martes, 3 de noviembre de 2015

SOBRE EL “MODELO” DE SOCIALISMO PARA EUSKAL HERRIA




Hoy retomamos una reflexión, que ya iniciamos hace varios meses, sobre algunas cuestiones ideológicas y políticas que consideramos de gran interés para que la izquierda abertzale pueda llegar a superar su desorientación actual así como su falta de perspectiva estratégica y le permita recuperar su capacidad combativa y la del conjunto del movimiento popular vasco.

7.- Sobre el “modelo” de socialismo para Euskal Herria

Hace mucho tiempo que la izquierda abertzale viene defendiendo la consigna de independentzia eta sozialismoa! Sin embargo, cuando se trata de concretar en que se plasmaría ésta, sólo suele precisar la primera parte de dicha consigna. Así, mientras que el término independentzia se concreta en la exigencia de la creación de un Estado vasco, el término sozialismoa se emplea de manera totalmente ambigüa y oscura, sin responder a ningún concepto concreto.

De ahí que unas veces se identifique deliberadamente el término “socialismo” con el de un Estado del bienestar, haciendo mención expresa del “modelo” escandinavo o nórdico, es decir comparándolo con el sistema existente en Dinamarca, Finlandia, Noruega y/o Suecia. De esta manera, se pretende oponer al “modelo” socioeconómico neo-liberal, otro de corte neokeynesiano, aunque igualmente capitalista.


El “socialismo de mercado” chino

También hay quienes se han visto deslumbrados por el rápido ritmo de crecimiento económico logrado en los pasados años por China, a la que siguen considerando un país socialista, por el mero hecho de que una parte de las empresas (aunque cada vez menor) siga siendo todavía de titularidad pública.

Quienes toman a China como modelo, parecen ignorar lo que realmente representa el llamado “socialismo de mercado” chino. No se han percatado de que ya a mediados de la década de los 90, en aquel país, se habían establecido las condiciones fundamentales de una economía capitalista: 1) se había definido como objetivo esencial de la economía la obtención del máximo beneficio; 2) China se había integrado plenamente en la economía capitalista mundial, y se esforzaba por ser aceptada como Estado miembro de la OMC (lo que, al fin, logró el 11 de diciembre de 2001, tras 15 años de negociaciones); 3) en el proceso de industrialización acelerada que se desarrolló en aquel país desde 1980, cientos de millones de campesinos fueron desplazados desde el campo a las zonas urbanas, como consecuencia del proceso de liquidación de las comunas y de mercantilización de la tierra; y 4) la progresiva privatización de la economía, pronto se trasladó a las zonas urbanas, tanto en lo que se refiere a gran parte de las antiguas empresas estatales como a la propiedad inmobiliaria. ¡Un buen modelo de “socialismo” para Euskal Herria!

El “socialismo del siglo XXI”

Por otra parte, otro de los “modelos” que causa furor entre la izquierda abertzale, es el del llamado “socialismo del siglo XXI”, cuyos principales exponentes son los regímenes de Venezuela, Ecuador y Bolivia.

Los gobiernos de algunos de estos países, como Ecuador y Bolivia, marcan distancias con respecto al marxismo y el comunismo. La excepción es Venezuela, sobre todo en la época del presidente Hugo Chávez, cuya ideología era una mezcla de marxismo y nacionalismo bolivariano. Sin embargo, tanto Rafael Correa como Evo Morales evitan hablar de la división de la sociedad en clases y, por tanto, de la lucha de clases, oponiendo a estos conceptos, los de “revolución ciudadana” contra una oligarquía de partidos corrupta, en el caso de Rafael Correa, y de las comunidades indígenas andinas, culturalmente oprimidas, contra una oligarquía “europea”, en el de Evo Morales.

En los tres países se ha adoptado una economía mixta y se desarrolla una actividad política institucional que, en general, sigue unas “reglas del juego” similares a las existentes en cualquier Estado capitalista liberal. Por otra parte, la práctica política de los partidos que defienden el “socialismo del siglo XXI” es muy similar a la que desarrollaron los partidos socialdemócratas europeos en el periodo que va desde  finales de la década de 1940 hasta mediados de los 70.

Venezuela

El caso del régimen venezolano puede constituir, en cierto modo, una excepción. En algunas empresas públicas se ha implantado un sistema de gestión que ha sido más avanzado que el que se implantó en Alemania (cogestión) promovido por los socialdemócratas. Sin embargo, las reformas llevadas a cabo en la agricultura han sido excesivamente tímidas y aunque se haya distribuido algunas tierras entre los campesinos, no se les ha facilitado el apoyo necesario en cuanto a desarrollo de infraestructuras, créditos, etc. Por otra parte, aunque en su momento se efectuaron algunas nacionalizaciones de empresas, sobre  todo en el sector petrolero, se han creado numerosas empresas conjuntas con China, Rusia, Irán y la UE. Solamente se ha reducido la presencia de multinacionales norteamericanas.

Por otra parte, también es un importante aspecto negativo la excesiva dependencia de la exportación petrolífera, gran parte de la cual se ha estado dirigiendo a EEUU. Si tenemos en cuenta la caída del precio del barril de petróleo en los últimos años, nos daremos cuenta de las graves repercusiones que está teniendo sobre la economía venezolana.

Además, una parte importante de los sectores estratégicos de la economía continúa en manos privadas y entre los trabajadores del sector público y el privado existen unas fuertes desigualdades. Teniendo en cuenta todos estos aspectos, difícilmente se puede considerar a Venezuela como un país socialista y como un modelo para Euskal Herria.

Ecuador

En cuanto a Ecuador, las empresas multinacionales controlan la mayor parte de los sectores exportadores (alrededor del 57% del petróleo). Al mismo tiempo, el gobierno reprime las protestas y reivindicaciones de las comunidades indígenas amazónicas y andinas que viven en las zonas que han sido asignadas a las multinacionales para la explotación de yacimientos mineros.

Rafael Correa se ha enfrentado con la burguesía agroexportadora de la costa, centrada en Guayaquil, mientras que por otra parte apoya y subvenciona a los capitalistas de Quito (zona andina). Su retórica “antioligarquíca” no es verdaderamente un discurso anticapitalista. La popularidad y el respaldo electoral que ha logrado Correa se basa principalmente en concesiones a corto plazo, en forma de aumentos salariales y créditos a la pequeña empresa.

Bolivia

Respecto al “socialismo” boliviano hay que destacar el peso de las inversiones de las multinacionales en el sector minero. Cerca de un centenar de empresas transnacionales explotan actualmente los recursos mineros y energéticos bolivianos, en base a los bajos salarios y las escasas regulaciones en materia medioambiental.

Los gobiernos de Evo Morales han dado todo tipo de facilidades a las inversiones extranjeras en el sector minero y, por otra parte, han venido subvencionando y concediendo préstamos a bajo interés al sector agroindustrial, a pesar de los vínculos que este sector de la burguesía mantiene con grupos de la extrema derecha boliviana.

Actualmente, un centenar de las familias más ricas de Santa Cruz poseen más del 80% de las tierras más fértiles, mientras que el 80% de los campesinos y los indígenas se encuentran por debajo del umbral de la pobreza. La propiedad de las minas, el comercio (tanto mayorista como minorista) y la banca, continúan en manos de un sector de la burguesía que, además, está cada vez más vinculada a las grandes multinacionales.

El gobierno de Evo Morales está más preocupado por el incremento de la productividad, el aumento de las exportaciones y de los ingresos del Estado que por la situación de los campesinos pobres. El gobierno boliviano se ha opuesto a las ocupaciones de tierras y se ha negado a expropiar las tierras no cultivadas o escasamente productivas. Sin embargo, ha procurado aparentar su apoyo a los campesinos pobres, promoviendo todo tipo de fiestas y danzas indígenas. 

En fin, ha tratado de desviar la atención y acallar las críticas por las promesas incumplidas de realizar la reforma agraria, instalando a los campesinos sin tierra en algunas tierras públicas en áreas tropicales, desplazando a los indígenas del altiplano a otras tierras insalubres, sin viviendas, ni herramientas, ni semillas ni fertilizantes, ni la adecuada preparación de la tierra para los cultivos.

Puede decirse que, en general, el llamado “socialismo del siglo XXI” no tiene nada que ver con el concepto marxista del mismo. Abandona la lucha de clases y la sustituye por el productivismo desarrollista. Como mucho, pueden observarse en él algunos rasgos progresistas que no van más allá de lo que fue la socialdemocracia europea en las décadas que siguieron al final de la Segunda Guerra Mundial.

También hay que reconocer que el “socialismo del siglo XXI” mantiene una contradictoria (vacilante, tímida e inconsecuente) actitud antiimperialista. Por ello, aunque debamos considerar estos últimos aspectos de forma positiva tampoco tienen la suficiente entidad como para que consideremos que éste pueda ser un “modelo” válido de socialismo para Euskal Herria.