Reproducimos un artículo de Alberto Cruz publicado el 16
de septiembre en CEPRID,
en el que se analizan las consecuencias de la respuesta de Rusia a las
sanciones económicas impuestas por la
UE y EEUU a dicho país, a raíz del conflicto de Ucrania, y
que ponen de manifiesto la creciente agudización de las contradicciones
inter-imperialistas que, en estos momentos, han dado lugar al inicio de una
auténtica "guerra económica".
El servilismo de la Unión Europea
respecto a EEUU pasa factura. Las sanciones que ha impuesto Rusia sobre
importaciones agrícolas, carne y pescado van a dar el golpe de gracia a la UE. Los primeros síntomas
ya están aquí: Alemania y Francia se estancan, Italia entra en recesión y la
tan propagandizada “mejoría económica” no es más que humo.
Las sanciones de Rusia sobre el sector primario de la
economía europea van a suponer unas pérdidas de entre 6.000 y 7.000 millones de
euros y pone en riesgo unos 130.000 empleos vinculados a las exportaciones de
alimentos (1). Hay que añadir los daños potenciales para las empresas
proveedoras de artículos y servicios auxiliares, como el transporte.
Pese a que desde los llamados medios de comunicación se
está lanzando la versión de que todo está controlado, de que la Política Agrícola
Común ha previsto situaciones de este tipo la realidad es que el presupuesto de
compensación de pérdidas es de 400 millones, lo que supone una cantidad que no
llega al 8% del total de pérdidas estimadas. Polonia, Lituania, Finlandia,
España, Francia y la
República Checa ya han pedido que se aplique el fondo de
compensación. ¿A cuánto va a tocar cada país, a 70 millones? ¿y si en los próximos
días hay más peticiones a 60,
a 50 a…?
Además, y como reconoce la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO),
EEUU, la UE,
Canadá, Australia y Noruega –los afectados por las sanciones rusas- tienen que
reorientar “rápidamente” su producción agrícola y ganadera. Pero la pregunta es
¿hacia dónde? ¿hacia China, un socio estratégico de Rusia en estos momentos y
un enemigo potencial en el futuro –para EEUU lo es ya-? ¿hacia América Latina,
un continente productor de frutas y verduras, así como de carne? ¿hacia África?
La UE se encuentra
con que no tiene escapatoria, no tiene mercados a los que acudir lo que supone
un golpe que puede ser irremediable para el sector agrícola y ganadero.
La decisión de Rusia tiene un impacto directo claro al tiempo
que unas implicaciones indirectas. El directo: prohibición de fruta polaca,
productos lácteos finlandeses y bálticos, pescado noruego… El indirecto: los
agricultores franceses ya han dicho que no permitirán la expansión hacia el
oeste de la fruta polaca y comienzan los movimientos de protesta en otros
países, como en España. A largo plazo, las sanciones que ha impuesto Rusia a
los productos agrícolas con una duración de un año, de momento, pueden cambiar
la forma de toda la estructura de la producción y el consumo de la UE. No es una afirmación
aventurada porque ya, en el corto plazo, se está produciendo una saturación del
mercado por algo tan sencillo como que no hay dónde almacenar la producción que
iba destinada a Rusia.
Aunque la UE
ha anunciado una ayuda de 125 millones de euros para la retirada y distribución
gratuita de algunas verduras y frutas perecederas hay que tener en cuenta que
se está en plena temporada en algunos productos y no hay planes de
almacenamiento ni margen para buscar nuevos mercados.
Los europeos, en una especie de alucinación colectiva, se
sumaron a las sanciones que EEUU impuso a Rusia defendiendo, no se olvide, un
golpe neofascista en Kiev y pensando que, como suele ser habitual, no habría
respuesta. Pensaban que Rusia iba a ver afectado su Producto Interior Bruto y
se frotaban las manos con ello. Pero no ha sido así. El PIB también era el
indicador que esperaba Rusia y cuando vio que continuaba creciendo, a un ritmo
no muy impresionante pero subiendo (el primer trimestre de este año creció el
0’9%, el segundo trimestre el 0’8%), asestó el golpe. Un golpe de gracia a la Unión Europea.
Aunque las sanciones de Rusia apenas llevan un mes
implementadas ya se puede decir que son el factor determinante para que la UE esté a punto de entrar en
una nueva recesión puesto que se producen en un momento en que la economía de la UE está en una profunda crisis
y asentada en el estancamiento. El Ministerio de Finanzas de Alemania acaba de
publicar su informe mensual (2) en el que reconoce que “la disminución del PIB
es probable que tenga que ver con el efecto de las sanciones y los efectos
negativos sobre la confianza debido a la crisis de Ucrania”. Y añade que “si la
crisis de Ucrania no se agrava más y no se imponen más sanciones más graves es
de esperar que la actual desaceleración económica sea sólo temporal”. ¿A qué se
está refiriendo? Pues al suministro de gas y petróleo que le llega de Rusia. La
producción industrial de Alemania ha caído el 0’2% y una recesión en este país
arrastraría no sólo al sur de Europa (España, Portugal y Grecia especialmente)
sino también a su más cercana influencia: República Checa, Hungría y Polonia.
Luego he aquí una de las razones por las que la UE se ha tentado la ropa con
las críticas a la decisión rusa de enviar un convoy humanitario a Luganks. No
se ha pasado de la crítica verbal porque la UE no puede ir más allá. Hacerlo equivaldría al
haraquiri como ente político y económico. Y está muy cerca de ello.
El informe también añade que “otras tensiones geopolíticas”,
que no especifica aunque es de suponer que se refiera a la confrontación de
EEUU y China y a Oriente Próximo y Medio, y “el débil desarrollo económico en
la zona euro han contribuido a la contracción de la zona euro”. Más claro,
agua.
A la recesión de Alemania, o “ralentización” como han
dicho los alemanes, hay que sumarle que Francia ha visto cómo se reduce su
producción industrial y lo mismo ha ocurrido en toda la UE (el 0’3% en la zona euro y
el 0’1% en el conjunto de la UE).
Es evidente que el golpe asestado por Rusia ha desmontado el discurso de la
recuperación y la situación económica de la UE ha demostrado ser demasiado frágil para
resistir impactos externos y tensiones geopolíticas.
Además, están comenzando a conocerse encuestas donde se
refleja el sentir popular y en Alemania, por ejemplo, el 46% de la población se
opone a las políticas de Bruselas y Bonn con respecto a Ucrania y Rusia porque
están viendo las orejas al lobo. Los sindicatos consideran que se pueden perder
21.000 puestos de trabajo y eso erosionaría de forma considerable al gobierno
de coalición que mantienen los cristianodemócratas y socialdemócratas puesto
que éstos se verían muy presionados por los sindicatos, que fueron su gran
apoyo en las pasadas elecciones (3). Pero no es sólo esta cifra la que asusta.
Economistas críticos elevan esa cifra de posible pérdida de trabajo a los
400.000 porque este es el número de personas que trabajan en empresas ligadas
con el comercio con Rusia, no sólo agrícola y ganadero.
Esta es una de las razones por las que Alemania, junto a
Francia, está intentando casi con desesperación algún tipo de acuerdo entre
Rusia y Ucrania que permita salvar la cara a la UE por su apoyo al régimen neofascista de Kiev.
Francia ve cómo tambien desciende su producción industrial, aumenta el paro, el
PIB está en números muy cercanos a la recesión y se ve envuelta en una costosa
maquinaria colonial-militar en África, además de haber sido sancionado uno de
sus principales bancos y sufrir una constante amenaza su industria militar por
los acuerdos con Rusia. Sobre esto volveré más adelante.
No son los únicos países en pasar apuros. Siguiendo sólo
con el baremo laboral, Polonia va a perder 23.000 empleos, Francia, España e
Italia 10.000 y así hasta los 130.000 que estimaba la consultora danesa. Sin
embargo, la única reacción hasta el momento ha sido la de Finlandia, que ya ha
dicho que no se va a sumar a la postura de sanciones de la UE y que se desvincula de la
decisión comunitaria porque “la cooperación con Rusia es, sin exagerar, una
cuestión de supervivencia económica”. Quien dice esto no es un cualquiera, sino
el propio primer ministro. No en vano, Rusia supone el 10% del comercio
exterior de Finlandia y el 25% del total de las exportaciones de alimentos va para
Rusia. Si Finlandia se sumase a la postura de la UE sería, literalmente, un suicidio. La
oportunidad de América Latina.
Rusia propuso un programa de desarrollo mutuo, un área de
desarrollo general con un régimen comercial preferencial desde Lisboa a Vladivostok.
Esta propuesta fue despreciada por la
UE y, en cambio, apostó por la Asociación Trasatlántica
de Libre Comercio. Por lo tanto, es mucho pedir que los plutócratas de Bruselas
hagan alguna autocrítica respecto a su seguidismo y vasallaje con EEUU, pero lo
primero que tendrían que replantearse es la propuesta estadounidense de crear la ATLC. Si estuviese ya en
vigor, la UE
habría quedado atrapada como un insecto en una tela de araña y si no cambia de
táctica política y el enfrentamiento con Rusia va a más pronto pueden llegar
las complicaciones políticas a nivel interno y externo. Una de ellas, el
fortalecimiento del euro escepticismo y los sentimientos antiestadounidenses.
Otra, el debilitamiento del euro en paralelo al declive del dólar. Sobre ésta
última volveré más adelante.
Las revueltas de agricultores, aún pequeñas y más bien
simbólicas, están siendo aprovechadas por los plutócratas de Bruselas para
amenazar a otros países con su habitual política amenazadora. La UE ya está recurriendo a sus habituales
tácticas de presión política con los países que considera más débiles. Es el
caso de América Latina. Ya ha habido amenazas nada veladas sobre que América
Latina no debe aumentar sus suministros de alimentos a Rusia para cubrir el
déficit que se genera con las sanciones a los alimentos europeos,
estadounidenses, canadienses y australianos.
La neolengua de la burocracia de la UE dice que está “negociando”
con los países latinoamericanos para “federar” al mayor número posible de ellos
a fin de presionar a Rusia. Estos chicos no tienen remedio. Olvidan que 19
países, de los 42 que componen América Latina y el Caribe, o votaron con Rusia
o se abstuvieron cuando en la Asamblea General de la ONU se votó sobre la anexión
de Crimea. Y son estos países, precisamente, los que más interés tienen en
suplir a los productos occidentales en Rusia. El argumento de Bruselas es
curioso: dice que no es oportuno tratar con un socio “poco confiable” como
Moscú y que “sería un error” que los países latinoamericanos “sacrificaran una
relación económica ya extensa por beneficios a corto plazo”.
Hay que hacerse una pregunta: ¿hay algún atisbo de
inteligencia en la UE?
El comportamiento es claramente colonial. Hay gente que no cambia y la única
forma de que lo hagan es a estacazos. América Latina perdería el tren de la
historia si no aprovechase la oportunidad, máxime teniendo en cuenta que no
hace mucho tiempo, sólo un par de meses, tanto Putin como el presidente chino
Xi Jinping realizaron una gira por el continente y en ella ambos, pero sobre
todo Putin, hablaron de la cuestión comercial.
Fue el caso de Brasil, sin ir más lejos. Ahora los
brasileños ven el cielo abierto con las sanciones a la UE y EEUU y hasta los
empresarios hablan de “revolución” con las posibilidades que ha abierto la
decisión rusa. Lo mismo pasa con Argentina, inmersa en una batalla a vida o
muerte contra los fondos buitres y amenazada por EEUU. La presidenta Cristina
Fernández es muy consciente y ha dicho que el gobierno va a generar las
condiciones para que el sector privado, con el impulso del Estado, pueda
incrementar las exportaciones y satisfacer la demanda del mercado ruso.
Argentina se ha desviado de forma espectacular del campo político
europeo-estadounidense desde el colapso económico de hace más de una década y
se ha acercado tanto al ALBA como a los BRICS. Seguro que la batalla que está
dando ahora contra los “fondos buitres” tiene mucho que ver con todo ello.
Las relaciones de Rusia con Brasil y Argentina conducen
inevitablemente a unas relaciones positivas con Uruguay, el vecino menor de
ambos países y socio del MERCOSUR. También este país ha dicho que está
dispuesto a aumentar sus exportaciones a Rusia.
Lo mismo ocurre con Ecuador, donde el presidente Rafael
Correa ya ha dicho que no va a pedir ningún permiso a la UE para comerciar con Rusia y
aprovechar esta posibilidad de abrir nuevos mercados para los productos
ecuatorianos, fruta y flores sobre todo. Ecuador tiene mucho que ganar, máxime
teniendo en cuenta que Rusia tiene la intención de invertir 1.500 millones de
dólares en el sector de la energía.
El comercio entre Brasil y Rusia en 2013 supuso más de
3.000 millones de dólares, de los que 563 fueron en exportación de carne
bovina. Ahora se puede casi duplicar. Muy similar fue el comercio entre
Argentina y Rusia, 2.677 millones de dólares. Así se podría ir país por país y
comprobar que las posibilidades de Chile, Perú, México, Colombia… son inmensas.
Los casos de Perú y Chile son curiosos. Miembros de la Asociación TransPacífico,
un bloque neoliberal afín a EEUU y del que también forman parte Colombia, Costa
Rica y México, quieren entrar en el mercado ruso desafiando tanto a sus
patronos estadounidenses como a la
UE. No es el momento para ahondar en este asunto, pero la
relación que ambos países mantienen con China –los dos tienen firmados con los
chinos acuerdos de libre comercio- tienen mucho que ver con su pretensión de
aprovechar las sanciones que ha impuesto Rusia para comerciar con este país. A
buen seguro China ha presionado para ello.
En el momento de escribir este pequeño análisis, Rusia ya
ha autorizado a empresas brasileñas y chilenas la exportación de carne y
pescado y mariscos a su territorio.
Todo esto es lo que quiere evitar la UE haciendo gala de su
comportamiento colonial. Pero ya es tarde. Rusia y China tienen importantes
acuerdos bilaterales con Venezuela, Cuba, Nicaragua, Argentina y Brasil; los
BRICS ya tienen reuniones con la
UNASUR y la
CELAC… Los nuevos bloques regionales se están constituyendo
en nuevos bloques de poder y ya nada será igual.
No obstante, la valiente postura de América Latina no está
exenta de riesgos ya que quien aparezca a ojos de EEUU como “socio de Rusia”
estará marcado y será vulnerable a cualquier desestabilización patrocinada por
Washington. El caso de Venezuela es un buen ejemplo, porque el papel de este
país, sobre todo durante la presidencia de Hugo Chávez, en la reinserción de
Rusia en el continente latinoamericano fue esencial. A la hora de hablar de la
desestabilización de Venezuela, próvida y alentada por EEUU, hay que tener en
cuenta este factor geopolítico. La vuelta al patrón oro
Junto a este importantísimo cambio en las relaciones
económicas hay otra consecuencia letal para la UE y, a largo plazo, para EEUU como consecuencia
de las sanciones impuestas por Rusia: muchos países están “reconsiderando” la
prepotencia del dólar en las relaciones económicas y Rusia está dando pasos
para que, al menos, haya otras monedas. Y esto preocupa, y mucho, a EEUU.
Joseph Quinlan, director estratégico del Banco de América, ha dicho que “este
molesto giro de las relaciones entre Rusia y Occidente por culpa de las
sanciones puede ser el catalizador del comienzo de un mundo multidivisa” (4).
Aunque el efecto de las sanciones no pudiese apreciarse
pronto, y ya se ha visto que sí con el ejemplo alemán, no es aventurado decir
que es el paso más importante que se ha dado hacia la desaparición del dólar
como moneda de reserva del mundo. La
UE más temprano que tarde se dará cuenta que no puede seguir
subvencionando las enormes deudas del gobierno de EEUU sólo para recibir palos
y más palos, como las sanciones contra los bancos franceses, por ejemplo.
Porque otra de las medidas que Rusia está poniendo en marcha es diversificar su
intercambio comercial fuera del euro y del dólar.
Una de las formas en que lo está haciendo es admitiendo la
compra y venta de productos en las monedas de los países con que comercia. Es
el caso de China, donde cada vez en mayor medida las transacciones son en
rublos y yuanes. Lo mismo ocurre con los otros países BRICS. Otra, la compra de
oro. Resulta que tres de los países BRICS (China, Rusia y Sudáfrica) producen
casi el 40% del oro del mundo, así que quienes han dudado de que la puesta en
marcha del Banco de Desarrollo de los BRICS sirva para algo deberían
reconsideran su postura. No hay que mirar sólo a lo inmediato, sino a largo
plazo.
Además, resulta que Rusia tiene las quintas reservas más
grandes de divisas del mundo y es el sexto país del mundo en reserva de oro. En
el primer semestre de 2014, el Banco Central de Rusia decidió reducir sus
reservas de moneda extranjera el 2’5% y anunció que esa tendencia seguiría en
el futuro. Junto a este anuncio, otro: el aumento de las reservas de oro en 54
toneladas en sólo cinco años.
Comparemos estos movimientos con los de la UE, que está viéndose obligada
a vender sus reservas de oro como consecuencia de la crisis: Alemania ha
vendido 2’9 toneladas, Italia, Francia y España han hecho lo mismo.
No son muchos los que en Alemania y Francia se dan cuenta
de hacia dónde les lleva la dependencia y vasallaje de EEUU, aunque alguno de
los últimos movimientos de Ángela Merkel con Ucrania parecen dar a entender que
hay un cierto hartazgo con Washington, lo que no significa ni mucho menos ni
ruptura ni siquiera autonomía.
Francoise Hollande es un payaso, pero no tanto como para
ignorar lo que está en juego con la presión estadounidense contra el BNP
Paribas –multado con 9.000 millones de dólares supuestamente por comerciar con
Cuba e Irán- e intentando que no venda a Rusia dos portaaviones de la clase
“Mistral”. Aunque la capitulación francesa fue total aceptando, por boca del
gobierno, “la responsabilidad” del banco en la violación de las leyes
estadounidenses, que no europeas, el malestar en amplios sectores de Francia es
tal que no escasean las voces “para una recuperación de la patria”. Sea lo que
sea esta frase y signifique lo que signifique aunque el caso del BNP Paribas ha
servido para que ahora el gobierno diga que va a cumplir el contrato con Rusia
pese a las presiones que está recibiendo de EEUU y la OTAN para que no lo haga.
El sentimiento europeo de hartazgo respecto a la sumisión
a EEUU crece con una actitud que les lleva a actuar como policías de EEUU
gratis mientras que tienen que pagar miles de millones de dólares en multas
cada vez que intentan hacer algún negocio que no le gusta a EEUU. Eso se va a
traducir en una paulatina distancia respecto al dólar como moneda financiera.
El euro ya está en el alambre, un enfrentamiento mayor con
Rusia precipitará su caída junto al dólar. Aún minoritarias, pero
significativas, son las voces que están comenzando a sonar sobre el papel del
dólar en la economía europea, en recuperar la soberanía nacional y en la
necesidad de oponerse a unas leyes del mercado que sólo tienen como límites los
que EEUU marca como propios.
Notas: (1) Informe de la consultora danesa ING Groep,
citado por RBC Daily el 22 de agosto de 2014. (2) Reuters, 22 de agosto de
2014. (3) Alberto Cruz, “Alemania y Portugal: ¿dos ejemplos para la izquierda?
http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1768 (4) http://www.hardassetsalliance.com/
Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su
nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras
soviéticas en la II Guerra
Mundial”, editado por La Caída
con la colaboración del CEPRID. Los pedidos se pueden hacer a
libros.lacaida@gmail.com o bien a ceprid@nodo50.org También se le puede
encontrar en librerías. albercruz@eresmas.com