En los últimos meses se ha producido un retroceso
generalizado en aquellos países de América Latina que contaban con gobiernos
progresistas (bolivarianos o de izquierda reformista), como es el caso de
Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, etc.
A ello hay que unir la apertura de Cuba a EEUU y a las
inversiones norteamericanas, tras 54 años de férreo bloque imperialista; la
desactivación del conflicto armado colombiano, a raíz de las negociaciones del
gobierno con las FARC y más recientemente con el ELN; y, por último el triunfo
de la derecha peruana, representada por Keiko Fujimori, en las recientes
elecciones celebradas en aquel país.
Con ello, el imperialismo yanqui y sus aliados, las
fuerzas reaccionarias del subcontinente, logran afianzarse en varios países,
reforzando así las posiciones del bloque imperialista hegemónico, a nivel
internacional. Y todo, curiosamente, se está efectuando por procedimientos
“democráticos”, sin necesidad de volver a recurrir a los golpes de Estado y las
dictaduras militares de las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo.
En Brasil, una de las potencias emergentes (BRICS), la
presidenta Dilma Rousseff corre peligro de ser destituida por la Cámara de Diputados, mediante
un “impeachment”, cuya tramitación ya ha sido aprobada por mayoría en la
comisión de diputados, pero que requeriría una mayoría cualificada de 2/3 en el
parlamento.
Tras el triunfo electoral de Mauricio Macri en Argentina,
la ex-presidenta Cristina Fernández, ha sido imputada judicialmente por una
polémica operación realizada por el Banco Central durante su mandato. Pero, la
caída del kirchnerísmo tiene implicaciones geoestratégicas. China está construyendo en
Neuquén (Patagonia) una gigantesca base que, oficialmente, se dedicará a la
observación planetaria, pero que los acuerdos firmados entre ambos países, de
cara a su construcción, contienen cláusulas secretas que el nuevo gobierno
podría derogar.
La derrota electoral del chavista Nicolás Maduro, en
Venezuela, ha posibilitado que la derecha pro-imperialista de aquel país trate
de promulgar una “amnistía” para sus presos, muchos de ellos vinculados a
tentativas golpistas. De momento, el Tribunal Supremo de Justicia, todavía
controlado por los chavistas, ha conseguido frenar el intento, declarando
anticonstitucional la llamada Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional,
aprobada por la
Asamblea Nacional. Hay que recordar que la derecha venezolana
ha contado con la complicidad y el apoyo explícito tanto del PP como del PSOE.
Por último, en Bolivia, tras la derrota de la propuesta de
reforma constitucional, que permitiría la reelección de Evo Morales hasta 2025,
en el referéndum del pasado mes de febrero, todo hace pensar que también en
este país se producirá un avance de los grupos oligárquicos y
pro-imperialistas.
Es evidente que, después de estos importantes cambios
políticos, el imperialismo yanqui recupera posiciones perdidas en América
Latina, lo que le permitirá afrontar en mejores condiciones el enfrentamiento
con el bloque imperialista chino-ruso.