En distintas ocasiones, personas cercanas a SUGARRA,
nos han preguntado sobre cuales son aquellos aspectos que más caracterizan a
nuestro proyecto político y organizativo.
Aunque creemos que a lo largo de estos años esos
aspectos ya los hemos ido aclarando en diversos artículos y la mayoría de ellos
los hemos reunido y publicado en varias recopilaciones temáticas, a fin de
facilitar su lectura a quienes tratan de aproximarse a SUGARRA, entendemos que no
siempre resulta una tarea fácil el llevar a cabo una búsqueda de ese tipo.
Es por ello que, de forma muy sucinta, los vamos a
volver a resaltar, para facilitar su lectura por parte de las personas
interesadas, siempre con el fin de que puedan hacerse una idea más aproximada y
objetiva de nuestros planteamientos ideológicos, políticos y organizativos, así
como de las líneas generales de nuestra estrategia y táctica políticas.
1.- Nuestras intenciones
SUGARRA surgió ya hace ocho años, y desde el
principio, manifestamos con toda claridad cuáles eran nuestros propósitos, tal
como se dice en la cabecera de nuestro blog, hemos nacido “con la intención de
contribuir,… a crear las condiciones ideológicas, políticas y organizativas que
permitan a la clase obrera ocupar una posición hegemónica en el seno del Pueblo
Trabajador Vasco y asumir la dirección del proceso revolucionario y de liberación
nacional en Euskal Herria”. Y desde entonces hemos ido sacando nuestra
publicación con la mayor regularidad posible.
2.- Las raíces
históricas
SUGARRA hunde sus raíces en el propio movimiento
obrero vasco, en las históricas huelgas mineras de Gallarta y la Arboleda, en
las luchas de los trabajadores metalúrgicos de la Ría del Nervión; y de ahí que
reivindiquemos a quienes dieron en aquel incipiente movimiento obrero los pasos
necesarios para crear las primeras organizaciones comunistas en Euskal Herria, como
la Federación Vasconavarra del PC (III Internacional) y posteriormente el PC de
Euzkadi. Labor en la que se distinguieron militantes comunistas como Facundo
Perezagua y Jesús Larrañaga (Goyerri), entre muchos y muchas otras comunistas de
la época.
SUGARRA también hace suya la posición que adoptaron
aquellos partidos y organizaciones comunistas que, allá por los últimos años de
la década de los 50 y primeros de los 60 del pasado siglo, rompieron con el
revisionismo moderno que había llegado a hacerse con la dirección del
Movimiento Comunista Internacional.
En esa misma línea, también pretende recuperar la rica
experiencia y las valiosas aportaciones de las organizaciones y partidos
marxistas-leninistas de los últimos años del franquismo y de la época de la
“transición”, especialmente la del EMK (Euskadiko Mugimendu Komunista), por su
concepción no dogmática del marxismo, su alto grado de democracia interna, su
preocupación por la liberación nacional de Euskal Herria, la forma de plantear
la lucha contra el reformismo en el seno del movimiento obrero (en concreto dentro
de CCOO), por su empeño en impulsar el desarrollo del feminismo revolucionario y
por promover una constante transformación ideológica interna.
Así mismo, SUGARRA también reivindica la figura de
quienes, desde el ámbito de la izquierda abertzale, trataron de dar una
orientación revolucionaria a la lucha de liberación social y nacional del
Pueblo Trabajador Vasco, como Eduardo Moreno Bergaretxe (Pertur), desaparecido (¡!)
en 1976 y Jose Miguel Beñaran Ordeñana (Argala), asesinado en 1978.
3.- Lo original y
novedoso en SUGARRA
Pero esta “herencia” ideológica y política que ha
recogido SUGARRA, se combina con una actitud nueva sobre algunas cuestiones
esenciales de la lucha por el socialismo y la liberación nacional.
3.1.- El partido comunista
SUGARRA trabaja por organizar un partido
revolucionario proletario, un partido de nuevo tipo. Dicho partido, sería un
Partido Comunista de Euskal Herria. Pero, tratando de ser fieles a la
concepción leninista de partido, creemos que este habría de tener un carácter
contradictorio.
Por una parte, tendría que ser un partido de
vanguardia, que agrupase a los-las militantes más avanzados-as de la clase
obrera y el Pueblo Trabajador Vasco. Lo que se ha venido llamando (y no siempre
ha sido bien entendido) un partido de revolucionarios-as profesionales.
Pero, al mismo tiempo, habría de ser un partido de
masas, en el sentido de que tendría que estar estrechamente vinculado a ellas. Y
no sólo esto, sino que en virtud de ese carácter contradictorio, al mismo
tiempo que tuviera que desempeñar un papel dirigente, tendría que ser también
un instrumento de la clase obrera y el pueblo trabajador para llevar a cabo la
revolución.
Precisamente para eso, para que el partido no llegue
a autonomizarse y colocarse por encima de las masas trabajadoras, como un
aparato ajeno y superior a ellas, lo que facilitaría su burocratización, sería
necesario articular los mecanismos necesarios para que aquellas pudiesen
ejercer formas de control sobre el propio partido, sobre su partido.
Tendría que ser un partido cuyo funcionamiento
estuviese basado en el centralismo democrático y en la crítica y autocrítica,
es decir, que no podría ser un partido rígidamente centralizado, en el que se
ahogase las discusiones y se considerase las críticas como una actividad
“antipartido”, sino que habría de recuperar el funcionamiento que caracterizó
al partido bolchevique en la época de Lenin.
3.2.- El socialismo
Tal como concebían el socialismo los clásicos, SUGARRA
lo entiende de dos formas: como el estadio inferior de la sociedad comunista y
también como un periodo de transición entre el capitalismo y el comunismo. No
obstante, pensamos que la segunda acepción representa mejor su carácter
contradictorio. Porque, en el socialismo, durante un periodo prolongado, continuará
habiendo clases y también, como consecuencia de ello, lucha de clases.
Una lucha de clases cuyo desenlace no es inexorable,
no está predeterminado, y la prueba de ello es que tanto la antigua URSS como
la China socialista, acabaron sufriendo una progresiva burocratización que, con
el tiempo, condujo a la restauración del capitalismo en ambos países. Primero,
todavía bajo una apariencia socialista pero posteriormente bajo la forma del
capitalismo clásico y la economía de mercado.
Teniendo todo esto en cuenta es por lo que no hay
que bajar la guardia. El socialismo no consiste sólo en la nacionalización de
las empresas y de las tierras de labor, porque eso sería tener una visión muy
estrecha y economicista de un proceso sociopolítico tan importante. En el
socialismo, será necesario seguir impulsando la lucha de clases, tanto a nivel
de la base económica de la sociedad, como de la superestructura ideológica,
política y cultural.
El socialismo, en el terreno político se caracteriza
por la dictadura del proletariado y en el económico, por la propiedad social de
los medios de producción (que no es lo mismo que la propiedad estatal) y la
planificación económica. Una planificación, por cierto, que SUGARRA plantea que
no habría de ser burocrática, rígida y ultra-centralizada, sino democrática,
flexible y descentralizada.
En relación con esto, SUGARRA sostiene que en los
centros de trabajo, los trabajadores y trabajadoras deben tomar en sus propias manos
el control de sus medios de existencia. Lo que supone llevar la lucha ideológica
al seno de las empresas, a las propias unidades de producción, para ir acabando
progresivamente en ellas con la división capitalista del trabajo.
Además, simultáneamente con la lucha de clases y en
estrecha relación dialéctica (de mutua interdependencia) con ella, habría que
impulsar otras tres grandes luchas:
Una lucha contra el patriarcado, por la completa
emancipación femenina, ya que esta no se logrará, automáticamente, con el
triunfo de la Revolución Vasca; una lucha contra el productivismo economicista
burgués, impulsando un proceso de producción que a diferencia de lo que ocurre
bajo el capitalismo, carezca del carácter depredador que tiene en éste y se
desarrolle de forma respetuosa con la naturaleza y el medio ambiente; finalmente,
una lucha dirigida a impulsar la Revolución Científico Técnica (RCT) para que
esta se realice en beneficio del conjunto del pueblo trabajador y no sirva para
el enriquecimiento de una minoría explotadora, como sucede en la actualidad.
3.3.- La cuestión del Estado
En primer lugar, SUGARRA defiende la creación de un
Estado Socialista Vasco, con lo cual se sitúa, indudablemente, en el ámbito del
sector revolucionario de la izquierda abertzale, diferenciándose claramente de
otros grupos o colectivos comunistas. Pero, al mismo tiempo, está abierta a la
posibilidad de establecer una relación de tipo confederal con otros pueblos y
naciones, siempre que se respete escrupulosamente la soberanía nacional de
Euskal Herria, con lo que a su vez, también se diferencia notablemente del
nacionalismo de izquierda.
En segundo lugar, el tipo de Estado que defiende
corresponde con el que Lenin definió como un “semi-Estado proletario”, en el
sentido de que se trataría de un Estado que encerrase en sí mismo el germen de
su propia desaparición como tal, es decir, de su autoextinción.
Todo esto supone que tendría que ser un Estado organizado
de tal forma que su funcionamiento no requiriese la labor de los técnicos y los
especialistas, sino que fuese lo suficientemente sencillo como para ser llevado
por trabajadores-as sin necesidad de unas habilidades especiales o
excepcionales y cuyas funciones estuviesen lo suficientemente descentralizadas como
para impedir o dificultar la profunda separación entre los cargos más altos del
Estado y las masas trabajadoras.
Por otra parte, el Estado socialista tendría que ser
un Estado “garantista” de cara al propio pueblo trabajador, de tal forma que la
democracia socialista, en el plano real, fuese muchísimo más elevada que la
democracia burguesa formal más “avanzada”. Ello supone que, a diferencia de los
Estados burgueses de “derecho”, es decir, de las democracias burguesas
parlamentarias, el Estado Socialista Vasco habría de ser un auténtico Estado
socialista de derecho.
Comité de redacción de SUGARRA