miércoles, 13 de enero de 2016

ANÁLISIS DE COYUNTURA



Los resultados de las elecciones generales que se celebraron el pasado 20-D, han puesto en evidencia dos cosas: 1ª) el fin del sistema político surgido en la época de la transición y que se sustentaba en el bipartidismo y en la alternancia entre los dos principales partidos, el PP y el PSOE; y 2ª) las crecientes dificultades de “gobernabilidad” en el Estado español; agudizadas aún más por el desarrollo del proceso catalán hacia la independencia.

En Euskal Herria, hay que destacar el avance experimentado por Podemos, que ha llegado a superar en votos al PNV, aunque no en escaños obtenidos; y el fuerte descenso sufrido por EH Bildu. En este último caso, según parece, su pérdida de votos podría deberse a dos factores: a) el trasvase de una serie de votos a Podemos, al defender éste el “derecho a decidir” y considerarlo, probablemente, como un voto “útil”; y b) el surgimiento de divergencias internas en el seno de los apoyos sociales de Sortu, por parte de algunos sectores que critican a ese partido por su abandonismo hacia los presos (como ocurre con Amnistía Ta Askatasuna) y/o por su deslizamiento hacia posiciones institucionalistas y reformistas, de tipo socialdemócrata.

En cualquier caso, se abre una nueva situación política que hace necesarios pactos y alianzas, para lograr mayorías suficientes, que se vislumbran de una gran complejidad y una no menor dificultad, si tenemos en cuenta las condiciones y “líneas rojas” que unos y otros establecen de antemano. Todo lo cual lleva a considerar la posibilidad de que en un breve periodo de tiempo tengan que celebrarse nuevas elecciones.

Lo paradójico del caso es que tanto el PP como el PSOE, han comenzado a manifestar su intención de llevar a cabo una “reforma constitucional”, sin que ninguno de ellos avance las posibles líneas en que se podría desarrollar ésta. A lo sumo, el PSOE ha hablado de una reforma en un sentido “federal”, sin aclarar tampoco en que podría consistir su “proyecto”. Lo que sí han dejado claro ambos es su intransigente defensa de la “unidad de España”. Todo lo cual lleva a pensar que, en realidad, lo que se pretende llevar a cabo es un cambio de tipo lampedusiano.

Si quienes defienden la “unidad de España” deseasen verdaderamente que ésta no fuera una cárcel de pueblos, como hasta ahora, abogarían por que éstos pudieran unirse entre sí, sólo, de forma libre y voluntaria, sin que la unidad les fuese impuesta mediante la fuerza. Pero, para esto, sería necesario que: a) aceptasen el carácter plurinacional del Estado español; b) reconocieran el Derecho de Autodeterminación para todas las naciones históricas; y c) defendiesen una nueva organización territorial del Estado en la que ninguna de ellas pudiera seguir siendo oprimida. 

Todo esto, sin entrar a considerar el carácter de clase del actual Estado español y teniendo en cuenta que una hipotética reforma constitucional no lo modificaría ya que únicamente supondría un cambio limitado y superficial. También somos conscientes  de las dificultades que incluso entrañaría un posible cambio de este tipo (una reforma constitucional realizada dentro de los límites impuestos por la legalidad vigente), aunque nosotros seríamos partidarios de la ruptura y de la apertura de un proceso constituyente.

Sin embargo, y ya lo hemos manifestado en alguna ocasión, por nuestra parte, apoyaríamos cualquier reforma social económica o política (tanto de ámbito vasco como español) que sirviese para mejorar las condiciones de vida y de trabajo de las clases populares, que debilitase a la gran burguesía y favoreciese la acumulación de fuerzas revolucionarias; y que nos permitiese avanzar hacia el reconocimiento del Derecho de Autodeterminación y el socialismo.

Estos últimos días, el PSOE ha empezado a hablar de formar una “gran coalición progresista”, en la que se podría incluir a Podemos, Izquierda Unida, y otros partidos de ámbito autonómico. Es probable que, llegada la ocasión, Podemos deje de defender con tanta firmeza el “derecho a decidir” y se limite a poner algunas condiciones que resulten más aceptables por parte del PSOE, como podría ser el pretendido “blindaje” de los derechos sociales en la constitución.

En el plano internacional

La situación de evidente crisis política que se agrava de día en día en el Estado español, hay que situarla en un contexto internacional caracterizado también por una creciente complejidad.

A la agudización de las contradicciones inter-imperialistas, entre los dos grandes bloques (el capitaneado por EEUU con sus principales aliados, la UE y Japón; y el constituido entorno al tándem chino-ruso), vienen a unirse: el agravamiento entre potencias regionales, como Arabia Saudita e Irán, con sus repercusiones en todo el Oriente Medio (Siria, Irak, Yemen, etc.); la actuación del grupo terrorista Daesh, cada vez más extendida geográficamente; el agravamiento del enfrentamiento del Estado turco contra el pueblo Kurdo, que supera las fronteras de la propia Turquía; el debilitamiento de la UE, sobre todo a raíz de la llegada de una gran masa de refugiados a Europa, que está agudizando las contradicciones internas de la Unión y que, por otra parte, está siendo utilizada como pretexto por una serie de movimientos xenófobos, racistas y neonazis.

Por si esto fuera poco, también estamos asistiendo a un retroceso de las posiciones progresistas en varios países de América Latina, que se manifiesta en los recientes triunfos electorales de los sectores burgueses más conservadores y pro-imperialistas en Argentina y Venezuela, que pueden ser el principio de un gran reflujo a nivel continental.

Al mismo tiempo, la crisis global (económica, social, ecológica, etc.) que desde hace casi una década afecta a todo el planeta, no parece que vaya a concluir en un futuro próximo. Más bien, todo parece indicar que hasta podría agravarse, como consecuencia de la inestabilidad de la economía china. 

Todos ellos son factores que hay que considerar en su lógica interacción dialéctica y que no podemos pasar por alto a la hora de diseñar una estrategia revolucionaria, tanto en Euskal Herria como en el conjunto del Estado español e incluso a nivel general.