Artículo tomado
de Borroka garaia da! Autor: Santi Ramirez
A mediados del pasado mes de enero,
la epidemia del COVID-19 traspasó las fronteras de China y se fue expandiendo a
nivel mundial. Al mismo tiempo, desde los gobiernos de los distintos Estados se
nos ha venido anunciando con insistencia que, como consecuencia de la pandemia,
se avecina una profunda crisis económica que, probablemente, será mayor que la
sufrimos en la primera década del presente siglo.
Pero, lo que no nos dicen es que:
1º.- El estallido de esta epidemia
tiene mucho que ver con el sistema productivo capitalista. Es más, puede
decirse que es una consecuencia directa de la irracionalidad del sistema, en su
conjunto.
En concreto, hay que tener en cuenta
el desarrollo cada vez mayor del capitalismo agro-industrial, con la
consiguiente apropiación y explotación de bosques primarios, así como de
tierras cultivables propiedad de muchos pequeños campesinos y de comunidades
indígenas. La deforestación de amplias zonas del planeta, especialmente en
Asia, África y América Latina, con objeto de introducir nuevos cultivos, al
margen, por completo, de las necesidades de las comunidades autóctonas, etc.
Todo ello, favorece que una serie de
microorganismos patógenos que hasta ahora estaban aislados en determinadas
zonas, se puedan extender a las ganaderías locales y a los seres humanos,
produciéndose casos de zoonosis.
El empleo de piensos artificiales u
orgánicos, con aditivos químicos, en la alimentación del ganado, para aumentar
la productividad de las granjas; también contribuye, en buena medida, al
surgimiento de nuevas enfermedades, como es el caso de las “vacas locas”, que
acaban afectando también a las personas.
Cabe suponer que, en alguna medida,
también estarán contribuyendo a la expansión de la pandemia el calentamiento
global y el cambio climático, cuyos efectos son cada vez son más evidentes y
que, en definitiva, obedecen a las mismas causas.
2º.- La pandemia actual no es la
causa real de la crisis económica, que según nos aseguran se avecina, aunque
contribuirá en buena medida a agudizarla.
Las causas de las crisis residen en
el propio funcionamiento interno del sistema económico capitalista. A grandes
rasgos, según la economía política marxista, podemos clasificar las crisis en
dos tipos: las crisis de sobreproducción-subconsumo y las crisis de realización
del valor (de valorización del capital).
En general, las crisis son
consecuencia de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la cual a su
vez, en buena medida, es derivada de la tendencia ascendente de la composición
orgánica del capital, como consecuencia de la competencia cada vez más feroz
entre las propias empresas capitalistas.
En cuanto a las llamadas “crisis de
realización”, fundamentalmente se deben al desequilibrio en el desarrollo de
los sectores I y II de la economía capitalista. Es decir, entre el sector
dedicado a la producción de medios de producción y el dedicado a la producción
de bienes de consumo. No obstante, hemos de tener en cuenta que, en muchos
casos, varios de estos factores actúan de forma simultánea y combinada,
influyéndose recíprocamente.
Al mismo tiempo, también conviene
recordar que desde hace ya varios años, antes de que estallase la actual
pandemia, se nos venía hablando de la existencia de una “desaceleración” de las
principales economías mundiales, entre ellas las de EEUU y Alemania,
precisamente como consecuencia de una dificultad, cada vez mayor, para
revalorizar el capital (a la que ya hemos hecho referencia), así como de la
guerra comercial desatada entre EEUU y China, con el incremento recíproco de
aranceles a la importación; así como al embargo y bloqueo económico unilateral
impulsado por el imperialismo yanqui contra Irán.
3º.- Las distintas potencias
imperialistas, hace ya tiempo que se preparan para la guerra porque, aunque
esta pueda suponer una enorme destrucción de vidas humanas, es el medio al que
históricamente han recurrido para resolver sus contradicciones y “reactivar”
sus economías.
Esto resulta totalmente evidente, si
nos fijamos en el acelerón experimentado, en los últimos años, por la carrera
armamentista desatada entre las potencias que forman parte de los dos bloques
imperialistas (EEUU, Gran Bretaña, la UE, Japón, China, Rusia, etc.) con el
frecuente ensayo de nuevos modelos de armamento, cada vez más sofisticados y
las enormes inversiones efectuadas, por unos y otros, en el terreno militar.
Para hacernos una idea del
enfrentamiento entre ambos bloques y el creciente peligro de guerra entre
ellos, conviene tener una visión global de las zonas donde actualmente se
produce el “choque” de sus intereses económicos, políticos, geo-estratégicos
y/o militares (Oriente Medio, Mar del Sur de China, Asia central, Europa central
y Balcanes, región ártica, así como determinadas zonas de América Latina y
África). Esto nos dará una idea aproximada del alcance y la agudización de las
contradicciones entre ellos.
4º.- Con el pretexto de combatir la
pandemia actual, los distintos Estados burgueses están ensayando diversas
técnicas de control de masas. Desde la identificación personal y la
geo-localización, hasta la compartimentización de la población, el
confinamiento, etc. A lo que hay que añadir el creciente control sobre los medios
de comunicación, las redes sociales, etc.
Técnicas y métodos que, con la
experiencia ya adquirida, podrían aplicar en cualquier situación diferente de
la actual crisis sanitaria, pero en la que pudiera estar “en peligro” el propio
sistema capitalista.
En vista de todo lo anterior,
resulta evidente que el futuro del planeta, nuestro futuro, está expuesto a
todo tipo de consecuencias derivadas de la actuación irracional del
capitalismo, que únicamente obra cegado por su obsesión de obtener cada vez
mayores beneficios. El sistema socioeconómico (modo de producción) capitalista,
conduce inexorablemente a la muerte y a la destrucción de millones de vidas
humanas. Sólo la revolución socialista podrá evitarlo.