“Sin teoría revolucionaria tampoco puede haber
movimiento revolucionario”. V. I. Lenin
Todos los indicios predicen la
entrada de las economías capitalistas en una nueva fase de recesión económica.
Al mismo tiempo, los enfrentamientos entre las distintas potencias
imperialistas, se suceden en varias zonas del planeta y la carrera
armamentística se desarrolla sin freno alguno.
Los grandes movimientos de población,
desde los países dominados y empobrecidos hacia los países capitalistas
desarrollados, están creciendo a un ritmo vertiginoso como consecuencia de las
guerras y del empeoramiento de las condiciones generales de vida de la
población,
Por si todo esto fuera poco, la
vida en las ya superpobladas áreas urbanas, sobre todo en los países
dependientes, se está haciendo insostenible. La marginación y la exclusión
social, las discriminaciones de todo tipo, la delincuencia, la drogadicción, la
prostitución, etc. se desarrollan sin parar, así como también se refuerzan la
dominación patriarcal, la marginación de los-as jóvenes y hasta la explotación
de la infancia.
Y, por último, la voracidad insaciable
del capitalismo, su afán enfermizo por acumular cada día más y más beneficios,
está a punto de provocar una catástrofe ecológica que puede abocar a la
destrucción de la vida sobre el planeta.
La única salida a esta situación catastrófica
y angustiosa es, de forma cada día más evidente, la revolución proletaria mundial. Sin embargo, los y las
comunistas, no contamos por ahora con la capacidad necesaria para impulsarla.
La degeneración revisionista ha
socavado las fuerzas revolucionarias y el MCI ha caído mayoritariamente en el
reformismo. Los antiguos países socialistas ya hace tiempo que dejaron de serlo
y en todos ellos se ha restaurado, bajo unas u otras formas, la dominación
capitalista.
El ciclo revolucionario que se
inició en Octubre de 1917 en Rusia y que posteriormente se extendió a otros países
de Europa y Asia, ha tocado a su fin. Es por ello que los y las comunistas
debemos prepararnos ideológica, política y organizativamente, para impulsar un
nuevo ciclo revolucionario en todos los países. Y esto es extensivo para los y
las comunistas vascos-as.
Debemos lograr que la clase obrera
vuelva a recuperar la confianza en sí misma, como sujeto revolucionario
histórico. Que vuelva a contar con un horizonte político en el que ella sea la
protagonista. Para ello, es necesario superar la pérdida de hegemonía del
marxismo-leninismo entre los sectores más avanzados de las masas.
Se hace imperioso regenerar la teoría revolucionaria
(recuperándola, revitalizándola y
actualizándola), adecuándola para que llegue a ser, de nuevo, el instrumento de
transformación social que fue en otros tiempos.
Para ello, la tarea más urgente,
aunque no la única, es la de llevar a cabo un Balance del Ciclo de Octubre que
nos permita aprender tanto de los éxitos revolucionarios, los avances y los
aciertos que hubo (sin caer en la autocomplacencia) como de las limitaciones
habidas y los errores cometidos que nos han conducido a la situación actual.
Esta labor es imprescindible y nos
permitirá reforzarnos ideológica y políticamente porque se tendrá que llevar a
cabo simultáneamente a una lucha de líneas contra las posiciones revisionistas
y reformistas. Una lucha en la que
debemos dar prioridad a los aspectos ideológicos y políticos, estos últimos no
a corto sino a medio-largo plazo. Es decir que debemos poner la ideología y la política en el “puesto de mando”.
Pero esta tarea no debemos
entenderla como una actividad meramente libresca, propia de intelectuales
encerrados en su “torre de marfil”, ajenos a los problemas más sentidos por las
masas, ignorando sus aspiraciones inmediatas o menospreciando sus luchas,
adoptando una posición de arrogante superioridad ante ellas.
Al contrario, ya lo hemos repetido
en otras ocasiones, debemos ser capaces de acercarnos a las masas con humildad
y unirnos estrechamente a ellas. Aprender de sus experiencias. Saber ganarnos
su confianza, diferenciando a los elementos más avanzados e intermedios, de los
más atrasados.
Hemos de ser capaces de atraernos
a los primeros y apoyarnos en los segundos, para elevar el nivel ideológico y
político de los últimos y así poder atraerlos a todos hacia la causa de la Revolución
Socialista Vasca.
Es por esto, por lo que rechazamos
categóricamente las actitudes
precipitadas, ajenas a cualquier consideración ideológica y/o política,
que sólo pretenden “sumar” cuantitativamente a todos-as aquellos-as que se
consideren “comunistas”, para constituir apresuradamente un “partido”, sin
tener claras ni las cuestiones ideológicas y políticas, ni los objetivos, ni
las cuestiones estratégicas o tácticas fundamentales.