jueves, 11 de diciembre de 2014

LA SITUACIÓN INTERNACIONAL




Hace ya algún tiempo, estrenamos nuestra publicación con un artículo titulado “Una panorámica general” (SUGARRA, 04-09-2010). En él hicimos una exposición de la situación internacional. Hoy volvemos sobre el mismo tema, para profundizar en aquel análisis y poner de relieve los cambios experimentados desde entonces. Ello al hilo de una reflexión más general, cuya conveniencia expusimos recientemente [1], y a la que damos comienzo con este artículo.

1.- ¿Qué influencia tiene la actual situación internacional en el desarrollo de la lucha por la independencia y el socialismo en Euskal Herria? ¿Cuáles son las contradicciones fundamentales de nuestra época?


En aquella ocasión, planteamos que en el mundo actual, a nivel global, existen tres contradicciones fundamentales:

·         La contradicción entre el proletariado y la burguesía;

·         la contradicción entre las naciones oprimidas y el imperialismo; y

·         la contradicción entre los países imperialistas y entre los distintos grupos monopolistas.

Estas contradicciones son las que se encuentran en el origen de todos los cambios y transformaciones que tienen lugar, en nuestros días, en el modo de producción capitalista. Aunque en líneas generales, esa caracterización continúa siendo válida, es indudable que la realidad es cambiante y que las modificaciones que experimenta deben ser analizadas y procesadas con el fin de enriquecer y desarrollar la teoría revolucionaria.

1.- Los nuevos aspectos de la situación

En general, puede decirse que los cambios producidos han contribuido a agudizar aún más, si cabe, la crisis general del capitalismo. De hecho, la crisis económica mundial que estalló en 2007, lejos de haberse superado, ha ido afectando a otras esferas como la social, la política, ecológica, alimentaria, sanitaria, etc., apareciendo cada vez con mayor claridad como lo que realmente es, una crisis global, sistémica. A continuación  desarrollamos las contradicciones fundamentales:

1.1.- La contradicción entre el proletariado y la burguesía

En lo que respecta a esta contradicción, hay que decir que la profundización y extensión de la crisis general del capitalismo, no ha tenido como consecuencia un avance de la lucha por el socialismo y de la revolución proletaria mundial. Ello es así porque la clase obrera aún no se ha recuperado del retroceso histórico que supuso la restauración del capitalismo en los antiguos países socialistas que puso fin al ciclo revolucionario que se inició con la Revolución rusa de octubre de 1917.

Puede decirse que, en estos momentos, únicamente existen algunos focos  revolucionarios en Asia, donde debemos destacar el de la India, donde desarrolla una guerra popular en amplias zonas rurales del país, impulsada por los comunistas (maoístas) y que cuenta con el apoyo de las tribus indígenas; y el de Filipinas, con el Nuevo Ejército del Pueblo (NEP). Igualmente, aunque con menor intensidad, también se desarrollan incipientes movimientos revolucionarios en otros países de Asia, como Bután, Bangla Desh, etc.

Sin embargo, lo que sí se han producido han sido una serie de revueltas populares urbanas que han ido proliferando a medida que se iba agudizando la crisis económica, con todas sus secuelas de paro, pobreza, marginación social, racismo, etc. Así, se han producido estallidos espontáneos en los suburbios de numerosas ciudades europeas: en Grecia (2008-2010 y 2011); en Letonia y en Lituania (enero de 2009), en Londres (agosto 2011); en la periferia de Paris (2012); en Husby, Estocolmo (mayo 2013); en Gamonal, Burgos y la Cañada de Hidum, Melilla (enero de 2014); en Ferguson, EEUU (agosto 2014); etc.

Unos levantamientos que han puesto en evidencia la falta de una vanguardia revolucionaria, de un partido comunista, capaz de ponerse a la cabeza de dichos movimientos y de orientarlos hacia unos objetivos concretos en la perspectiva de la revolución socialista. Una organización capaz de transformar la espontaneidad en conciencia, aprovechando el potencial combativo de los sectores populares e imprimiéndoles una orientación revolucionaria, por ejemplo, impulsando formas de auto-organización de las masas, de verdaderos embriones de los futuros órganos de poder revolucionario.

Estos estallidos espontáneos se han producido en las ciudades porque, como es sabido, éstas son importantes centros de acumulación de capital y también de especulación financiera, inmobiliaria etc. y que, debido a ello en las ciudades se desarrollan muchas contradicciones (sociales, económicas, ecológicas, políticas, culturales, etc.) que las convierte en destacados centros de la lucha contra el capitalismo.

Por otra parte, en Europa occidental y central, la agudización de la crisis ha dado lugar a dos tipos de fenómenos distintos:

a)    La radicalización de un sector de la aristocracia obrera y de la pequeña burguesía, que ha dado lugar al reforzamiento de algunos partidos o coaliciones como Die Linke, en Alemania (la 3ª fuerza política en las elecciones federales de 2013 y que hoy gobierna el estado de Turingia); de Syriza, en Grecia (la 2ª fuerza más votada en las elecciones de mayo de 2012); y al surgimiento fulgurante de PODEMOS, en el Estado español, con 5 europarlamentarios en las elecciones del pasado 25 de mayo. Unas fuerzas políticas socialdemócratas, neo-reformistas, con programas democrático-radicales, que no propugnan ningún tipo de cambio social.

b)    Como consecuencia de su carácter de clase de transición, por la posición intermedia que ocupa en la estructura social, entre el proletariado y la burguesía, de su actitud vacilante y de sus contradicciones internas; acuciada por la crisis económica y el temor a la proletarización, un amplio sector de la pequeña burguesía ha girado hacia posiciones de extrema derecha o incluso filo-nazis. Una prueba de ello ha sido el auge del racismo y la xenofobia entre amplias franjas de la población, así como el ascenso experimentado por ese tipo de partidos con ocasión de las pasadas elecciones europeas.

Así, en Austria, el FPO (Partido de la Libertad), que ha pasado de obtener un 12,71% en las elecciones de 2009 a un 19,50% en 2014; en Croacia, el HSP (coalición con HDZ y AS), que ha obtenido un 41,39% de los votos (2014); en Dinamarca, el DF (Partido Popular) que ha pasado de un 14,8% (2009) a un 26,6% (2014); en Francia, el FN (Frente Nacional) que ha pasado de un 6,3% (2009) a un 25,40% (2014); en Grecia, Amanecer Dorado, que ha obtenido un 9,34% (2014); en Letonia, VL (Todo parra Letonia) que ha pasado de un 2,81% (2009) a un 14% (2014) y en Gran Bretaña, el UKIP, que ha pasado de un 16,09% (2009) a un 29% (2014); por citar sólo los más significativos.

1.2.- La contradicción entre las naciones oprimidas y el    imperialismo

Hoy día, a pesar de la aguda fase de reflujo por la que atravesamos, el continente asiático sigue siendo un gran foco de luchas antiimperialistas. Por una parte, la guerra de resistencia en Afganistán, frente a la ocupación por parte de EEUU y sus aliados. Por otra, la heroica resistencia palestina frente al Estado sionista-racista de Israel, que pretende proclamarse Estado (confesional) judío; así como la del pueblo kurdo, cuyo territorio nacional se encuentra dividido entre cuatro Estados (Turquía, Siria, Irak e Irán) y que, en estos momentos combate heroicamente contra las hordas del llamado “Estado islámico”.

Hay que decir que, el vacío creado en muchos países asiáticos y africanos, al debilitarse las fuerzas políticas progresistas y anti-imperialistas (como el panarabismo y/o el nasserismo), ha sido llenado por organizaciones políticas islámicas, algunas de ellas ultra-reaccionarias. Sin embargo, hay que hacer una mención especial de algunas organizaciones islámicas, que mantienen una actitud consecuentemente anti-imperialista y anti-sionista; en concreto, nos referimos a la organización de resistencia palestina Hamas (sunnita) y a la libanesa Hezbolá (chiita), que sostienen una decidida lucha contra el Estado reaccionario-sionista de Israel.  También hay que destacar la lucha popular en Bahrein contra la monarquía autocrática de la familia real Al Jalifa, apoyada por Arabia Saudí y por EEUU que mantiene en aquel país la principal base de su V Flota, destinada a intervenir en las rutas petrolíferas del Golfo Pérsico, Mar Rojo y Mar Arábigo.

Pero, la contradicción entre las naciones oprimidas y el imperialismo, no sólo se manifiesta en los países de Asia, África y Oriente Medio, sino que también, aunque en unas condiciones diferentes, surge y se desarrolla en los propios países capitalistas desarrollados. Hay que destacar la existencia de movimientos democrático-nacionales, en diversos Estados de Europa, así como en Canadá (Quebec), aunque con distintos grados de implantación y un desarrollo desigual.

En cuanto a los países capitalistas desarrollados de Europa occidental, hay que citar los casos de: Irlanda del Norte, Escocia y el País de Gales, en el Reino Unido; de Catalunya y  Euskal Herria, en el Estado español (ambas naciones con una parte de su territorio en el Estado francés); Bretaña  y Córcega, también en el Estado francés; Padania, Sicilia, Tirol del sur, Italia del sur, Véneto, en Italia; Flandes y Valonia, en Bélgica; Groenlandia y las Islas Feroe, en Dinamarca; Baviera, en Alemania; Aland y Laponia en Noruega; etc. [2].

La causa del surgimiento y agudización de las contradicciones sociales de carácter nacional, es una consecuencia directa de la tendencia del capital financiero a restringir progresivamente la democracia, ahogando las legítimas aspiraciones nacionales  de los distintos pueblos, y a homogeneizar y uniformizar sus culturas y sus tradiciones en aras de la “globalización” capitalista. El desarrollo de ésta, sólo conduce a la exacerbación de todo tipo de contradicciones y a poner en peligro de anulación y despersonalización a los distintos pueblos y  comunidades humanas.

1.3.- la contradicción entre los países imperialistas y entre los distintos grupos monopolistas

Con el hundimiento del Bloque del Este y la desintegración de la URSS, desapareció la contradicción que enfrentaba a las dos superpotencias imperialistas que disputaban entre sí, a nivel global, por la hegemonía. El resultado de los cambios operados, desde entonces, a nivel internacional, ha sido el de un mundo “unipolar”, en el que destaca una única superpotencia, los EEUU. Pero, la ley del desarrollo desigual del capitalismo ha conducido, inexorablemente, a que poco a poco hayan ido apareciendo nuevas potencias, como los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) algunas de ellas de carácter regional, que han empezado a disputar la supremacía a EEUU, con lo que se ha puesto fin a la “unipolaridad”, y se ha dado paso a una nueva situación internacional, ahora caracterizada por la “multipolaridad”.

En este último periodo de tiempo, la posición relativa de las distintas potencias enfrentadas en el plano internacional, ha ido variando. Tal es así que, según recientes informes del FMI, por primera vez China ha superado este mismo año a EEUU como primera potencia económica y, la ventaja irá aumentando en los próximos años.  

EEUU

Esta nueva situación ha llevado al imperialismo yanqui a centrarse más en las zonas que le resultan vitales, desde un punto de vista geoestratégico (económico, político y militar). De ahí que, por una parte, esté tratando de sacar adelante el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) entre la UE y EEUU [3], y por otra el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), que afectaría a una zona que representa casi el 40% de la economía mundial, alrededor de un tercio del comercio y que tiene una población de unos 800 millones de personas [4].

Con ello, se ha producido un desplazamiento del principal escenario, del “nudo”, de las contradicciones inter-imperialistas, desde Oriente Medio hacia el Extremo Oriente, especialmente hacia la región denominada Asia-Pacífico. Ha habido dos factores que han contribuido a esto.

Por una parte, la relativa autosuficiencia alcanzada por EEUU en materia de combustibles, como consecuencia de la utilización de técnicas de fracking (fracturación hidráulica) para la obtención  de gas y petróleo a partir del esquisto bituminoso; y, por otra, el rápido ascenso de China que pone en peligro la actual hegemonía estadounidense.

La utilización del fracking ha hecho que a EEUU ya no le resulte tan imperioso mantener el control político-militar de la región de Oriente Medio, con el consiguiente ahorro de recursos (técnicos, económicos, militares, etc.) que ello conlleva, y que ahora puede emplear en otras zonas en las que le son más necesarios. Este nuevo escenario es el de Extremo Oriente [5].

China

Por su parte, China trata de hacer frente al cerco que, en el plano económico, trata de cerrar sobre ella EEUU y, junto con el resto de los BRICS, crea un Banco de Desarrollo y un Fondo de Reserva (julio 2014) que pretenden ser una alternativa al BM y al FMI, ambos controlados por EEUU. En octubre, China, con otros 20 países asiáticos, acuerda la creación de un banco regional, para el desarrollo de infraestructuras.

Un mes más tarde, en el marco del Foro de la Asociación Económica Asia-Pacífico (APEC), y aprovechando la debilidad política del gobierno de Obama, que acababa de perder la mayoría en el Congreso, lanza la iniciativa de construir una Zona de Libre Comercio de Asia-Pacífico (FTAAP). Con dicha propuesta, que se contrapone a la de la Asociación Trans-Pacífica (TTP), impulsada por EEUU y que es más amplia que esta, China pretende también romper el cerco yanqui.

Poco antes de la celebración de esta cumbre, Pekín anunciaba la inversión de 40.000 millones de dólares para construir las dos “Rutas de la seda del siglo XXI”, una marítima y otra terrestre, que consistirían en una serie de autopistas, redes de comunicaciones, ferrocarriles y puertos, que permitirían a China convertirse en el centro comercial continental, intensificando sus relaciones mercantiles con Asia occidental y del sur.

La UE

En cuanto a la UE, no logra superar sus contradicciones internas y, además, se encuentra en una dependencia cada día mayor respecto a EEUU, como se ha puesto de manifiesto con motivo del conflicto de Ucrania y la adopción de sanciones económicas contra Rusia. Dependencia que se puede acentuar si llega a firmase el Tratado Trasatlántico de Libre Comercio e Inversiones (TTIP) que actualmente negocia en secreto con EEUU [6].

Por otra  parte, su crisis interna podría agudizarse si el Reino Unido llegase a salirse de la UE. Todo depende del resultado del referéndum sobre la continuidad de Gran Bretaña en la Unión, que propone el Partido Conservador y que probablemente tendrá lugar en 2017.

Rusia

En cuanto a Rusia, es una antigua superpotencia que trata de recuperar la posición perdida en el plano internacional. Actualmente se encuentra en una difícil situación. Después de la disolución de la URSS (1991), ha visto considerablemente mermados sus territorios. La mayor parte de los nuevos estados surgidos en la Europa central y oriental, habían formado parte de la URSS o del bloque del este (llamado del “socialismo real”) y hoy día forman parte de la UE y son miembros de la OTAN.

Apoyándose en ellos, EEUU está tratando de cercar a Rusia con el objetivo, a largo plazo, de fragmentarla y apoderarse de sus riquezas naturales (plan  Zbigniew Brzezinsky). El capitalismo alemán también se aprovecha de estos países para impulsar su histórica expansión económica hacia el este.

En ese contexto se produce el conflicto de Ucrania (derrocamiento del gobierno pro-ruso de Yanukovich, posterior independencia de Crimea y su integración en Rusia, y levantamiento de la población rusófona del Donbass) en el que la UE, apoyada por EEUU, trata de apoderarse una zona de vital importancia geoestratégica para Rusia.

Esta, debilitada por las sanciones económicas impuestas por el tándem UE-EEUU, se ve obligada a firmar un acuerdo urgente con China (mayo 2014) para suministrarle gas natural durante 30 años, por un importe de 300.000 millones de euros. Una cifra fabulosa, pero que beneficia a China porque la prisa de Rusia por cerrar el acuerdo le ha permitido lograr un precio ventajoso. Ese mismo mes, Rusia firma un acuerdo con Bielorrusia y Kazajistán, por el que se crea la Unión Económica Euroasiática, a la que también podrían adherirse próximamente Armenia y Kirguizistán.  

Hay que decir que esta  situación fuerza a Rusia a estrechar sus relaciones con China, la nueva superpotencia ascendente. Ambas forman parte de los BRICS que, el pasado agosto, crearon un Banco de Desarrollo y un Fondo de Reserva, como alternativas al BM y al FMI, ambos controlados por EEUU. Igualmente, ambas forman parte de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), una organización regional de seguridad de la que, además de Rusia y China, también forman parte Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán. Sin embargo, a pesar de su colaboración en diversos campos, Rusia y China también compiten entre sí en la región de Asia central, y en Mongolia.

Rusia acaba de suspender la construcción del gaseoducto South Stream, proyecto rival del europeo Nabuco, y con el que pretendía suministrar a los países de la UE a través de las aguas territoriales turcas del Mar Negro, sin tener que pasar por Ucrania. En este proyecto también participaban empresas de varios países miembros de la UE como Italia, Austria, Bulgaria, Hungría, Grecia, Croacia y Eslovenia, además de Serbia, que sufrirán así las consecuencias de las sanciones económicas y de las presiones políticas sobre Rusia. Al parecer, ahora Rusia pretende construir un nuevo gaseoducto hasta Turquía, así como un centro de distribución gasístico en este país, para desde allí suministrar el gas a los países del sur de Europa.    

Por último, como consecuencia de las sanciones económicas por parte de la UE y EEUU, y de la bajada de los precios del petróleo, la economía rusa está sufriendo una contracción que la puede llevar a la recesión.

Otras potencias

El principal apoyo de EEUU en la región de Asia-Pacífico, es Japón. En diciembre de 2012, este país dio un giro más a la derecha, con el triunfo electoral de Shinzo Abe, perteneciente al ala ultraconservadora del Partido Liberal Democrático (Jiminto) y que mantiene una posición negacionista (revisionismo histórico) sobre los crímenes de guerra japoneses. Desde entonces, Japón ha comenzado a prepararse para la guerra a marchas forzadas.

En diciembre del año pasado, aprobó un presupuesto que prevé un incremento del 5% en gastos de defensa, hasta alcanzar la cifra de 174.000 millones de euros. En junio de 2014, Japón efectuó una reforma constitucional que permite a su ejército participar en acciones militares en el exterior, y formar parte de alianzas militares.

Sin embargo, recientemente el país ha entrado en recesión económica, una situación de la que había salido apenas dos años atrás. Y como consecuencia de ello, el gobierno japonés ha convocado nuevas elecciones para este mes, que no estaban previstas hasta finales de 2016.

En cuanto a India, a pesar de las contradicciones que mantiene con China, ha solicitado la entrada en la OCS y, por otra parte, apoya la iniciativa de este país para crear un banco regional asiático de desarrollo de infraestructuras.

Turquía es una potencia regional en la zona del Gran Cáucaso. Forma parte de la OTAN pero mantiene una política de relativa independencia respecto a EEUU, adaptándose así a una región especialmente conflictiva. Es miembro de la OCS, a título de observador. Mantiene relaciones económicas con China y Rusia.

En el Golfo Pérsico, Irán se sigue manteniendo como potencia hegemónica, mientras que surgen las contradicciones que enfrentan entre sí a los países aliados de EEUU. Así, crece la rivalidad entre Arabia Saudí, que cuenta con el apoyo de Bahrein y de los Emiratos del Golfo, y el emirato de Catar, apoyado a su vez por Omán y Kuwait.

Por último hay que hacer referencia a Brasil, la principal potencia económica de América Latina y a Sudáfrica, la más importante del continente africano; ambas miembros del grupo de los BRICS, y con buenas relaciones comerciales con China.

En cuanto a Latinoamérica, EEUU está perdiendo su hegemonía sobre el subcontinente. Por una parte por la acción del movimiento progresista bolivariano que, con una incidencia desigual, y a pesar de sus contradicciones e inconsecuencias, continúa manteniendo su oposición al imperialismo yanqui, lo cual dificulta en buena medida su penetración económica. No obstante, EEUU cuenta con el importante apoyo de los gobiernos de México, Colombia, Perú y Chile. Por otra parte, también hay que tener en cuenta la creciente penetración en la región del capital chino y, en menor medida, del ruso. 

1.4.- A modo de resumen

a)   Con la restauración del capitalismo en los antiguos países socialistas, la contradicción que existía entre el “campo socialista” y el “campo capitalista” quedó desactivada. A medida que avance la revolución proletaria mundial, dicha contradicción volverá a ser operativa.

b)   Respecto a la contradicción entre el proletariado y la burguesía, hay que decir que esta es la contradicción principal, a nivel de todo el modo de producción capitalista; y que es la que, por su carácter global, determina el desarrollo del resto de las contradicciones fundamentales de nuestra época.

c)    En cuanto a la contradicción entre las naciones oprimidas y el    imperialismo debemos considerar que, en realidad, se trata de un sistema de contradicciones y que, entre todas ellas, la contradicción principal es la que enfrenta a todos los pueblos y naciones oprimidas con el imperialismo yanqui.

d)   Por último, en lo que respecta a la contradicción entre los países imperialistas y entre los distintos grupos monopolistas, debemos decir que, como en el caso anterior, también se trata de un sistema de contradicciones de distinto nivel de importancia. Pero, entre todas ellas, la contradicción principal es la que enfrenta a EEUU, como actual superpotencia hegemónica, con China que es la superpotencia en ascenso que aspira a desbancarla de su posición actual.

Las contradicciones inter-imperialistas se están agravando de día en día, y han dado lugar a una desenfrenada carrera armamentista. Por ello, el peligro de una nueva conflagración mundial no es ninguna fantasía.

2.- ¿Cómo puede influir la situación internacional en la Revolución Vasca?

Hasta aquí hemos descrito la situación internacional y las contradicciones fundamentales que condicionan y/o determinan su desarrollo, a grandes rasgos. Sin embargo, todos estos aspectos y algunos otros que no hemos incluido en nuestra exposición, debido a que la harían excesivamente larga, deben ser tenidos en cuenta a la hora de elaborar una estrategia revolucionaria.

Por ejemplo, la previsible agudización de las contradicciones inter-imperialistas puede contribuir a debilitar el proceso de construcción de la nueva potencia imperialista, la UE y con ello a crear un contexto menos desfavorable que el actual para el desarrollo de la lucha por la independencia y el socialismo en Euskal Herria.

En este mismo sentido, el desarrollo y/o la profundización de los movimientos democrático-nacionales en los distintos pueblos oprimidos de la UE, también redundaría en un fortalecimiento de nuestro propio proceso revolucionario.

En  cualquier caso, el  agravamiento de la crisis económica, social y política de los países miembros de la UE o de una zona o región de ésta, como podría ser el sur de Europa, afectaría de igual manera a la lucha en Euskal Herria. Especialmente, si como consecuencia de esa agudización de la crisis se produjese una radicalización de sectores importantes de la clase obrera. De ahí la importancia de llevar a cabo una coordinación estable entre las fuerzas revolucionarias y comunistas en los países de nuestro entorno más próximo, especialmente con las del Estado español y francés.

Sin embargo, un posible agravamiento de la crisis, también podría tener efectos no deseados, como consecuencia de la inclinación de sectores importantes de la pequeña burguesía hacia posiciones reformistas o, incluso, reaccionarias, como hemos visto más arriba. Esa es una razón especial por la que no debemos dejar de prestar atención al trabajo ideológico y político dirigido a estos sectores, si fuese posible para lograr su apoyo a la causa revolucionaria; y si no, al menos, para neutralizarlos y evitar su deriva hacia la contrarrevolución.


NOTAS

1.- Ver: “Una reflexión necesaria” (SUGARRA, 16-10-2014).

2.- No todos estos movimientos son de la misma naturaleza. Unos, simplemente se limitan a defender su lengua y cultura nacionales frente al proceso homogeneizador y uniformizador que, en la época actual, se está desarrollando en la mayoría de los Estados capitalistas. Otros, por su parte, aspiran a modificar su relación con el Estado al que pertenecen, mediante fórmulas autonomistas o federativas de diversos tipos, pero no llegan a plantear la secesión respecto a los mismos. También hay movimientos nacionales independentistas, en varios países europeos, que aspiran a crear un Estado propio. Por razones históricas de diversa índole, algunas de estas comunidades nacionales se encuentran actualmente divididas entre diferentes Estados. En cualquier caso, todos estos pueblos habrían de tener capacidad suficiente para decidir con completa libertad sobre su propio futuro, sin ingerencia alguna por parte de los distintos Estados. 

3.- Por medio de dicho tratado pretenden eliminar las barreras arancelarias entre ambas potencias económicas, así como cualquier regulación y reglamentación en materias sociales, medioambientales, etc., con objeto de favorecer al máximo los intereses de las grandes empresas multinacionales; al mismo tiempo que tratan de dificultar el acceso de las mercancías y capitales chinos al mercado europeo.  

4.- Los países que están negociando el TTP son: EEUU, Japón, Canadá, México, Australia, Nueva Zelanda, Perú, Chile, Vietnam, Malasia, Singapur y Brunei. Este acuerdo también trataría de limitar la influencia económica de China en la región.

5.- Ver: “El ojo del huracán” (SUGARRA, 05-03-2014).