[...]la clase obrera y el Pueblo Trabajador Vasco no pueden apoyar que un Estado vasco independiente, aunque sea capitalista, pertenezca a la UE[...]
Hace unos meses, propusimos llevar
a cabo una reflexión sobre una serie de cuestiones, con el fin de superar la
actual situación de “desorientación ideológica y política de la izquierda
abertzale, así como su falta de perspectivas, y de recuperar la capacidad
combativa del movimiento popular” [1]. Hoy, con este artículo, seguimos con la
reflexión que ya habíamos iniciado. En él trataremos de abordar las dos
cuestiones siguientes:
2.- ¿Cuáles son las ventajas y los
inconvenientes de nuestra situación geoestratégica (abierta al Atlántico y
punto de paso entre la península y el continente)?
3.- ¿Cómo condicionan este proceso
la pertenencia de los estados español y francés a la UE y a la OTAN?
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SITUACIÓN GEOESTRATÉGICA DE EUSKAL HERRIA
La nación vasca ocupa una posición
destacada en el Arco Atlántico. Constituye una bisagra entre dos Estados, el
español y el francés. Es una de las principales rutas terrestres del tráfico (por
carretera y ferrocarril) de personas y mercancías entre la Península Ibérica
y el continente. Por su situación y las infraestructuras portuarias de que
dispone, es también un nudo en las comunicaciones marítimas entre el norte de
Europa, América y el norte y oeste de África. El puerto de Bilbao es un
importante punto de entrada en el Estado español del gas natural (licuado)
procedente de Trinidad y Tobago, Perú, Nigeria, Noruega y Qatar. Sus
aeropuertos tienen enlaces con las principales capitales europeas. Esa posición estratégica, de cara a los tres continentes,
también sirve para ponernos en contacto con otros pueblos y otras culturas.
Una Euskal Herria independiente,
que se mantuviese fuera de la UE,
podría utilizar esta situación (geoestratégica) favorable para mantener
relaciones económicas, comerciales, políticas y culturales con otros Estados,
compensando así las repercusiones de su exclusión de la UE.
Hay que tener en cuenta que la
independencia de Euskal Herria respecto al Estado español y/o al francés,
probablemente tendría como consecuencia inmediata su exclusión de la UE, ya que la existencia de un
nuevo sujeto político (el Estado vasco) requeriría que se llevase a cabo un
nuevo proceso de negociaciones con los Estados miembros de la UE, para que fuese aceptado
como miembro de pleno derecho. Y eso
supondría un largo periodo de negociaciones, contando con que no se opusieran a
su entrada los Estados español y francés.
De todas formas, la clase obrera y el Pueblo Trabajador
Vasco no pueden apoyar que un Estado vasco independiente, aunque sea
capitalista, pertenezca a la UE
porque en ese caso no se podría hablar de una independencia real sino
aparente, meramente formal. Ello es así porque el capital financiero europeo,
especialmente el alemán, por medio de la
CE y del BCE, ejercería en la práctica el control y la
fiscalización de la economía del Estado vasco, como se ha demostrado hasta la
saciedad en los últimos años.
La
UE
constituye un auténtico “corsé de hierro” no sólo para cualquier Estado miembro
que pretenda emprender un proceso de transformación revolucionaria,
socialista, sino incluso para cualquier Estado que cuente con un gobierno
progresista, que trate de abordar con decisión los problemas económicos y
sociales más acuciantes (paro y exclusión social; acceso a la sanidad, vivienda
y educación, para los sectores populares; lucha contra la corrupción política,
el fraude fiscal y la especulación financiera; etc.).
Sin embargo, el sector
nacionalista de la burguesía media (representado por el PNV) y la pequeña
burguesía nacionalista (con cuyos intereses se identifican, cada vez más, Sortu
y EH Bildu), aspiran a que el Estado vasco forme parte de la UE lo que probablemente no
ocurriría de inmediato tras el acceso a la independencia, como hemos visto
antes [2].
La independencia real y efectiva
de Euskal Herria, sólo será posible con la instauración de un régimen
revolucionario, o al menos progresista que fuerce su salida de la UE y de la OTAN, ya sea previamente a la
proclamación de la independencia o en el Estado vasco que se constituyese tras
ésta. Sin embargo, en cualquiera de estos últimos casos entrarían en juego
otros factores de tipo político, económico y militar, que no debemos ignorar.
Hay que tener en cuenta que el
Estado vasco, por su situación en el “Arco Atlántico” y su posición en el Sur
de Europa, en su entorno más próximo estaría rodeado por una mayoría de Estados
pertenecientes a la UE
(excepto Islandia y Noruega), y de Estados miembros de la OTAN (excepto Irlanda, Suecia
y Finlandia). De ello se deduce que podría verse
sometido tanto a presiones económicas (boicot a productos vascos, elevación
arbitraria de los aranceles a la importación, etc.) como al embargo (comercial,
económico y financiero) o al bloqueo (terrestre, aéreo y marítimo). Éste último
caso constituiría una auténtica declaración de guerra.
Un Estado vasco con un régimen
socialista e incluso con uno progresista, estaría sometido a una permanente
amenaza de intervención militar por parte de los Estados vecinos, que son
miembros de la OTAN. De
cara a contrarrestar, al menos parcialmente, dicha amenaza, convendría que la
legitimidad del Estado vasco contase con un amplio e inequívoco respaldo
democrático [3].
No obstante, a pesar de toda la
legitimidad democrática que tuviese el Estado vasco, el imperialismo yanqui y
sus aliados europeos siempre podrían encontrar pretextos si no para efectuar
una intervención militar directa, para alentar la oposición armada interna o un
posible golpe militar.
Todo esto pone de manifiesto que
la ubicación geoestratégica de Euskal Herria confiere una especial complejidad al
proceso revolucionario vasco y obliga a la clase obrera y al pueblo trabajador
a desarrollar una estrategia diversificada y, a su vez, igualmente compleja,
para estar en condiciones de superar las previsibles dificultades y obstáculos
que indudablemente se nos presentarán.
Ello supone que, aunque aún
estemos lejos de una situación revolucionaria, debemos tener desde ahora una
“visión de futuro” y actuar con una perspectiva estratégica. Significa que no
debemos conformarnos sólo con el estudio de la teoría marxista, mientras
mantenemos una visión estrecha y cortoplacista (lo cual no puede ser más
contradictorio), sino que también debemos reflexionar sobre los problemas
“prácticos” que probablemente se nos presentarán.
Precisamente, de cara a ello, desde
ahora mismo debemos desarrollar relaciones con otros colectivos y
organizaciones comunistas, en base al marxismo-leninismo (entendido éste no de
forma rígida y dogmática) y al internacionalismo proletario. Igualmente, hemos
de ir tejiendo redes de solidaridad internacionalista entre los distintos
pueblos de Europa. Así mismo, tampoco debemos olvidar la importancia de
impulsar un fuerte movimiento contra el militarismo y la OTAN, así como a favor del
desmantelamiento de las bases militares extranjeras (especialmente
norteamericanas) en suelo europeo.
NOTAS
1.- Ver: “Una reflexión necesaria”
(SUGARRA 16-10-2014).
2.- Estamos hablando de la
hipótesis de que llegue a constituirse un Estado vasco capitalista. Esta
posibilidad ya la contemplamos en el artículo “Sobre la autodeterminación y la independencia” (SUGARRA 20-01-2015).
3.- En otra ocasión
desarrollaremos el tema de la relación dialéctica (contradictoria) entre
legitimidad y legalidad.