Ante la ofensiva por parte de las clases dominantes en contra de los derechos y libertades laborales no hay más opción que la lucha.
El desvío de cantidades ingentes de recursos desde la economía productiva a manos de la fracción financiera y especulativa de la gran burguesía española ha producido una pérdida masiva de puestos de trabajo, desahucios en viviendas, aumento del número de horas y años de trabajo, etc. Han colocado sobre los hombros de las clases trabajadoras todo el peso de la crisis capitalista.
Con la enésima reforma laboral, que al igual que las anteriores tiene como excusa crear empleo, el gobierno español, ahora del Partido Popular, facilita el despido libre y el descuelgue de las condiciones laborales y salariales pactadas en los convenios colectivos.
Se están recortando derechos en sanidad y educación lo que acabando con el espejismo del “Estado del bienestar”. En este sentido, se está produciendo un cambio en el modelo de sociedad presente en la Europa Occidental desde la Segunda Guerra Mundial. Estamos pasando a un modelo en el que “habrá que pagar por todo”, en donde la privatización de los servicios públicos existentes va a ser la bandera de las sucesivas actuaciones gubernamentales.
En este contexto, la clase obrera vasca con su Mayoría Sindical en cabeza, se pone al frente de las luchas contra la reforma laboral impuesta por los gestores del sistema. La iniciativa de esta Huelga General se ha fraguado en Euskal Herria. Y ya es la cuarta huelga general convocada por la Mayoría Sindical Vasca desde la agudización de la crisis capitalista.
UGT y CC OO han sido arrastradas a esta Huelga pese a que, hasta el último momento, han estado realizando llamamientos al nuevo gobierno para negociar las condiciones de la reforma. Pero el Gobierno español del PP, ante la presión europea de ajuste del déficit público, les ha cambiado el juego a estas dos organizaciones que ya se habían hecho al “dialogo social” en el que la contradicción entre el capital y el trabajo se solventaba en la mesa de negociación, eso sí, negociando las condiciones laborales de la aristocracia obrera y condenando a las capas inferiores al empeoramiento continuo de las suyas.
El 29 se trata, pues, de fortalecer a las organizaciones sindicales más combativas, a la Mayoría Sindical Vasca. Y no porque creamos que la huelga es un paso hacia la acumulación de fuerzas para la revolución como afirman ciertas organizaciones supuestamente revolucionarias. No nos podemos llevar a engaño, no se trata de eso. En este caso se trata de una manifestación de resistencia y, posiblemente, poco efectiva si la circunscribimos a una sola jornada de lucha. En ningún caso podemos confundir las luchas económicas y laborales con la antesala de la revolución.
Pero tan negativo para los intereses del proletariado es mantener la postura oportunista de alabar y ensalzar los movimientos espontáneos de las masas y las luchas económicas como la contraria. La de negar todo a las reformas y mantener posturas maximalistas del “todo o nada”. Sin duda, hay reformas que hacen más llevadera la existencia del proletariado como clase, aunque no nos acerquen objetivamente al Socialismo.
Es en este contexto, en el que se debe entender esta lucha. No podemos dejar de lado, aunque sólo se pueda considerar como objetivo táctico, la necesidad de conseguir un marco propio de relaciones laborales para Hego Euskal Herria.
En lo que se refiere a objetivos estratégicos, debemos de aprovechar esta jornada de huelga para dejar claro ante los sectores más conscientes del proletariado que hay que ir más allá de la mera expresión espontánea de lucha de masas. Que es necesario organizar una fuerza revolucionaria que dirija y guíe al conjunto del pueblo trabajador en el derrocamiento del actual sistema de explotación y su sustitución por otro en el que las trabajadoras y trabajadores seamos los dueños de nuestro propio destino.