En anteriores artículos, hemos ido abordando algunas de las actitudes
de rechazo y de reacciones críticas que ha suscitado la deriva reformista,
legalista e institucionalista, del sector mayoritario de la izquierda abertzale
representado por Sortu. Hoy, vamos a continuar con algunas de ellas.
Askatasunaren Bidean
Este
colectivo, formado por una cincuentena de expresos y refugiados políticos
vascos-as, se presentó públicamente el pasado 21 de mayo en Bilbao. Su crítica
a la nueva orientación de la izquierda abertzale “oficial”, y en concreto a
Sortu, es coherente, sistemática y radical. Y aunque esa crítica parte de unos
presupuestos ideológicos que, como ya hemos manifestado anteriormente, no
compartimos (el nacionalismo revolucionario), sin embargo, coincidimos en buena
medida con ella.
Por
una parte, constatan que a comienzos del siglo XXI, el Pueblo Trabajador Vasco
continúa estando oprimido y que se siguen manteniendo tanto la explotación
capitalista como la opresión nacional y cultural, así como la dominación
patriarcal y la progresiva destrucción de la naturaleza. También consideran,
que todos estos aspectos se han agudizado enormemente desde el inicio de la
crisis capitalista global, entre el 2006 y el 2008.
Al
mismo tiempo, denuncian que el cambio de estrategia que ha llevado a cabo el
sector de la izquierda abertzale “oficial” no ha ido dirigido, únicamente a
poner fin a la actividad armada, sino que su objetivo principal ha sido el de
integrar el movimiento popular en el sistema, y “liquidar al MLNV, la
Revolución Vasca y hasta el propio abertzalismo socialista revolucionario”.
El
colectivo Askatasunaren Bidean reconoce que en el seno del MLNV siempre se ha
desarrollado la lucha de clases (entendemos que en el plano ideológico) entre
los elementos reformistas y oportunistas de la pequeña burguesía vasca y la militancia abertzale y socialista
revolucionaria. Aunque de forma sucinta, describen los pasos, las distintas
fases, que ha seguido este proceso de liquidación del movimiento abertzale y
revolucionario por parte del sector reformista. También denuncian la
manipulación del lenguaje mediante la que, poco a poco, han ido vaciando de
contenido, desnaturalizando y desideologizando, tanto la lucha de clases como
la lucha por la Amnistía y contra la represión.
Por
último, el colectivo Askatasunaren Bidea hace un llamamiento abierto, en
sentido amplio, a la militancia abertzale y socialista revolucionaria a
organizarse de múltiples formas, a niveles de barrio y de pueblo, aunque sin
abogar por una forma organizativa específica, diferenciándose así de otros
colectivos críticos surgidos en los últimos tiempos en la izquierda abertzale.
Herritar Batasuna
Hace
ya varios meses, el pasado 19 de agosto, un colectivo político vasco hacía publica
la propuesta para constituir la Herritar Batasuna. Recientemente, pocos días
después de que tuviera lugar en Bilbao la manifestación pro-Amnistía del pasado
26 de noviembre, que reunió a cerca de 4000 personas, el mismo colectivo volvió
a proponer una serie de puntos ideológico-políticos y organizativos [14], en el
mismo sentido que su propuesta anterior, aunque de forma más detallada.
Según
afirman sus promotores, se trataría de organizar una nueva UNIDAD POPULAR, “con
la intención de recuperar, enriquecer y actualizar la memoria de todas las
luchas a favor de la libertad de este Pueblo, y especialmente el espíritu
abertzale y socialista revolucionario de Herri Batasuna de 1978” [15]. En ese
sentido, reivindican los cuatro “objetivos históricos” de la Izquierda
Abertzale: Independencia, Socialismo, Reunificación y Reeuskaldunización, a los
que añaden el Feminismo y el Ecologismo, según dicen, “incorporados como
consecuencia del desarrollo de las luchas de los movimientos populares”.
En
sí misma, una propuesta de este tipo, dirigida a construir una “unidad popular”
que agrupe tanto a organismos políticos (colectivos, organizaciones y/o
partidos) como a militantes a nivel personal, del pueblo trabajador y de la clase
obrera vasca, no es una idea rechazable. Sin embargo, la propuesta a la que nos
referimos, tiene una serie de contradicciones,
lagunas, ambiguedades e incongruencias,
que difícilmente podrá servir para avanzar en el sentido que se pretende.
1.- Algunas
contradicciones de la propuesta
En
el texto se afirma que “Herritar Batasuna tendrá un CARÁCTER DE CLASE
impulsando el protagonismo de los trabajadores. Debemos realizar en la práctica
la dirección política de lxs trabajadorxs en todos los ámbitos, fortaleciendo
constantemente la conciencia nacional de clase. La Unidad Popular es así la
Unidad del Pueblo Trabajador Vasco y, en especial, de la Clase Obrera Vasca…” (PP-11).
Para
empezar, hay que decir que pertenecemos a la clase obrera vasca o al Pueblo
Trabajador Vasco de una manera objetiva, es decir, independientemente de
nuestra voluntad y del grado o nivel de conciencia nacional y/o de clase que
tengamos e igualmente si no la tenemos.
En
la primera parte de este artículo (SUGARRA 14-11-2016) ya expusimos con
amplitud nuestro profundo desacuerdo con el concepto de “conciencia nacional de
clase”. Allí planteamos que en base a esa diferenciación entre “conciencia
de clase” y “conciencia nacional de clase”, se podría llegar a “renunciar al
trabajo político entre aquellos sectores de la clase obrera que se considerase
carentes de “conciencia nacional”, es decir que fuesen considerados como
“españolistas”, aunque tuvieran cierto nivel de conciencia de clase. De esta
manera, se podría abandonar a dichos sectores a la influencia reformista”
(aptdo.3).
Con ello se estaría dividiendo a la clase obrera en
función de sus sentimientos nacionales, favoreciendo así descaradamente a nuestros
enemigos de clase, la gran burguesía española, el imperialismo, así como la
burguesía vasca. Y los comunistas debemos esforzarnos por ganarnos a la gran
mayoría de la clase obrera para la causa de la Revolución Vasca y no solamente
a una parte de ella, abandonando al resto en manos de la reacción.
Por otra parte, en el mismo punto
habla de “realizar en la práctica la dirección política de lxs trabajadorxs en
todos los ámbitos…”. Pero, ¿cómo debemos entender esto? ¿Cómo podrían los
trabajadores y trabajadoras llegar a ejercer efectivamente esa dirección
política actuando a nivel individual, personal, de forma inconexa, como si
fuesen un mero agregado y no como el sujeto social colectivo que deben
ser?
Pero para esto último, necesitan
contar con un instrumento organizativo propio, de intervención política y de
difusión ideológica, especialmente preparado para ejercer, a través de él,
esa función de dirección.
2.- Sobre las lagunas de la propuesta
También
nos dicen en su propuesta que son partidarios de mantener una “posición firme
contra las estructuras imperialistas. En primer lugar, la OTAN… En segundo
lugar, las estructuras actuales oligárquicas y antidemocráticas de la Unión Europea, especialmente la falsa
“independencia” del Banco Central Europeo, y el diseño y la gestión neoliberal
y autoritaria del Euro,…” (PP-16).
Respecto
a la OTAN, no plantean en ningún momento la necesidad de desmantelar las bases
extranjeras, especialmente norteamericanas, que existen en muchos países
europeos, al abrigo de la OTAN; ni la necesidad de que el futuro Estado vasco
mantenga una estricta neutralidad, al margen de cualquier alianza militar; ni
exigen la salida de la OTAN del Estado español y el francés.
En
cuanto a la UE, al parecer no la consideran como una potencia imperialista,
aunque esté en proceso de construcción, y con lo que no están de acuerdo es con
la falta de control del BCE y con el diseño y la gestión “neoliberal” y
autoritaria del Euro; cuando en realidad no es cuestión de oponerse sólo al
capitalismo “neoliberal” o salvaje, sino también al neokeynesiano, por muy “civilizado”
y con aspecto “social” que se presente.
3.- Algunas ambiguedades e incongruencias
Estas
cuestiones, de un importante calado ideológico y político, tienen relación con
la cuestión del Estado. A continuación las desarrollaremos brevemente.
3.1.- Sobre el Reino de Navarra
Estamos
radicalmente en desacuedo con que se considere al Reino de Navarra como el “Estado nacional” de los vascos, tal como
se plantea en la propuesta (PP-4), cuando en realidad se trataba de una monarquía feudal, aunque ésta pudiera
haber tenido algunos aspectos más “modernos” que otros reinos circundantes.
Parece
que los promotores del HB ignoran, o no tienen en cuenta, que el Estado nacional surgió en otro contexto
histórico (económico, social, ideológico, político y cultural) muy diferente al
que se daba en la época en la que existió el Reino de Nabarra, en el
periodo comprendido entre los siglos XI y XVI [16]. Es decir que no es que estén
“idealizando” al Estado de Nabarra, cosa que niegan (PP-5), sino que lo están
mistificando, lo cual, por cierto, es bien distinto y muy negativo.
3.2.- Naturaleza, estructura y funcionamiento del
Estado vasco
En
primer lugar, queremos destacar el tratamiento profundamente erróneo que se da
en la propuesta de Herritar Batasuna a una cuestión tan esencial en cualquier
planteamiento político-estratégico, como es la del Estado.
· La
naturaleza del Estado
Aunque
los promotores de HB se manifiestan a favor del ”socialismo” (PP-2), en ningún
momento plantean que el Estado vasco haya de tener un carácter socialista. Por
tanto, da la impresión de que el socialismo que dicen defender se podría
desarrollar sin necesidad de la intervención del Estado y que éste tendría
únicamente la función de garantizar la independencia para así “construir el socialismo
en libertad” (PP-11). Pero en ningún momento se habla de la función
revolucionaria del Estado en el proceso de transformación social. Por nuestra
parte, consideramos imprescindible que se defina con claridad la naturaleza
social, el carácter de clase, del Estado que se propone crear.
· Estructura
y funcionamiento del Estado
Los
promotores del HB defienden “la República Confederal” como la forma de
articular entre sí los territorios vascos (PP-20), lo cual, de entrada, ya nos
recuerda
algunas
posiciones defendidas por el PNV al respecto. Por otra parte, según
manifiestan, el funcionamiento de dicho Estado se basaría únicamente en la
democracia directa. “Una Nación y un Estado que se estructuran de abajo arriba
en batzarres soberanos de barrio, lugar de trabajo, pueblo, ciudad y comarca”
(idem). Más adelante, también en el mismo párrafo, denominan a ese Estado como
“Estado-batzarre de lxs vascxs”.
Es
evidente que los promotores del HB no se han parado a pensar, con un mínimo de
seriedad y rigor, sobre la viabilidad que tendría un Estado vasco que se basase
en dichos criterios. Pero vayamos por partes.
En
primer lugar, ¿qué supondría que un Estado de poco más de tres millones de
habitantes, distribuído, en su parte sur, en cuatro territorios históricos y en
su parte norte, en otros tres, tuviera una estructura confederal?
La
Confederación de Estados es una
alianza que se establece en base a
intereses comunes (económicos, políticos y/o militares) entre varios
Estados independientes que ven la necesidad de unirse o asociarse para
defenderlos en mejores condiciones [17]. Históricamente las confederaciones de
Estados han surgido de tratados internacionales.
Debemos
precisar que los Estados miembros de una confederación mantienen su soberanía, poseen el llamado derecho de nulidad, que les permite desvincularse de cualquier
acuerdo que no consideren aceptable, y tienen el derecho de secesión, mediante el cual pueden volver a separarse de
la confederación cuando lo crean conveniente.
Pero,
según parece, la propuesta que se hace de “República Confederal” no se refiere
a ese tipo de confederación sino a otra modalidad que podemos denominar Estado confederal. En este último caso,
aunque se mantendrían los derechos antes citados, existirían unas diferencias
entre ambas modalidades que serían: los instrumentos
jurídico-políticos con los que se constituye una u otra, así como la
entidad o personalidad jurídica de los sujetos
que participan en su creación.
Sin
embargo, diferencias aparte, los distintos territorios (herrialdes) que formarían
la “República confederal” serían, a su vez, cada uno de ellos, sujetos
políticos dotados de soberanía. Tal como sostiene la mayoría de expertos-as en
derecho internacional público, ello supondría que cada uno de esos territorios
podría tener subjetividad internacional (capacidad,
juridico-política, de obrar en el plano de las relaciones internacionales)
incluso en detrimento de la propia República.
En
segundo lugar, si a esto añadimos que el funcionamiento del Estado se basaría
en los batzarres, es decir, en la democracia directa a todos los niveles, es
fácil comprender que el principio fundamental de cualquier Estado (ya sea
capitalista o socialista) que consiste en la unidad de acción y de dirección, difícilmente se podría garantizar,
lo que haría que ese tipo de Estado fuera completamente inoperante.
Además,
también debemos tener en cuenta otras dos cosas: a) la complejidad de las
tareas que habrá de abordar el Estado vasco para satisfacer las necesidades de
una sociedad desarrollada, culta y moderna como la nuestra; y b) las
condiciones geoestratégicas en que se ubicaría el nuevo Estado vasco, en el
corazón mismo de la Europa imperialista, rodeado de Estados capitalistas
pertenecientes a la UE y a la OTAN. Unas
condiciones concretas que harían aún más inviable un Estado como el que se
propone.
Respecto
a la cuestión de la Confederación, queremos decir que aunque no estamos a favor
de que sea esa la estructura interna de Estado Socialista Vasco, si la
consideramos apropiada para llevar a cabo una unión libre y voluntaria con
otros Estados socialistas o progresistas avanzados.
· El
Estado y el derecho
Se
plantea el Derecho Pirenaico como base jurídica del nuevo Estado que, según se
afirma en la propuesta, se utilizaría para “quitar a las élites el poder
administrativo para devolvérselo al pueblo” (PP-20). Indudablemente aquí
también se mistifica el alcance de una serie de usos y costumbres, de carácter
pre-capitalista, mantenidas a través de los tiempos en algunos valles y
comarcas de Euskal Herria.
Decía
Marx, refiriéndose al derecho, que: “El derecho no puede ser nunca superior a
la estructura económica ni al desarrollo cultural de la sociedad por ella
condicionado” [18]. Es por ello que no se puede pretender que el Derecho
Pirenaico sustituya a todo un cuerpo normativo que se habrá de desarrollar en
las condiciones histórico-concretas (sociales, económicas, políticas,
ideológicas, culturales, etc.) que existan durante el proceso de construcción
del socialismo.
Sin
embargo, lo que sí es cierto es que entre las fuentes del derecho, además de la
ley y la jurisprudencia o los tratados internacionales, también se incluye la costumbre o lo que es lo mismo, el
derecho consuetudinario. Y, en ese sentido, el Derecho Pirenaico, también habrá
de ser tomado en cuenta a la hora de elaborar el nuevo derecho socialista [19].
4.- El origen de la opresión nacional
El
Estado español actual, es el instrumento de la gran burguesía española para
mantener su dominación de clase. Una dominación que, en lo político, se basa en
la “indisoluble unidad de España” y en cuya base se sitúa la unidad económica, es
decir, la “unidad de mercado”. Esta dominación de clase es el origen, la
verdadera causa, de la opresión nacional a que se encuentra sometido el Sur de
Euskal Herria, así como el resto de naciones que hoy forman parte del Estado
español.
Aunque
la formación del Estado español se inició a partir de la monarquía feudal centralizada moderna, impulsada en el siglo XV
por los Reyes Católicos, lo que condujo más tarde, en el siglo XVI a la
conquista del Reino de Nabarra, no se puede atribuir ni exclusíva ni
principalmente a este hecho, el origen de la opresión nacional sobre Euskal
Herria, sino que esta tiene su origen, fundamentalmente, en el desarrollo
peculiar del capitalismo español.
NOTAS
14.-
La propuesta se divide en dos partes. Una de 21 puntos, que está formada por
las bases y objetivos políticos, que
para su comentario utilizaremos la abreviatura PP, seguida del número a que corresponde; y otra de 11 principios organizativos, a la que nos
referiremos con la abreviatura PO,
seguida también de su número correspondiente.
15.-
En octubre de 1977 se creó la Mesa de Alsasua, en la que estaban representados
varios partidos nacionalistas de izquierda, así como personalidades abertzales
independientes. Pocos meses más tarde, en abril de 1978, a partir de dicha
Mesa, se constituyó la coalición Herri Batasuna que agrupaba a los partidos
ANV, ESB-PSV, LAIA y HASI, así como a diversas personas abertzales independientes.
16.-
Si nos atenemos a la teoría del Estado, en la Baja Edad Media, como
consecuencia de la actuación combinada de una serie de factores sociales,
económicos, ideológicos y políticos, tuvo lugar un proceso de centralización
del poder, a partir de las monarquías feudales, que dió lugar a lo que luego se
llamaría “monarquías autoritarias” o “renacentistas”, y que dió paso a los
Estados centralizados modernos. Este proceso estuvo íntimamente relacionado con
el auge de la actividad económica y comercial, que tuvo lugar en los albores
del modo de producción capitalista.
En
Europa occidental, este impulso centralizador se produjo, a finales del siglo
XV, con los Reyes Católicos, después de una serie de guerras entre los distintos
reinos peninsulares; en Francia, con los reyes de las dinastías de los Capetos
y de los Valois, después de la Guerra de los Cien Años; y en Inglaterra, con la
dinastía de los Tudor, después de la Guerra de las Dos Rosas.
Los
Estados feudales modernos ya contaban con un territorio relatívamente estable;
con unos límites bien precisos; con unos aparatos judicial, tributario y
administrativo, así como con un ejército, permanentes. De hecho, las
necesidades de derivadas de la guerra, contribuyeron en buena medida a la
realización de este impulso centralizador.
Apartir
de estos primeros Estados modernos (feudales) se iría acentuando la
concentración del poder hasta formarse lo que se ha denominado “monarquías
absolutas”, que surgieron en el periodo comprendido entre el siglo XVI y el
XVIII. En realidad, estas monarquías correspondieron a una situación de
relativo equilibrio, en la que el poder político estaba en manos del rey y de
la aristocracia feudal, pero el económico ya empezaba a pasar a manos de la burguesía
ascendente (comercial y manufacturera).
Las
monarquías absolutas se establecieron, en Francia con la dinastía de los
Borbones (Enrique IV y Luis XIII), en el siglo XVI tras las “guerras de
religión”; en Prusia, con los Hohenzollern (Federico I Guillermo de
Brandemburgo), en siglo XVIII; en el Estado español con los Borbones (Felipe V)
tras la Guerra de Sucesón Española, a principios del siglo XVIII; y en
Inglaterra con los Estuardo (Jacobo I y Carlos II), en el periodo
inmediatamente anterior a la Revolución burguesa de 1648.
Posteriormente,
las distintas revoluciones burguesas que tuvieron lugar en los Estados más
desarrollados de Europa: Paises Bajos (1568-1648), Inglaterra (1642-1660 y
1688) y especialmente la Revolución Francesa (1789), dieron lugar a un nuevo
tipo de Estado, cuyo poder estuvo ya más centralizado, pero cuyo aparato
burocrático-administrativo, hasta entonces patrimonial, pasó a adquirir un
carácter “público”. Fue el inicio del llamado Estado Nacional.
17.-
Las confederaciones de Estados más conocidas han sido: La Confederación
Ateniense I, o Liga de Delos (477-404 a.n.e.), la Confederación Ateniense II (378-338
a.n.e.), la Liga Hanseática (s. XII-XVII), la Confederación del Rin
(1806-1813), la Confederación Germánica (1815-1866), la Confederación
Perú-Boliviana (1836-1839), los Estados Confederados de América o Confederación
Sudista (1861-1867), la Confederación de Alemania del Norte (1866-1871), etc.
18.-
C. Marx. “Crítica del Programa de Gotha”. Obras Escogidas de Marx y Engels (2
Tomos). Tomo II. Pág. 17. Editorial Fundamentos. Madrid, 1975.
19.-
El derecho socialista, como corresponde al periodo histórico en el que se
desarrollará que es el de la transición entre el capitalismo y el comunismo,
tendrá un carácter contradictorio y su contenido dependerá, en gran medida, del
nivel de desarrollo de la lucha de clases que todavía subsistirá durante dicho
periodo.