lunes, 23 de abril de 2012

ALGUNOS PROBLEMAS TÁCTICOS Y ESTRATÉGICOS


Los resultados obtenidos por la coalición electoral Amaiur en las elecciones del pasado 20-N han servido para consolidar los que logró Bildu en las municipales y forales de la primavera. Con ello se ha venido a debilitar, aún más, el cerco asfixiante que el Estado español venía estrechando desde hace más de una década sobre la Izquierda Abertzale, con el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”. Sin embargo, estas elecciones en las que la IA ha vuelto a tener presencia en algunas de las instituciones burguesas, también han servido para poner en evidencia una serie de errores e insuficiencias en sus planteamientos políticos, tácticos y estratégicos.

El caso de Kutxabank

Uno de los ejemplos más claros ha sido el de la actitud tomada por Bildu de cara a la creación de Kutxabank.

Primero, llegó a un acuerdo con las tres cajas vascas (BBK, Kutxa y Vital) para garantizar, según afirmó la coalición, el carácter público del nuevo banco e impedir la entrada al capital privado, la continuidad de la obra social y el mantenimiento de las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras de las cajas [1].

Tres meses más tarde, el PNV y el PP llegaban a un acuerdo para copar la casi totalidad de los puestos del Consejo de Administración de Kutxabank, dejando fuera del mismo a Bildu y al PSOE [2], y orientando la estrategia del nuevo banco hacia las inversiones especulativas: compra de otras entidades bancarias, venta de acciones de empresas participadas por las cajas al capital extranjero, etc.

Sobre esta cuestión hay que decir que, aunque comprendamos la intención de la IA y de la coalición Bildu, al tratar de “blindar” el  carácter público del nuevo banco en la perspectiva de garantizar un instrumento financiero sólido en manos del gobierno autónomo vasco (independientemente de quien lo detentase), se debe tener siempre muy presente que, bajo el capitalismo, tanto la propiedad pública como la planificación, están subordinadas a los intereses económicos y políticos de la clase dominante que, en definitiva, consisten en reproducir las relaciones capitalistas de producción y de explotación.

En definitiva, tanto la creación de Kutxabank, como el anunciado proceso de fusión de Caja Laboral con Ipar Kutxa, o la absorción del grupo Banca Cívica (del que forma parte Caja Navarra, junto con Caja Canarias, Caja de Burgos y Cajasol) por parte de BanCaixa, no son más que manifestaciones, en el ámbito de Hegoalde, de un proceso de concentración y centralización del capital de mucha mayor amplitud y envergadura. Por eso, sería ilusorio creer que los trabajadores y trabajadoras vayamos a tener alguna capacidad de decisión en el mismo. Únicamente nos queda la posibilidad de desenmascarar este tipo de maniobras financiero-especulativas y explicar al Pueblo Trabajador Vasco que las mismas son una consecuencia directa de la reordenación del sistema bancario, y tienen su origen en la profunda crisis que atraviesa el capitalismo.

Sobre la fase actual

En los últimos meses estamos oyendo decir, de forma reiterada, a distintos dirigentes de la IA que el proceso político vasco se encuentra en una fase a la que definen como “revolución democrático-nacional”, cuyo objetivo es el reconocimiento del “derecho a decidir” que, una vez alcanzado, permita construir un Estado vasco independiente.

¿Qué implicaciones tiene este planteamiento?. Indudablemente muchas. Pero, las más importantes son:

a)    que se disocia, conscientemente, la lucha de liberación nacional de la lucha por el socialismo. Si la lucha democrático-nacional constituyese, en sí misma, una revolución, tal como plantean, entonces el objetivo estratégico sería la construcción de un Estado vasco cuyo carácter no sería socialista sino burgués. En ese caso, la lucha por el socialismo quedaría relegada a un futuro muy impreciso. 

b)    además, ese Estado, como también han afirmado en diversas ocasiones, estaría dentro de Europa, es decir, habría de ser miembro de la Unión Europea. Si esta pretensión se llevase a la práctica, el Estado vasco carecería de los elementos fundamentales de intervención en materia económica (política fiscal, monetaria, etc.) y estaría completamente atado de pies y manos para llevar a cabo la nacionalización de las empresas que hoy son propiedad de la gran burguesía y del capital financiero. En definitiva, se crearía una situación de independencia formal aunque no real, pues sólo el socialismo garantizará verdaderamente la independencia del Estado vasco.

El tiempo para llevar a cabo una revolución democrática burguesa ya ha pasado. Si en el Estado español no se ha producido este tipo de revolución, los problemas políticos que esta hubiera tenido que resolver (como es el caso de la cuestión nacional y del reconocimiento del derecho a  la autodeterminación) tendrán que ser abordados y resueltos por la revolución socialista. Por tanto, en Euskal Herria, la cuestión democrático-nacional ya no requiere (para su resolución) que se tenga que llevar a cabo una revolución distinta de la Revolución Vasca.

Por eso, desde SUGARRA consideramos que los dos aspectos de la Revolución Vasca (el democrático-nacional y el socialista) no se pueden separar, aunque en ciertas circunstancias puedan tener un desarrollo desigual, no sincronizado.

También hay que tener en cuenta que la situación de la economía española es extremadamente mala. Para hacernos una idea, sólo algunos datos: Según un informe del Banco de España, de finales de 2010, la deuda pública española ascendía en esas fechas a la cifra de 813.938 millones de euros (el 75% del PIB). Para 2015, se estima que se sitúe en el 82% del PIB [3].

Esta situación nos obliga a contemplar varias hipótesis: a) que la UE tenga que efectuar un “rescate” del Estado español; b) que éste se vea forzado a abandonar la moneda común; y c)  que hasta se pudiera producir una ruptura de la “zona euro”. Ninguna de estas hipótesis es descabellada, como se desprende de un reciente estudio realizado conjuntamente por tres institutos europeos, el Instituto de Macroeconomía y Estudios Coyunturales de Düseldorf (IMK), el Instituto Austriaco de Estudios Económicos (WIFO) y el Observatorio Francés de la Coyuntura Económica (OFCE), que vaticinan una creciente diferenciación entre los Estados con economías más débiles y los más fuertes, dentro de la eurozona; al mismo tiempo que advierten de las consecuencias negativas de las reformas que se están llevando a cabo en el Estado español y en Italia [4].

Si cualquiera de ellas se hiciese realidad; lo que, por las razones indicadas más arriba, no debemos descartar, se agudizarían considerablemente las contradicciones internas del bloque de poder, y algunas capas y sectores de la burguesía vasca (y posiblemente también de la catalana), podrían llegar a considerar que la permanencia en el Estado español es contraproducente (un lastre) para sus intereses. Llegado el caso, estos sectores se podrían distanciar de la clase dominante dándole la espalda e incluso enfrentándose a ella.

La burguesía media vasca forma parte del bloque de poder y la capa superior de la pequeña burguesía constituye una “clase de apoyo” al mismo. Por eso, el Pueblo Trabajador Vasco, con la clase obrera a la cabeza, debe ser capaz de aprovechar estas contradicciones para desarrollar una amplia política de acumulación de fuerzas que le permitan avanzar hacia su (nuestro) objetivo estratégico fundamental, el Estado Socialista Vasco.

¿Cómo podrían incorporarse estas clases a una estrategia revolucionaria, de liberación nacional y de transformación social, si sus intereses de clase no coinciden con los de la clase obrera, ni con los del conjunto del Pueblo Trabajador Vasco? Ese es, precisamente, el quid de la cuestión.

Para atraernos a estos sectores no nos sirven los argumentos a favor del socialismo, sino sólo aquellos que les pueden hacer sentir que hay algunos intereses comunes entre ellos y el Pueblo Trabajador Vasco. Tal es el caso de una modificación del actual marco jurídico-político, que podría ir desde una autonomía más amplia, pasando por una relación federal o confederal con el Estado español, a la plena independencia. En definitiva, un cambio político que pudiera beneficiarles.

Por otra parte, también hay que tener en cuenta que cualquier modificación sustancial del actual marco jurídico-político, contribuiría a reforzar el carácter de Euskal Herria como marco nacional autónomo de lucha de clases, y ello favorecería la estrategia revolucionaria. De ahí que, desde un punto de vista táctico, debamos apoyar tanto la reivindicación de un marco autonómico para los cuatro territorios de Hegoalde, como la exigencia de un Departamento Vasco o la creación de una “colectividad territorial específica” [5], para Iparralde. Y la agudización de la crisis económico-financiera podría acelerar este proceso.

Los comunistas vascos hemos apoyado siempre el derecho de nuestro pueblo a la autodeterminación. Esto significa que si ese derecho llegase a serle reconocido, tendría la opción de decidir libremente sobre el tipo de relación que desea mantener con el Estado español y/o francés, lo que implica la posibilidad de que pueda optar por la independencia, es decir, por la construcción de un Estado propio.

Si se diese esa situación, se nos presentaría una disyuntiva, apoyar el mantenimiento de la situación actual (la pertenencia al Estado español y/o francés, con una mayor o menor autonomía, pero en definitiva, continuar bajo la dependencia de un Estado burgués) o apoyar la independencia, de toda o de una parte de Euskal Herria, abriendo paso a la creación de un Estado vasco (que, en esas condiciones, todavía no sería socialista, sino que también se trataría de un Estado burgués).

En ese caso, el criterio que debiera guiarnos tendría que ser el de optar por la solución que, en nuestra opinión, favoreciese mejor el desarrollo de un proceso revolucionario. Nosotros consideramos que el continuar bajo la dependencia del Estado español (dada  la extrema debilidad y el fraccionamiento de la izquierda revolucionaria y las perspectivas de que esa situación se prolongue aún por bastante tiempo) no contribuiría a acelerar el proceso revolucionario en éste. Sin embargo, la independencia reforzaría el carácter de Euskal Herria como marco nacional autónomo de lucha de clases y con ello, el proceso revolucionario vasco se podría acelerar y nos encontraríamos en una mejor situación para contribuir al desarrollo de la lucha revolucionaria en otros pueblos y naciones.

La izquierda abertzale

Desde SUGARRA venimos sosteniendo que la izquierda abertzale es el sector más dinámico y combativo del pueblo vasco. Y que, por su composición social, está formada por aquellos sectores, capas y clases sociales que son, precisamente, los que pueden constituir la base social de la Revolución Vasca, es decir, el Pueblo Trabajador. Pueblo Trabajador del que forman parte los trabajadores de la industria, del comercio, de la administración pública, etc., los arrantzales y baseritarras, los y las estudiantes, las amas de casa de familias trabajadoras, los trabajadores autónomos, los y las profesionales liberales, intelectuales progresistas, etc., así como (al menos potencialmente) la capa inferior de la pequeña burguesía y algunos sectores de su capa media. En definitiva, un movimiento popular, amplio, plural e interclasista.

No obstante, creemos conveniente diferenciar entre la izquierda abertzale como movimiento popular y lo que es su estructura política organizativa (es decir, la antigua HB, Batasuna o el proyecto de nuevo partido, SORTU, aún no legalizado), que se autodenomina como Izquierda Abertzale. Precisamente, esta última estructura organizativa, como reflejo del movimiento del que es expresión política, también tiene un carácter interclasista.

También queremos dejar bien claro que nuestra posición de cara a la IA ha consistido en respetar su debate interno y aceptar los resultados del mismo, aunque no compartamos todos sus términos, y que nuestro apoyo se  concreta en los siguientes aspectos:
                                      
a)    Reclamar el reagrupamiento de todos los presos políticos vascos en EH, como paso previo a la AMNISTÍA;

b)    apoyar a las diversa coaliciones electorales que ha formado hasta ahora (BILDU y AMAIUR), a pesar de su orientación pequeño burguesa, con objeto de evitar la fragmentación de la base social de la IA, y a pesar de que reconocemos que una coalición electoral es un elemento de cohesión extremadamente débil, y

c)    exigir la legalización de SORTU, como instrumento organizativo de la IA, como un derecho democrático básico.

Lo cual no implica, en ningún momento, por nuestra parte, un apoyo incondicional a la IA. En ese sentido, creemos conveniente decir que en el cambio de estrategia realizado por la IA se manifiestan algunos aspectos contradictorios.

Por una parte, unos aspectos positivos, como haber permitido la ruptura del aislamiento de la IA y el abrir nuevas posibilidades de trabajo político y organizativo.

Por otra parte, otros aspectos negativos como el peligro de que se puedan crear falsas ilusiones en amplios sectores del Pueblo Trabajador Vasco, así como el que pueda producirse un desarme ideológico que lleve a la IA a caer en el parlamentarismo; que se  disocien los dos aspectos, el nacional y el social, del proceso revolucionario vasco, así como que se refuerce el componente ideológico nacionalista; que se pueda caer en un gradualismo posibilista; etc. En definitiva, una serie de aspectos negativos que podrían abocar a la IA a integrarse en el sistema.

Teniendo en cuenta todos estos factores, consideramos que los comunistas vascos debemos trabajar en el seno del movimiento popular de la izquierda abertzale, en sus distintos organismos y movimientos sociales (sindical, ecologista, juvenil, feminista, internacionalista, cultural, etc.) aunque no en la  estructura organizativa política (partido) de la IA, pues somos contrarios al “entrismo”.

Caminar “con los dos pies”

Hemos dicho más arriba que la izquierda abertzale es el sector más dinámico y combativo del pueblo vasco pero también hay que decir que la izquierda abertzale no constituye todo el movimiento popular vasco. Lo cierto es que también hay otros sectores progresistas, soberanistas y de izquierda que, actualmente, no se incluyen en el movimiento de la izquierda abertzale.

Nosotros consideramos que también debemos trabajar en estos sectores, que no podemos abandonarlos a la influencia del reformismo, del revisionismo y el chovinismo españolista. Se trata de sectores populares a los que no se tiene muy en cuenta desde la IA, pero que también son susceptibles de ganar para la causa de la Revolución Vasca. De ahí que nuestro planteamiento táctico-estratégico también les incluya. Por eso, decimos que para que una línea de masas sea correcta, debe basarse en el principio de “caminar con los dos pies”. Uno, en la izquierda abertzale y el otro en el resto del movimiento popular vasco.

_______________________________________

NOTAS:

1.- Diario GARA (13-09-2011).
2.- Diario GARA (04-01-2012).
3.- El Economista (10-04-2011).
4.- Diario GARA (30-03-2012).
5.-El pasado 1 de marzo, el presidente francés Nicolas Sarkozy, que en su precampaña electoral hacía una visita a la ciudad de Baiona, tras verse increpado por un grupo de personas, hizo unas declaraciones en las que manifestó su disposición a estudiar el tema de la posible creación de una “colectividad territorial” vasca.