes. Y, por supuesto, también la necesidad de mantener relaciones culturales y deportivas.

Pero todas estas relaciones, a pesar de ser necesarias, se hallan fuertemente condicionadas por la naturaleza del medio social y económico en el que se desarrollan. No olvidemos que vivimos en el modo de producción capitalista. En este contexto, los países capitalistas desarrollados (imperialistas) utilizan las necesarias relaciones políticas, económicas y comerciales con otros países únicamente en provecho propio y, más en concreto, en beneficio de la clase dominante de los primeros.

De esta manera, realizan sus inversiones en los sectores económicos claves (estratégicos) de otros países con objeto de controlar, a través de ellos, el conjunto de sus economías. Se adueñan de todos aquellos sectores que les pueden proporcionar productos alimenticios o materias primas, a precios baratos, como la agricultura, la pesca, la minería, etc., provocando su especialización productiva, mientras que venden a estos países productos manufacturados, maquinaria y bienes de equipo, así como tecnología, a precios elevados.

Es lo que se llama intercambio desigual, cuyos efectos son completamente negativos para los países que lo sufren, ya que los encierra en una creciente espiral de dependencia económica y de subordinación política hacia los países más “desarrollados” (imperialistas). El desequilibrio de sus balanzas comerciales es cada vez mayor y con ello aumenta de día en día su deuda externa, ya sea pública o privada. Al mismo tiempo, una balanza comercial deficitaria repercute sobre el conjunto de la situación económica de cada país dependiente.

En este proceso de creciente subordinación y dependencia, intervienen organismos financieros internacionales tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), ambos controlados por los países imperialistas, especialmente por EEUU. Estos organismos conceden créditos a determinados países, por ejemplo para construcción de infraestructuras, que después deben ir devolviendo a unos intereses tan elevados que hipotecan sus economías durante décadas. Al mismo tiempo, los organismos acreedores, para garantizarse la devolución del capital prestado y el pago de los intereses que ha generado, imponen a los gobiernos de los países deudores la realización de reformas y recortes sociales cuyos efectos repercuten en gran medida sobre las clases populares.

La subordinación de unos países capitalistas a otros, más desarrollados, con la consiguiente diferenciación entre centro y periferia, ha sido una consecuencia del propio desarrollo del modo de producción capitalista en su fase imperialista e incluso se remonta al periodo colonialista. Han sido tres los factores fundamentales que han conducido a la diferenciaciación entre los países y a la situación de dependencia y subordinación de unos respecto a otros: a) la desarticulación de las economías periféricas; b) la división internacional del trabajo; y c) la configuración desigual del mercado mundial.

Pero la subordinación de unos países capitalistas a otros, más desarrollados, no sólo tiene lugar en Asia, África o en América Latina, sino que también ocurre en la propia Europa. En el interior de la UE se ha ido produciendo un desarrollo desigual que ha conducido a la aparición de un grupo de países que constituyen lo que podríamos llamar el “centro” del sistema, en el que Alemania ocupa una posición hegemónica. Y, al mismo, tiempo ha ido surgiendo una “periferia” formada por los países del sur y los del este de Europa, que pertenecieron al antiguo bloque del “socialismo real”.

En Europa tenemos dos claros ejemplos de esas situaciones de dependencia. Uno de ellos es el de Grecia, Estado miembro de la UE y de la “eurozona”. El otro es Ucrania, que no pertenece a la UE pero que está sometido a fuertes presiones por parte de esta, especialmente de Alemania, y también de EEUU para que se incorpore a su zona de influencia.

El caso de Grecia es de una especial importancia ya que está siendo obligada al pago de una enorme deuda pública y que, según el diario londinense Financial  Times “pagarla supondría que Grecia funcionase como una economía esclava” (25-01-2015). Sin embargo, los organismos financieros internacionales que exigen a Grecia el pago del servicio de la deuda (intereses y tramos de amortización) antes de concederle nueva financiación, no tienen en cuenta que un-una joven griego-a de cada dos está en el paro; que el 30% de la población vive por debajo del umbral de pobreza; y que el pasado invierno, un 40% de la población no tuvo calefacción en sus viviendas. 

Ucrania, por su parte, vive un conflicto armado en su parte oriental al disputarse su control dos bloques imperialistas, el formado por la UE-EEUU, y Rusia, que pugnan entre sí por lograr el control económico  y político-militar del país. Un conflicto que es aún más complejo por las aspiraciones nacionales de la población rusófona, mayoritaria en las regiones de Donetsk y Lugansk. 

En general, los Estados más proclives a caer en la dependencia económica y en la subordinación política son aquellos cuyas economías están especializadas en un pequeño número de productos, casi siempre orientados a la exportación, y que mantienen un comercio exterior dirigido exclusivamente a un único mercado. Lo mismo ocurre cuando las inversiones de capital extranjero, los créditos financieros y la tecnología, proceden de uno o de unos pocos países, generalmente pertenecientes a un mismo “bloque”.

Una Euskal Herria no dependiente

Un Estado vasco independiente y con un sistema socioeconómico capitalista, como pretende la dirección de Sortu, estaría sometido a múltiples presiones y condicionamientos que limitarían en gran medida su desarrollo económico y su actuación política, aunque no fuera miembro de la UE y más aún si lo fuese. Esto supondría que su independencia sería meramente formal y que, en realidad no se trataría de un Estado soberano sino que se encontraría en una situación de dependencia económica y de subordinación política, respecto de una o varias potencias imperialistas.

Precísamente para evitarlo, sería necesario que el Estado vasco se basase en los siguientes principios:

a)    Impulsar una economía autocentrada, dirigida fundamentalmente a satisfacer las necesidades sociales, tanto materiales como intelectuales. Una economía basada en nuestras propias fuerzas, es decir que desarrolle nuestras capacidades y recursos (humanos, tecnológicos y financieros) que busque la autosuficiencia, sin pretender la “autarquía”.

b)    Diversificar nuestro comercio exterior, tanto en lo que respecta a las importaciones, en cuanto a su variedad (evitando una única procedencia), como a su diversidad (buscando la posible sustitución de las mismas); y a las exportaciones (tanto en variedad de productos y elevado contenido tecnológico; como a su destino, evitando un único mercado final). Un comercio exterior que esté basado en el principio de la igualdad entre los diferentes Estados y en el beneficio mutuo.

c)    Relaciones internacionales basadas en el respeto del derecho internacional y en la coexistencia pacífica entre Estados con regímenes sociales diferentes (concebida en el sentido leninista). Mantenerse fuera de los distintos bloques, aunque manteniendo relaciones con unos y otros. Al mismo tiempo, desarrollar una amplia red de solidaridad internacionalista con los movimientos, partidos y organizaciones revolucionarias y progresistas de todo el mundo.

d)    No formar parte de ninguna alianza militar. Impulsar un amplio movimiento contra la OTAN y el imperialismo, y desarrollar una capacidad de autodefensa propia.

El Estado vasco  habría de tener una capacidad real y efectiva para dotarse de los instrumentos políticos, sociales y económicos necesarios para desarrollar las políticas públicas que mejor correspondan, en cada momento, a las necesidades de nuestra sociedad y, muy especialmente, de las clases y capas populares. Y esto sólo será posible con una soberanía plena, que no es factible bajo el capitalismo. Sólo un Estado Socialista Vasco, garantizará la soberanía y la no dependencia de Euskal Herria.  

Ahora bien al igual que se puede dar el caso de un Estado formalmente independiente pero carente de soberanía, también hay que contemplar la posibilidad de que un Estado vasco socialista, de forma libre y democrática, mantuviera una relación de tipo confederal con otro u otros Estados, conservando su soberanía. En ese caso se podría hablar de una situación de interdependencia, basada en el beneficio mutuo, y no de una relación de subordinación o dependencia.