Desde hace varios meses, en
Venezuela se vive una situación de aguda crisis política en la que los sectores
reaccionarios y pro-imperialistas, organizados en torno a la plataforma
denominada Mesa de Unidad Democrática (MUD), que disponen de una representación
mayoritaria en la Asamblea Nacional [1], movilizan diariamente, en las calles
de Caracas y otras ciudades, a miles de sus partidarios en un intento de
derribar al gobierno de Nicolás Maduro.
Estas movilizaciones, que en muchas
ocasiones son simultáneas a las “guarimbas” [2], están dando lugar a fuertes
enfrentamientos entre los sectores populares que apoyan al gobierno y aquellos
otros que tratan de derrocarlo por todos los medios y que no dudan en recurrir
al empleo de mercenarios y grupos paramilitares, con objeto de tensar al máximo
la situación y provocar un golpe militar o justificar una intervención
extranjera. Resulta significativo que las movilizaciones promovidas por estos
sectores se han ido acrecentando desde que Donald Trump accedió a la presidencia
de EEUU.
En un artículo publicado en febrero
de 2014, antes de que la MUD hubiese alcanzado la mayoría en la Asamblea
Nacional, Ignacio Ramonet ya advertía de la preparación de un golpe de Estado
“lento” en Venezuela. En ese sentido, decía que:
“A pesar de haberse unido
bajo el liderazgo de Henrique Capriles, la oposición perdió cuatro elecciones
sucesivas. Frente a ese fracaso, su fracción más derechista, ligada a Estados
Unidos y liderada por el ex-golpista Leopoldo López, apuesta ahora por un
“golpe de Estado lento”. Y aplica las técnicas del manual de Gene Sharp. En una
primera fase: 1) crear descontento mediante el acaparamiento masivo de
productos de primera necesidad, 2) hacer creer en la “incompentencia” del
gobierno, 3) fomentar manifestaciones de descontento e 4) intensificar el acoso
mediático.
Desde el 12 de febrero, los
extremistas pasaron a la segunda fase, propiamente insurreccional: 1) utilizar
el descontento de un grupo social (una minoría de estudiantes) para provocar
protestas violentas y arrestos, 2) montar “manifestaciones de solidaridad” con
los detenidos, 3) introducir entre los manifestantes a pistoleros con misión de
provocar víctimas en ambos bandos (la experticia balística determinó que
los disparos que mataron en Caracas, el 12 de febrero, al estudiante Bassil
Alejandro Dacosta y al chavista Juan Montoya fueron hechos con una misma
pistola, una Glock calibre 9
mm), 4) incrementar las protestas y su nivel de
violencia, 5) redoblar la acometida mediática, con apoyo de las redes sociales,
contra la “represión” del gobierno, 6) obtener que las “grandes instituciones
humanitarias” condenen al gobierno por “uso desmedido de la violencia”, 7)
conseguir que “gobiernos amigos” lancen “advertencias” a las autoridades
locales...” [3].
A continuación,
vamos a tratar de profundizar en distintos aspectos de la realidad venezolana,
en el análisis de sus contradicciones internas, con objeto de disponer de más
elementos de juicio que nos permitan adoptar una posición objetiva sobre los acontecimientos
que se desarrollan en aquel país.
1.- Estructura de clases de la sociedad venezolana
En las
primeras décadas del siglo XX, la economía venezolana experimentó un importante
cambio al pasar su principal riqueza, el petróleo, a ser controlada por el
capital monopolista extranjero. Con ello, Venezuela pasó a convertirse en una
semi-colonia y la base de su economía pasó de la agricultura a la minería.
El
petróleo tuvo un fuerte impacto sobre la estructura social venezolana,dando
lugar a la aparición de nuevas fracciones de la burguesía ,como la que se
desarrolló en torno al sector de la construcción, al mismo tiempo que se
consolidaban otras de sus fracciones como la burguesía comercial y la
financiera. No obstante, la fracción hegemónica del bloque de poder continuó
siendo la formada por los grandes terratenientes.
Aunque en la formación económica y
social venezolana continuó habiendo diversos vestigios precapitalistas, el
capitalismo se consolidó como el modo de producción dominante. En esta época
tuvo lugar un fuerte movimiento migratorio del campo a la ciudad, de tal forma
que el proceso de urbanización posibilitó la posterior industrialización del
país. Esto supuso, por ejemplo, que miles de campesinos emigraron hacia los
campamentos petroleros, dando lugar al surgimiento del proletariado petrolero,
cuya aparición representó un importante cambio en la estructura del movimiento
obrero venezolano.
Durante las décadas de 1930 y 1940
se fue creando un nuevo bloque de poder de la clase dominante venezolana, en el
que participaron algunas fracciones de la nueva burguesía industrial, junto con
la burguesía comercial (importadora) y la burguesía financiera (bancaria), que
actualizaron su alianza con el imperialismo.
“La
primera mitad del siglo XX en Venezuela es la etapa de su consolidación como
economía capitalista dependiente del petróleo. Esta situación no siempre fue
así. En el siglo XIX, Venezuela era agraria y exportaba cacao y café. Es en
1926 cuando se impone la Venezuela minera con la explotación de petróleo de la
mano de corporaciones transnacionales y un modelo de importaciones de bienes de
consumo. El cambio de estructura comercial provocó un cambio de estructura
social. La migración del campo a la ciudad construyó grandes cinturones de
pobreza alrededor de las ciudades y Venezuela pasó de un 85/15 porciento
rural/urbano en 1926 a
16/84 por ciento rural/urbano en 1991.”
[4].
Desde los últimos años de la
dictadura de Juan Vicente Gómez (1908-1935) [5], diversos sectores de los grandes
propietarios agrícolas (terratenientes) se fueron fusionando con la burguesía
comercial (importadora), así como con la burguesía industrial (especialmente
del sector de la construcción). Es a partir de 1950 cuando comienzan surgir
nuevas fracciones de la burguesía, uno de cuyos principales rasgos fue su
carácter fuertemente parasitario, debido a su creciente dependencia de los
créditos del Estado burgués, así como de subsidios y exenciones
tributarias.
En las décadas de los años 1950 y 60 la
burguesía industrial se fue haciendo con la hegemonía en el bloque de poder de
la clase dominante, manteniendo siempre su alianza con la burguesía importadora
y la bancaria, así como con la nueva burguesía agraria.
A diferencia con las burguesías de otros
países de su área geográfica (tales como Argentina, Brasil, Chile o México, por
ejemplo), la burguesía industrial venezolana surgió ligada al proyecto
imperialista de desplazar capitales del área de las materias primas a la
industria. Por eso, en Venezuela, a diferencia de otros países latinoamericanos,
no se puede hablar con propiedad de la existencia de una burguesía
"nacional".
Junto a la burguesía industrial venezolana,
se han desarrollado otras fracciones de la burguesía, tales como: la burguesía
agraria, consolidada con el desarrollo del capitalismo agrario desde la década
de 1950; la burguesía del sector de la construcción; la burguesía comercial,
que asociada con empresas multinacionales, controla las grandes distribuidoras y los supermercados;
así como la burguesía financiera, que se ha enriquecido durante las últimas
décadas debido al impulso que ha ido
experimentando la circulación de capitales a nivel mundial.
A partir de la década de los años 1970, se
han ido produciendo algunos cambios en la estructura de clases venezolana. Por
una parte, la burguesía industrial manufacturera debe compartir el poder con la
gran burguesía financiera, y el sector de burguesía emergente vinculdo a las
empresas del Estado.
Dentro de la burguesía industrial también
empieza a producirse una diferenciación entre la tradicional burguesía orientada
al mercado interno (sectores textil, metalúrgico, alimenticio, etc.) y la
burguesía orientada a la exportación (que se desarrolló a raíz del impulso que
adquirieron las industrias exportadoras, que pasaron de unas ventas por valor
de unos 50 millones de dólares en 1974 a unos 1.000 millones en 1980). Este
sector burgués de más reciente formación, es el que mejor se ha insertado en el
nuevo modelo de acumulación capitalista mundial, y está asociado tanto con las empresas
multinacionales como con las empresas estatales [6].
La principal asociación patronal
venezolana es FEDECÁMARAS, en la que se agrupan empresarios de hasta 14
sectores económicos distintos. Representa los intereses comunes de la gran
burguesía, aunque también se incluyen en ella algunos sectores de la mediana y
pequeña burguesía venezolan. Se opuso con fuerza, al gobierno de Hugo Chávez,
desde el momento en que éste ganó las elecciones en 1999. Apoyó el “paro
nacional” 12 horas del 10 de diciembre de 2001, y también estuvo involucrada en
el fallido golpe de Estado llevado a cabo por un grupo de militares entre el 12
y el 14 de abril de 2002.
2.- Importancia geoestratégica de Venezuela
Venezuela se
ubica en la zona tropical. Tiene una excelente posición geográfica, al
encontrarse en el hemisferio norte y formando parte del territorio continental
americano; de lo que se derivan numerosas ventajas. También es un país abierto
a diferentes espacios marítimos, tanto del Mar Caribe como del Océano
Atlántico. Esta excelente posición geográfica le permite una fácil comunicación marítima y aérea, tanto para el tráfico de personas como
de mercancías, con los principales centros económicos y culturales de todo el
mundo. Debido a su proximidad al canal de Panamá, mantiene una relativa
equidistancia respecto a Asia meridional y Extremo Oriente.
Venezuela es
el país más septentrional de América del Sur. Tiene un área de unos 916.445 kilómetros
cuadrados y limita al Oeste con Colombia, al Sur con Brasil, al Este con Guyana
y el Océano Atlántico y al Norte, a través de su mar territorial, con la República Dominicana y territorios pertenecientes a EEUU (Puerto
Rico y Santa Cruz), o a Francia (Martinica y Guadalupe, etc.).
Venezuela es un país con dos fachadas: la marítima,
se orienta hacia el Mar Caribe y el Océano Atlántico; y la continental, que
tiene tres frentes: el andino, el llanero y el amazónico. Ambas le proporcionan
ventajas económicas, geopolíticas y sociales. Su territorio está formado por la
parte continental (tierra firme), que comprende 915.175 km2; el
territorio insular (islas), que abarca 1.270 km2; el espacio aéreo;
y las áreas marinas y submarinas.
La población venezolana se caracteriza
por tener unas altas tasas de crecimiento interno y de inmigración foránea, siendo de unos 28.000.000 habitantes
aproximadamente (datos estimados para 2009). Se trata de una población mayoritariamente
joven, con una alta esperanza de vida, que se distribuye de forma preferente en el sector septentrional
del país en montañas y costas. Alrededor del 93% de esta población vive en
ciudades, mientras que la población rural representa únicamente el 7%. El
conjunto, se concentra en nueve grandes espacios urbanos.
Venezuela tiene amplias líneas de
costa que alcanzan en el mar Caribe a una fachada marítima de 2.813 kilómetros
de longitud y de 1.008
kilómetros de riberas continentales en el océano
Atlántico. Las fronteras venezolanas están, en su mayor parte, delimitadas,
pero aún quedan por delimitar algunos tramos en sus áreas marítima y submarina
con Colombia así como con algunas islas del Mar Caribe (Dominica, St.
Kitts-Nevis, Santa Lucía, Monserrat, Grenada y Saint Vicent).
Venezuela
posee una gran variedad de yacimientos minerales se distribuyen por el Escudo
de Guayana, al sureste del país. En esta área se localizan importantes
depósitos de hierro, bauxita, oro, diamantes, caolín, barita y manganeso.
En el
norte de Venezuela se encuentran importantes yacimientos de carbón, níquel,
zinc, cobre, plata, plomo, arenas silíceas y cromo, así como otras especies
minerales como titanio, platino, plomo, wolframio, estaño, cobalto, mercurio,
magnesita, vanadio, bismuto, niobio y tierras raras. Actualmente, están siendo
explotados yacimientos de más de 30 minerales. En el subsuelo venezolano existen grandes reservas probadas de
petróleo y gas natural. Además, Venezuela posee grandes reservas de hierro y bauxita,
así como importantes yacimientos de oro y diamantes, de importante valor. Todo
ello hace que Venezuela constituya un objetivo de inapreciable valor para el
imperialismo yanqui y las empresas multinacionales.
3.- “Extractivismo” y dependencia
económica
Con este término nos referimos a una forma
de organizar la economía de un país, en base a la extracción intensiva (en
grandes cantidades) de recursos naturales, con muy bajo nivel de procesamiento
(valor añadido) y destinado para su venta en el exterior (exportación). El
extractivismo crea una doble dependencia. Por una parte, el país que lo
practica depende en gran medida de la extracción (del mineral, del petróleo o
también del cultivo de un determinado producto) para su exportación. Con ello,
también acaba cayendo en la dependencia de los mercados internacionales y del
mayor o menor precio que en ellos se paga por el producto exportado.
En general, puede decirse que
el extractivismo tiene un efecto distorsionador sobre la estructura económica
del país que lo practica. Según afirman Jürgen Schuldt y Alberto Acosta:
“Aunque pueda causar sorpresa, la evidencia reciente y muchas experiencias
históricas nos permiten afirmar que los países que se han especializado en la
extracción y la exportación de recursos naturales, normalmente no han logrado
desarrollarse. Sobre todo aquellos que disponen de una sustancial dotación de
uno o unos pocos productos primarios parecen estar condenados al subdesarrollo,
atrapados como están en una lógica perversa, conocida en la literatura
especializada como “la paradoja de la abundancia” (Karl 1997). La profusión de
recursos naturales de que disponen tiende, entre muchos otros procesos
endógenos de carácter patológico que la acompañan, a distorsionar la estructura
y la asignación de los recursos económicos del país, redistribuye
regresivamente el ingreso nacional y concentra la riqueza en pocas manos,
mientras se generaliza la pobreza, da paso a crisis económicas recurrentes, al
tiempo que consolida mentalidades “rentistas”, profundiza la débil y escasa
institucionalidad, alienta la corrupción y deteriora el medio ambiente”. [7].
Uno de los efectos más frecuentes de las políticas económicas extractivístas
es el conocido en la teoría económica como la “enfermedad holandesa” [8] que en
Venezuela ya se viene constatando desde 1928 y cuyos efectos aún no han cesado,
a pesar de las reformas emprendidas por los gobiernos de Hugo Chávez y de
Nicolás Maduro.
La dependencia económica que generan las políticas extractivistas, a su
vez, está estrechamente relacionada (en una relación dialéctica de mutua
interdependencia) con el “subdesarrollo”. El economista marxista francés
Charles Bettelheim ya planteó tres condiciones imprescindibles para que los
países dependientes, eufemísticamente denominados como “subdesarrollados”,
pudieran poner fin a la explotación financiera y comercial, que estaban en el
origen de su situación de dependencia y pudieran superar ésta:
“..…cualquier política de lucha contra el subdesarrollo entraña
necesariamente, como parte integrante, una política de industrialización.
La industrialización, la modernización de la agricultura, la
diversificación de la economía, constituyen los principales aspectos del
esfuerzo en pro del rápido desarrollo de las fuerzas productivas.” [9].
Pero, lejos de proceder en ese sentido, como veremos más adelante, los
gobiernos de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro, como resultado de sus
contradicciones internas, vacilaciones e inconsecuencias, y haciendo gala de
una escasa visión estratégica y de un alto grado de ineficacia económica, no
sólo han sido incapaces de aprovechar los años de “bonanza” de la renta
petrolera (cuando aún estaba alto el precio de los crudos, que comenzó a
descender significativamente a partir de finales de 2014) para romper con el
extractivismo y la dependencia que éste genera, sino que están profundizando
aún más en esa errónea política. Una muestra de ello es la activación de la
explotación del Arco Minero del Orinoco [10],
llevada a cabo el pasado mes de mayo.
4.- La “revolución” bolivariana
El proceso
político que comenzó a desarrollarse en Venezuela con la llegada de Hugo Chávez
a la presidencia del país (2-02-1999) y cuya dirección, tras el fallecimiento
de éste (5-03-2013) pasó a manos de Nicolás Maduro, no puede considerase
propiamente como una revolución.
Es
evidente que no se trata de una revolución democrático burguesa, pues este tipo
de revoluciones corresponde a un periodo histórico distinto, el del tránsito
del feudalismo al capitalismo. Tampoco se puede definir como una revolución
socialista, pues en esta ocuparía el papel dirigente la clase obrera y de ella
surgiría un nuevo tipo de poder que, históricamente, se ha definido como de “dictadura
del proletariado”. Por razones similares, tampoco se podría calificar de
revolución democrático popular o de nueva democracia, pues en ella también
desempeñaría el papel dirigente la clase obrera, aunque la fuerza motriz
principal podría ser el campesinado o el conjunto del pueblo trabajador pero
que, en cualquier caso, requeriría de un sistema de alianzas de clase.
Por ello,
lógicamente, podemos considerar que su naturaleza no es la de un proceso
revolucionario sino la de un proceso reformista aunque, eso sí, se trata de un proceso reformista radical, de contenido
profundamente antiimperialista. Y, en relación con ello, la fuerza política
impulsora de dicho proceso, el movimiento chavista, parte del cual cristalizó
en la creación del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), en marzo de
2008, podría considerase como una
variante de izquierda de la socialdemocracia, radical y antiimperialista.
4.1.- La etapa de Hugo Chávez (1999-2013)
1er.
Periodo (1999-2001). Se inicia con la victoria electoral del Movimiento Quinta
República (MQR), el partido fundado por Chávez, en las elecciones de 1998. En
1999 se aprueba una nueva Constitución.
2º.
Periodo (2001-2007). En este periodo ya tuvo lugar el “paro nacional” de 12
horas convocado por FEDECÁMARAS (10-12-2001), y se produce el primer intento de
derrocamiento del gobierno reformista de Chávez (11-14 de abril de 2002) por
parte de un grupo de militares, en connivencia con la ejecutiva de la patronal
venezolana. Entre diciembre de 2002 y febrero de 2003 también se produjo el
llamado “paro petrolero”, promovido por FEDERCÁMARAS y la dirección de
Petróleos de Venezuela (PDVSA), así como la llamada Coordinadora Democrática y
el sindicato Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), que contaban con
el apoyo de diversos medios de comunicación vinculados distintos grupos financieros.
Durante
este periodo y a partir de 2003 el gobierno chavista impulsa una serie de
reformas socioeconómicas, en la línea del “Estado de Bienestar (neokeynesiano),
conocidas con el nombre de “misiones” [11]. En septiembre de 2005, el gobierno
de Chávez inicia la Reforma Agraria que ya venía anunciando desde el 2000. Una
tímida reforma agraria que no logró quebrar el poder económico y político de
los grandes terratenientes pues, en muchos casos, se limitó a expropiar las
tierras baldías o deficientemente cultivadas e incluso, los antiguos
propietarios continuaron manteniendo la propiedad sobre una parte de las
mismas.
3er.
Periodo (2007-2013). En 2007 se fundó el Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV), a partir de varios grupos y organizaciones de izquierda, entre ellos el
Movimiento Quinta República (MQR) que había sido creado por Chávez en 1997.
Durante
estos años, cuando todavía era elevado el precio del petróleo, los ingresos
derivados de la exportación de crudo pudieron paliar los errores cometidos en
la aplicación de la política económica
chavista. No se había producido la anunciada mecanización del campo, ni la
modernización y diversificación de la débil industria venezolana. En 2008, el
gobierno de Chávez se vio obligado a aumentar las importaciones hasta en un
40%. Y, ese mismo año, la producción agrícola, en algunos casos, se situó al
nivel de 1998 [12].
Entre 2008
y 2009 tuvo lugar una importante recesión económica, cuyas causas, según Haiman
Troudi, se encontraban en:
“El crecimiento menos acelerado del PIB durante el año 2008, y la
recesión del 2009 obedeció a la disminución de todas las variables que
participan en su determinación: el consumo, la inversión, la exportación (tanto
privada como pública), y la importación.” [13].
Al mismo
tiempo, durante este periodo se fue configurando un sector de la burguesía
vinculado a altos miembros del aparato del Estado y que se beneficia de
contratos y concesiones, permisos de explotación, etc. Un sector desarrollado
al abrigo de la corrupción política. Es lo que popularmente se ha conocido como
“boliburguesía” (burguesía bolivariana), aunque se trata de un sector que, como
tal, no ocupa un lugar específico en la estructura de clases de la formación
social venezolana.
Por otra
parte, en el bagaje positivo del periodo de Chávez habría que incluir el
impulso dado a la creación de los Consejos Comunales y de los Comités Locales
de Abastecimiento y Producción (CLAP), aunque estos hayan ido perdiendo su
autonomía inicial hasta llegar a convertirse en organismos dependientes de la
administración chavista y vinculados al PSUV.
4.2.- La etapa de Nicolás Maduro (2013- )
Tras la
muerte de Hugo Chávez le sustituyó en la presidencia del gobierno Nicolás
Maduro. Es a partir de entonces cuando comienza a estrecharse el cerco contra
el chavismo. Esto ocurre en una situación internacional caracterizada por la creciente agudización de las
contradicciones inter-imperialistas, entre el bloque hegemonizado por EEUU y el
encabezado por el tándem China-Rusia, en la que el imperialismo norteamericano
trata de recuperar las posiciones perdidas en América Latina.
A partir
de 2014 empiezan a bajar significativamente los precios del petróleo en el
mercado internacional, lo que hace más difícil la utilización de la renta
petrolera para paliar los efectos de la crisis y el desabastecimiento de
productos de primera necesidad (en buena medida provocado por el acaparamiento
sistemático que llevaban a cabo los sectores antichavistas).
El 8 de
diciembre de 2015, la oposición reaccionaria venezolana, agrupada en la MUD,
logra hacerse con una mayoría cualificada en la Asamblea Nacional, donde logra
109 escaños (64.07%) de167, mientras el PSUV sólo consigue 55 escaños (32.93%)
de los 162 que había tenido hasta entonces. Unas elecciones en las que hubo una
participación del 74.25%, y cuyo resultado sólo lo explica el cansancio de una
parte importante del pueblo trabajador venezolano por una situación
socioeconómica y política cada día más deteriorada.
En 2015
llega al poder el ultraconservador Mauricio Macri, en Argentina y en agosto de
2016, Michel Temer en Brasil. Con ello, el gobierno de Nicolás Maduro pierde
dos de sus principales apoyos en América Latina.
El 24 de
noviembre de 2016 se firma el acuerdo de paz definitivo entre el gobierno
colombiano y las FARC, con lo que queda desactivado un enfrentamiento armado de
varias décadas de duración y también priva de un posible aliado al gobierno
venezolano.
A
principios de 2017, Donald Trump alcanza la presidencia de EEUU, con lo que la
burguesía pro-imperialista venezolana ve reforzarse considerablemente sus
apoyos internacionales. Unos apoyos con los que también contaba por parte de la
UE, así como de algunos partidos españoles como el PSOE, el PP y el PNV entre
otros.
Igualmente
hay que destacar la posición cuasi unánime de los principales medios de
comunicación internacionales (prensa,
radio y TV), incluidos los españoles, en sus furiosos ataques contra el
gobierno de Nicolás Maduro, al que constantemente se tilda de dictatorial, corrupto,
asesino y hasta de narcotraficante.
En una
situación así, el gobierno chavista emprende lo que se podría calificar de una
“huída hacia adelante”. Por una parte, trata de apoyarse más en el ejército,
para lo que no duda en involucrar a éste en tareas propiamente económicas, con
objeto de lograr un apoyo más firme por su parte, concediendo nuevas
atribuciones (y privilegios) a la cúpula militar [14]. Es así como hay que
entender la creación de la Compañía Militar de Industrias Mineras Petroleras y
Gasísticas (COMIMPEG) en marzo de 2016 y su reciente asignación a la
explotación del “arco minero del Orinoco”.
Por otra
parte, impulsando una reforma constitucional. Para ello, el gobierno de Nicolás
Maduro, se ha apoyado en una parte del aparato estatal que aún controla, para
utilizarlo contra otra que ya se ha escapado a su control. En realidad, lo que
está ocurriendo es que la lucha de clases se está desarrollando tanto a nivel
de la calle como en el propio ámbito de las instituciones, del aparato del
Estado burgués.
Así, el 28
de marzo de este año, La Sala Constitucional (SC) del Tribunal Superior de
Justicia (TSJ) declaró en “desacato” a la Asamblea Nacional (AN), reduciendo la
inmunidad de sus parlamentarios. Y como consecuencia de ello, mientras durase
esta situación, se declaraba con capacidad para asumir algunas de sus funciones
(29-03-2017). El 30 del mismo mes, el TSJ retiraba algunos de los poderes de la
AN, adjudicándoselos al gobierno.
A primeros
de abril, la burguesía reaccionaria se lanza a la calle provocando violentos
enfrentamientos con la policía bolivariana. Unos enfrentamientos que, unidos a
los destrozos de instalaciones y empresas, incendios, saqueos, linchamientos de
partidarios del gobierno, etc., ha producido ya más de un centenar de muertos.
El 23 de
mayo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) convocaba elecciones para la creación
de una Asamblea Nacional Constituyente, para el 30 de julio. A partir de ese
momento, la burguesía pro-imperialista radicaliza aún más sus acciones. El 16
de julio convoca un consulta para rechazar el proyecto del gobierno en la que,
según sus organizadores, participarían un total de 7.2 millones de personas y
par la que contaron con la presencia de un grupo de “observadores”
internacionales formado por varios ex presidentes latinoamericanos, como Lura
Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez (Costa Rica), Vicente Fox (México), Andrés
Pastrana (Colombia) y Jorge Cuto Quiroga (Bolivia), lo que nos puede dar una
idea de los apoyos internacionales con que cuenta la oposición reaccionaria
venezolana.
El 20 de
Julio convocaron un paro de 24 horas, y los días 26 y 27 otro de 48 horas. Tal
como está la situación, no sería de extrañar que pudiera desembocar en un golpe
militar o en una intervención extranjera, tal como reclaman insistentemente los
“demócratas” de la MUD y de FEDECÁMARAS.
5.-A modo de conclusión
En un país
en el que el proletariado no tiene una entidad importante, que en gran medida
se circunscribe al sector petrolero (extracción y petroquímica); y en el que no
existe una burguesía nacional, propiamente dicha; la alianza estratégica para
un cambio revolucionario sólo puede basarse en la clase obrera y el
campesinado, apoyándose en la pequeña burguesía y en los militares
progresistas. Pero, para que esto pudiera ocurrir, en Venezuela tendría que
haber un partido comunista revolucionario que, lamentablemente, por ahora no
existe.
Aunque no
pretendemos dar consejos a nadie, pues nada estaría más lejos de nuestra
intención, consideramos que el gobierno venezolano tendría que superar esa especie
de “corsé” que le lleva a tratar siempre de respetar la legalidad democrático-burguesa.
No
obstante y dada la situación actual, a
pesar de todas las vacilaciones, incongruencias y limitaciones ideológicas y
políticas del gobierno chavista, y con todas nuestras reservas, apoyamos la
lucha del pueblo venezolano contra a la
burguesía reaccionaria y el imperialismo yanqui.
_____________________
NOTAS
1.- En las elecciones celebradas en diciembre de
2015, la MUD obtuvo 109 escaños en la Asamblea Nacional (de 167); mientras que
el PSUV, logró 55.
2.- Se conoce como “guarimba” al corte de calles o
carreteras, por medio de barricadas, realizado por pequeños grupos de gran
movilidad, generalmente coordinados y entrenados, que luego desaparecen. En
muchas ocasiones, las “guarimbas” dan lugar a incendio s y/o saqueos de
comercios, supermercados, locales administrativos, etc. Los guarimberos suelen
ir con el rostro cubierto (casco y máscaras antigás), utilizan escudos,
tiragomas, cócteles molotov u otro tipo de armas. Muchas veces se colocan a la
cabeza de las manifestaciones antigubernamentales y protagonizan
enfrentamientos directos con contra-manifestantes chavistas o con la policía.
3.- Ver: Ignacio Ramonet. “Un “golpe lento” en
marcha”. Le Monde Diplomatique. Edición española. Febrero 2014.
4.- Ver: Laura Vitriago. Foro contra la Guerra.
5.- Juan Vicente Gómez gobernó como dictador
absoluto de Venezuela, entre 1908 y 1935, en tres periodos diferentes. Su
gobierno fue uno de los más rígidos de la historia venezolana. Hizo reformar varias veces la constitución para
alargar el período de gobierno y permitir su reelección. Un factor que contribuyó, en gran medida, al mantenimiento
de la dictadura de Gómez, fue el apoyo que éste recibió del capital extranjero,
especialmente de las compañías petroleras.
6.- Ver: VV. A. “Estado y estructura de clases en la Venezuela
contemporánea”. Universidad
Central de Venezuela. Taller “Pio Tamayo” de la Escuela de Trabajo Social.
Facultad de Ciencia Económicas y Sociales. Caracas, 1984.
7.- Ver: Jürgen Schuldt y Alberto Acosta. “Petróleo,
rentismo y enfermedad holandesa”, en la obra de VV. AA. “Extractivismo,
política y sociedad”. Centro Andino de Acción Popular (CAAP) y Centro Latinoamericano
de Ecología Social (CLAES). Quito. Noviembre 2009. Págs. 9 y 10.
8.- Con el nombre de la “enfermedad holandesa” también
conocido como el “mal holandés” o el “síndrome holandés”, se hace alusión a los
efectos dañinos para la economía de un país provocados por un aumento significativo
en los ingresos de divisas (moneda extranjera de aceptación general en las
transacciones internacionales) como consecuencia de la exportación de algún
recurso natural (petróleo, gas, oro, café, cobre, etc.).
Su nombre, tiene origen en la década de 1960 cuando se
produjo el descubrimiento de grandes yacimientos de gas natural en Holanda, por
lo que aumentaron considerablemente los ingresos en divisas producto de su
exportación. El florín, la moneda holandesa, se apreció (se revalorizó, aumentó
de valor con respecto a las monedas de referencia extranjeras) y como consecuencia
de ello, se hicieron más baratos los precios de los productos importados que
los nacionales y se encareció la exportación de éstos.
En consecuencia, disminuyó la demanda de productos
nacionales provocando el cierre de empresas y el aumento del paro en las áreas
no relacionadas con el sector económico que provocó la apreciación de la moneda
holandesa.
Este fenómeno no es nuevo. Ya lo sufrió la economía
española durante el siglo XVI por la llegada de los metales preciosos extraídos
de las colonias americanas, y en Australia en la década de los 1850, debido al
descubrimiento de importantes yacimientos de oro.
Teniendo en cuenta las características específicas de los recursos naturales que provocan esta distorsión
económica, nos encontramos que el sector que generalmente aporta el mayor
porcentaje del ingreso nacional suele emplear una cantidad relativamente baja
de trabajadores en su extracción y exportación, por lo que la diferencia de
productividades es muy acusado, generando un desequilibrio considerable en la estructura económica del país.
9.- Charles Bettelheim. “Planeación y crecimiento
acelerado”. Fondo de Cultura Económica. México 12, D. F. 1965. Pág. 49.
10.- El Arco Minero del Orinoco,
conocido oficialmente como “Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero
del Orinoco”, es un área rica
en recursos minerales de Venezuela que ocupa mayoritariamente el norte del
estado Bolívar y en menor proporción el noreste del estado
Amazonas, así como parte del estado del Delta Amacuro. Cuenta con importantes reservas de oro, cobre, diamantes,
coltan, hierro, bauxita y otros minerales. Abarca un
área de 111.846,86 km², es decir alrededor del 12,2 % del territorio
venezolano.
Hasta
ahora, han sido más de 100 empresas de 37 países, como el Reino Unido,
Canadá, Rusia, Sudáfrica, EEUU, China, Australia, las que han manifestado
su interés en invertir en esta zona, que tiene una superficie que equivale a
tres veces la del territorio de Dinamarca.
11.- Estos programas sociales fueron impulsados por el
Servicio Nacional de Misiones a partir de 2003 y aún continúan vigentes, con el
gobierno de Nicolás Maduro. También llamados “Misiones Bolivarianas”,
comprenden programas y medidas para luchar contra la pobreza y la extrema
pobreza, programas de educación y alfabetización, de consultas médicas
gratuitas, así como de acceso a créditos subvencionados para la adquisición de
viviendas. También comprenden programas culturales, de tipo científico, políticos, medioambientales,
sobre derechos de los indígenas, etc.
12.- Ver: Haiman Troudi. “La Política Económica
Bolivariana (PEB) y los dilemas de la transición socialista en Venezuela”.
Centro de Estudios Políticos Económicos y Sociales (CEPES). Monte Ávila.
Editora Latinoamericana. Caracas 2010. Págs. 49 y 54.
13.- Obra citada. Pág. 55.
14.- Unos privilegios que podrían contribuir al
reforzamiento de su papel político y a que un sector de la alta burocracia
militar llegue a adquirir unos intereses propios, adoptando un comportamiento
similar al que podría tener una clase social, sin realmente serlo. Es lo que
podemos llamar un proceso de “autonomización”.