El pasado 30 de abril tuvo lugar en el Kursaal de Donostia
un Fórum organizado por el diario GARA, en el que Arnaldo Otegi fue
entrevistado por varios-as periodistas de dicho rotativo y también respondió a
preguntas que se le hicieron desde el exterior, por vídeo; o en directo, por
parte de algunas de las personas presentes en el acto.
En primer lugar, antes de comentar algunas de las
cuestiones que Otegi planteó en su intervención, queremos decir que nos
alegramos de su reciente salida de la cárcel, donde ha permanecido prisionero
durante más de seis años, como consecuencia de la represión política que el
Estado español ha venido ejerciendo contra amplios sectores de la población
vasca, con el pretexto de la “lucha contra el terrorismo”.
Entre otras cosas, el dirigente de la izquierda abertzale
“oficial” (Arnaldo Otegi es Secretario General de Sortu), afirmó que el Estado
español no es reformable, lo que compartimos plenamente; y que la dominación
capitalista se basa en la indisoluble unidad del Estado español, con lo que
también estamos de acuerdo.
Sin embargo, también hizo afirmaciones como que “somos
capaces de levantar la bandera de un proyecto nacional en el que todos y todas
vivamos mejor”. Un proyecto nacional en el que, según se desprende de sus
palabras, al parecer, podrían estar interesadas tanto las clases y capas
sociales populares, lo que denominamos como Pueblo Trabajador Vasco, como
aquellas otras que son precisamente las que oprimen a éste y que actualmente
constituyen la base en que se apoya el Estado español.
Hay que tener en cuenta que la burguesía media vasca, una
fracción de la cual está representada políticamente por el PNV, aunque está
sometida al expolio por parte de la gran burguesía monopolista y las multinacionales,
por otra parte necesita al Estado español para sobrevivir. De hecho, la capa
superior de la burguesía vasca forma parte del bloque en el poder y el resto
(sus capas media e inferior), se pueden considerar como una “clase de apoyo” a
la gran burguesía española.
En cuanto a su defensa de la necesidad de un Estado vasco
independiente, Otegi planteó que este proyecto “será capaz de hacer confluir a
la gran mayoría de este país”. Pero, lo significativo fue que en ningún momento
definiese el tipo de Estado que propugnaba para Euskal Herria, su carácter de
clase, su naturaleza social.
Eso sí, lo calificó como un “Estado digno” y para ello se
remitió al escritor, político y orador romano Marco Tulio Cicerón (106 al 43 a.n.e), afirmando que se
trataba de un Estado con “leyes justas, pueblo culto y un gobierno honrado”. Ni
que decir tiene que resulta cuando menos chocante que a la hora de definir al
futuro Estado vasco lo haga en esos términos porque, curiosamente, las leyes las elabora y las promulga la clase
que detenta el poder.
También resulta chocante que, en otro momento de su
intervención, refiriéndose al capitalismo lo calificase de “un sistema sin
corazón”. Claro que, tal vez se estuviese refiriendo al capitalismo “salvaje” o
neoliberal y no al capitalismo “civilizado” o neokeynesiano que tanto ilusiona
a socialdemócratas y reformistas de todo pelaje, desde el PSOE e IU, hasta
PODEMOS y Sortu.
Curiosamente, a pesar de que a lo largo de su intervención
efectuase algunos guiños a la izquierda, citando en algún momento a José
Mújica, al Che Guevara o al mismísimo Lenin, lo que sí se echó en falta es que
en ningún momento hiciera referencia alguna a la necesidad de luchar por el
socialismo. ¡Tiempo al tiempo!