[...] El conflicto
ucraniano aún no ha concluido. Sin embargo, con la perspectiva que nos da el
desarrollo que ha seguido hasta ahora, nos permite hacer un primer balance del
mismo. Por ello, sin tratar de menospreciar ni un ápice el arrojo, la valentía
y el heroísmo desplegados por las milicias del Donbass, formadas
fundamentalmente por trabajadores, en su lucha contra las tropas del gobierno
neofascista de Kiev, trataremos de extraer algunas conclusiones de los hechos.[...]
El 5 de septiembre de 2014, se firmaba una tregua indefinida
entre los representantes del gobierno central de Ucrania y los rebeldes
rusófonos en la ciudad de Minsk (Bielorrusia). A la firma de este acuerdo
asistieron, a modo de testigos, representantes de Rusia y de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa).
El conflicto de Ucrania [1] estalló en noviembre de 2013,
cuando el gobierno del presidente Viktor Yanukóvich se negó a firmar el Acuerdo
de Asociación con la UE,
optando por estrechar las relaciones con Rusia. Desde ese momento, se inició en
Ucrania una serie de manifestaciones en contra de esa decisión, impulsadas por diversos
grupos y organizaciones que contaron en todo momento con el apoyo de la UE y EEUU. Entre estos grupos
se encontraban varios de tipo neonazi [2]. Las manifestaciones continuaron
durante todo el mes de diciembre, y tuvieron como centro la plaza de la Independencia.
El 22 de febrero de 2014, los manifestantes pro UE toman
las sedes del Gobierno y la presidencia. La Rada Suprema (Parlamento)
de Ucrania destituye al presidente Yanukóvich, cambia la Constitución y convoca
elecciones anticipadas para el 25 de mayo. El 23 de febrero, un día después del
derrocamiento de Víctor Yanukóvich, el Parlamento de Ucrania anula una ley aprobada
en 2012 que otorgaba el rango de lengua regional a cualquier idioma que fuese materno
para, como mínimo, un 10% de la población. Gracias a esta normativa, el ruso alcanzó
la consideración de lengua regional en
13 de las 27 entidades territoriales que forman Ucrania.
A finales de febrero, el conflicto se extiende a la
península de Crimea (de población mayoritariamente rusófona), donde Rusia tiene
la principal base naval de la flota del Mar Negro. También se producen
manifestaciones pro rusas en otros lugares del este de Ucrania. El 6 de marzo,
el Parlamento de Crimea vota a favor de la unión a Rusia y convoca un referéndum
para ratificar su decisión, para el 16 de marzo. El 83% de la población de
Crimea, con derecho a voto, participa en el referéndum, y una mayoría
abrumadora (el 96,7%) vota a favor de la unión con Rusia.
Rápidamente, el 18 de marzo, Putin firma el Acuerdo de
adhesión de Crimea a la
Federación Rusa. Como respuesta, EEUU no convoca a Rusia a la
reunión del G-8. El 21 de marzo, Putin firma la ley que completa la adhesión de
Crimea y del distrito autónomo de Sebastopol a la Federación Rusa.
Ucrania firma los capítulos políticos para su adhesión a la UE y comienzan las primeras
sanciones económicas a Rusia, promovidas por EEUU y la UE.
A principios de abril, manifestantes prorrusos ocupan
edificios oficiales en varias zonas del este del país (Jarkov, Donestk,
Lugansk, etc.). Días más tarde, ocurre lo mismo en Slaviansk. A partir del 20
de abril y tras una tregua fallida, comienza la intervención del ejército
ucraniano contra las milicias prorrusas. Los combates, cada vez más intensos,
han llegado a producir alrededor de 2.700 muertos hasta el 5 de septiembre, día
de la firma de la tregua indefinida.
Pero, no es nuestra intención hacer un estudio cronológico
exhaustivo de los acontecimientos que han tenido lugar en aquel país, sino
profundizar en las causas del conflicto y las contradicciones que lo han
generado. En ese sentido, hemos de decir que en este conflicto concurren una
serie de factores, internos y externos, que actúan de forma combinada (en su
interrelación e interdependencia). A continuación, los veremos a grandes
rasgos.
Las contradicciones
inter-imperialistas
Por una parte, el conflicto de Ucrania es consecuencia
directa de las contradicciones inter-imperialistas que enfrentan, en distintos
escenarios, al imperialismo yanqui y sus aliados (UE y Japón) con el bloque
formado por China y Rusia. En este caso, dichas contradicciones se manifiestan
en dos planos distintos, aunque fuertemente interrelacionados, el económico-político, y el geoestratégico.
En el plano económico-político estaba en cuestión la
posible vinculación de Ucrania a la
UE o a la
Unión Aduanera, impulsada por Rusia. En el plano
geoestratégico estaba la propia seguridad de ésta última, ante el progresivo
avance de las posiciones de la
OTAN hacia sus fronteras. Un avance imparable desde la
disolución de la URSS
en 1991 y que, al parecer, obedece a planes estratégicos a largo plazo.
Hay que añadir que desde hace tiempo, EEUU y la OTAN tienen intenciones de
desmembrar la
Federación Rusa, para hacerse con sus enormes reservas de
hidrocarburos. Sus planes se basan en una propuesta que hace varios años realizó Zbigniew
Brzezinski, el que fuera Consejero de Seguridad Nacional en el Gobierno de
Jimmy Carter, entre 1977 y 1981.
Éste, en un libro titulado “El Gran Tablero Mundial: la
supremacía estadounidense y sus imperativos estratégicos” [3], ya propuso la
fragmentación de la
Federación Rusa en tres repúblicas. Una, europea; otra,
siberiana; y una tercera en el lejano oriente, todo ello con el fin de
neutralizar el potencial económico-militar ruso y, al mismo tiempo, “liberar”
sus riquezas energéticas para el mercado mundial.
Con vistas a esos objetivos a largo plazo, la UE y la OTAN han ido desarrollando,
en paralelo, en sus campos respectivos, una política de cerco a Rusia. Actualmente,
de los 28 Estados miembros de la UE,
22 también son miembros de la
OTAN (de los que, además, 12 pertenecen a la “eurozona”). De
ellos, 9 formaron parte del antiguo bloque del este (entre los que se
encuentran los miembros del “grupo de Visegrád” [4]) y 2 de la antigua
Yugoslavia (Eslovenia y Croacia).
Por otra parte, resulta significativo que tras la celebración
de las pasadas elecciones europeas, los países del antiguo bloque del este y de
la antigua Yugoslavia han pasado a tener un especial peso dentro del Consejo
Europeo y de la
Comisión Europea. Así, el nuevo Presidente del Consejo es el
polaco Donald Tusk; y de los 7 vicepresidentes de la Comisión Europea,
4 son de los antiguos países del este; y de los 20 comisarios, 7 también son de
dichos países.
La cuestión de
Crimea
La península de Crimea tiene una vital importancia para la Federación Rusa. Si
hubiese llegado a seguir bajo control del gobierno de Kiev, cuando Ucrania llegue
a ser miembro de la OTAN,
a la que ya ha solicitado su ingreso, se habría convertido en una base naval de
extraordinaria importancia para el imperialismo yanqui y sus aliados. Ello, por
varias razones:
1.- La alianza militar tendría acceso al Mar Negro y podría cortar el paso de los buques rusos
hacia el Mediterráneo;
2.- La OTAN
y, con ello EEUU, se habría situado aún más cerca de una zona estratégica de
primer orden como es el Cáucaso. Esta región separa el Mar Negro del Caspio. Se
trata de una zona productora de petróleo y gas natural, y extremadamente
conflictiva, tanto en su parte norte (Ciscaucasia), perteneciente a la Federación Rusa,
donde están situadas siete de sus repúblicas autónomas [5]; como en la sur
(Transcaucasia), donde se encuentran ubicados tres Estados independientes, como
Armenia, Azerbayan y Georgia [6]
Reacción rusa ante las sanciones
A partir de la aprobación por parte
de la UE y EEUU de
la primera tanda de sanciones contra Rusia, ésta ha tratado de cubrirse las
espaldas en el terreno económico, para lo que ha adoptado las siguientes
medidas: a) la firma de un acuerdo con
China para exportar gas natural a
dicho país durante 30 años, por un valor de 300.000 millones de euros (21-05-2014).
Al parecer, China se benefició de la urgencia rusa, para lograr un precio más
favorable; y b) la creación de la Unión Económica Euroasiática (UEE), con Bielorrusia y
Kazakistán (31-05-2014), al que posiblemente se adhieran también Armenia y
Kirguizistán. A continuación, Rusia ha cortado la importación de una serie de
productos agrícolas y ganaderos procedentes de los países de la UE, EEUU, Canadá y Australia.
Las contradicciones
intra-oligárquicas
La gran burguesía ucraniana se encuentra dividida en dos
fracciones. Estas se diferencian, básicamente, en su posicionamiento a favor de
una estrecha relación económica con la
UE o con la Federación Rusa. En la primera, como
representantes más destacados, se encuentran: Petró Poroshenko, actual presidente de Ucrania, decidido partidario
del Acuerdo de Libre Comercio con la
UE (ALECA). Es conocido como “el rey del chocolate”, por
haber iniciado su poderío económico a partir de la fabricación de dicho
producto alimenticio. Pero, además, su imperio empresarial se extiende a otros
sectores, como la fabricación de automóviles y autobuses, la construcción de
buques (astilleros Léninska Kuznya), y los
medios de comunicación (el Canal 5), así como otros
diversos negocios; Andrey Verevskiy,
del grupo empresarial Kernel; y Yuriy Kosyuk,
gran empresario del sector agroalimentario, propietario de la compañía
Mironivsky Hliboproduct. Por último, también habría que incluir a Rinat Ajmetóv, en un principio partidario
de la Unión Aduanera
con Rusia pero que, posteriormente, cambió de bando, lanzando una campaña
personal contra los rebeldes del Donbass.
En el sector favorable a Rusia, hay que mencionar a Alexander Yanukovich (hijo del depuesto
presidente) y a Dmitry Firtash.
Ambos beneficiarios de suculentas contrataciones públicas en la época en que
ocupaba la presidencia Viktor Yanukovich.
Las contradicciones
sociales
Las podemos considerar de dos tipos: las contradicciones de clase, y las contradicciones nacionales. En cuanto a
las primeras, hay que decir que la composición social mayoritaria del sector
rebelde, es obrera, teniendo un peso especial los trabajadores de las industrias
metalúrgicas y de la minería (Ver Nota 1).
La contradicción nacional es otra de las formas de
manifestarse las contradicciones de clase. De ahí que no se puedan separar las
movilizaciones obreras, por la mejora de las condiciones de vida y de trabajo,
llevadas a cabo en el sur y este de Ucrania, de las dirigidas contra la
marginación lingüística y la discriminación cultural, como formas de opresión
nacional, puestas en práctica al día siguiente mismo de la caída de Yanukóvich.
Los ruso-parlantes son unos 14,27 millones, (aproximadamente el 30% de la
población), aunque sólo un 56% de los mismos se puede considerar como
étnicamente rusos.
Algunas lecciones de
la rebelión del Donbass
El conflicto ucraniano aún no ha concluido. Sin embargo,
con la perspectiva que nos da el desarrollo que ha seguido hasta ahora, nos
permite hacer un primer balance del mismo. Por ello, sin tratar de menospreciar
ni un ápice el arrojo, la valentía y el heroísmo desplegados por las milicias
del Donbass, formadas fundamentalmente por trabajadores, en su lucha contra las
tropas del gobierno neofascista de Kiev, trataremos de extraer algunas
conclusiones de los hechos.
1.- Consideramos que la preparación de la rebelión fue un
tanto precipitada, que se inició sin la organización suficiente, tal vez
empujados por la evolución de los acontecimientos, ilusionándose por lo
sucedido en Crimea. Una prueba de la inmadurez del levantamiento la tenemos en
que éste sólo se extendió a una pequeña parte de las regiones (oblasts) con
alta proporción de población rusoparlante, Donets (un 93%) y Lugansk (un 89%).
Unos territorios que, sumados a Crimea, tienen una superficie de unos 70.500
Km2, de los 228.100 Km2 que tienen el conjunto de los 8 oblasts con mayoría rusófona;
y cuya población (incluida también Crimea) es de 8. 600.000 habitantes,
aproximadamente, de un total de 17.851.000 de los 8 oblasts.
2.- Una vez iniciada la rebelión, ésta no puede
ralentizarse ni colocarse a la defensiva, sino que, necesariamente, debe
continuar siempre a la ofensiva, y obtener continuos éxitos, aunque estos sean
poco significativos. En caso contrario, más pronto o más tarde, acabará siendo
aplastada.
Sobre este aspecto, Lenin decía que:
“Diciembre ha confirmado con evidencia otra profunda tesis de Marx,
olvidada por los oportunistas: la insurrección es un arte, y la principal regla
de este arte es la ofensiva, una
ofensiva sumamente intrépida y de una firmeza inquebrantable” [7].
3.- Los rebeldes del Donbass han
confiado casi exclusivamente en la ayuda que les podía prestar Rusia, sin tener
en cuenta que, en el fondo, esta no es más que una potencia imperialista que
defiende sus propios intereses de clase y que estos, en lo esencial, ya los ha
logrado con la independencia de Crimea y su posterior integración en la Federación Rusa.
Los sublevados, no se percataban
de que no podían esperar mucho de Rusia, ya que esta se encontraba sometida a
fuertes presiones económicas, políticas y militares por parte de EEUU y la UE, la OTAN y el resto de sus
aliados. Es decir que a todo lo más que podría llegar la implicación de Rusia
en el conflicto era a apoyar política y diplomáticamente la rebelión, más bien
a justificarla, sin comprometerse excesivamente en ello; a hacerles llegar
ayuda humanitaria, así como hacer “la vista gorda” sobre la llegada de
voluntarios al Donbass, o de alguna pequeña partida de armamento ligero. Pero
que, llegado el caso, sería capaz de sacrificar a los sublevados, con tal de
garantizar su propia seguridad.
4.- Aunque en Europa occidental
muchos se hayan dejado deslumbrar por la proliferación de banderas y símbolos
que nos recordaban otras épocas, hay que ser conscientes de que tanto en la
rebelión del Donbass, como en otros conflictos que tienen lugar en otros
lugares del planeta, se está viendo claramente la falta de una organización
revolucionaria de clase, la necesidad de un verdadero partido comunista, dotado
de una línea ideológica, política y organizativa marxista-leninista, que sea
capaz de ponerse al frente de las luchas obreras y populares, en cualesquiera que
sean las circunstancias y orientarlas, y dirigirlas hacia la revolución
socialista y la liberación nacional.
NOTAS:
1.- Ver: Alberto Cruz. “Lucha de clases en Ucrania”
(CEPRID 17-05-2014) y (SUGARRA 21-05-2014).
2.- Ver: Vicent Navarro. “Lo que no se está diciendo sobre
Ucrania”. Público.es (18-03-2014); y Carlos Serrano Ferreira. “La ascensión del
fascismo en Ucrania” (Rebelión 21-05-2014).
3.- Zbigniew Brzezinski. “El Gran Tablero Mundial: la
supremacía estadounidense y sus imperativos estratégicos”. Edit. Paidós.
Barcelona, 1998.
4.- El llamado “grupo de Visegrád” está formado por
Polonia, Hungría, la
República Checa y Eslovaquia. Se trata de un subgrupo, dentro
de la OTAN. Es
un grupo de combate bajo la dirección de Polonia, y sus miembros se
caracterizan por su visceralidad antirrusa.
5.- Estas repúblicas son: Chechenia, Osetia del Norte, Ingusetia,
Kabardino-Balkaria, Karacháevo-Cherkesia, Adiguesia y Daguestán. En tres de ellas, las puestas en negrita, existen movimientos
yihadistas (Califato del Cáucaso).
6.- En esta zona, también existen conflictos y se han
producido enfrentamientos armados (en negrita), entre Georgia-Rusia (Osetia del Sur y Abjasia)
y Armenia-Azerbayán (Nagorno Karabaj).
7.- V. I. Lenin. “Las enseñanzas de la insurrección de
Moscú”. O.E. (Tomo I). Editorial Progreso. Moscú, 1961. Pág. 598. El subrayado
con negrita es nuestro.