jueves, 7 de noviembre de 2013

RECUPERAR EL ESPÍRITU DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE



En pleno siglo XXI, en la época del capital financiero globalizado, el marxismo-leninismo sigue teniendo plena vigencia y, en concreto, el pensamiento de Lenin, su amplitud de miras, su actitud abierta al debate y a la discusión, su falta de temor a abordar los problemas, a experimentar nuevas soluciones, deben constituir un ejemplo permanente para quienes nos proclamamos comunistas.
  
Un año más los comunistas y revolucionarios de todo el mundo celebramos la triunfante Revolución de Octubre. La Revolución de Octubre supuso el comienzo de una nueva época en la historia de la humanidad. Fue un símbolo para las masas trabajadoras del mundo entero. Representó la esperanza para cientos de millones de personas, para todos los oprimidos y explotados, en cualquier lugar del planeta. Este 7 de noviembre, se cumplen 96 años desde que tuvieron lugar aquellos gloriosos acontecimientos.

Pero el triunfo de la Revolución de Octubre no se hubiera producido, sin la existencia de un partido capaz de ponerse a la cabeza de las masas trabajadoras y que, a través de todas las luchas, fue creando las condiciones que llegaron a hacer posible la insurrección obrera. El proletariado ruso no habría llegado a levantarse en armas si no hubiese existido un partido revolucionario, fuertemente organizado y férreamente disciplinado, como era el Partido Bolchevique.

En la actualidad, como ya va siendo una constante en los últimos tiempos, no podemos más que constatar la falta de dirección política e ideológica del proletariado, la desmembración y división de las organizaciones que se proclaman comunistas y la posición poco acorde con los objetivos revolucionarios de la mayoría de ellas. Porque o bien caen en el revisionismo u oportunismo de derechas o en un dogmatismo estéril y contraproducente que conduce a la sacralización de los clásicos de la ideología del proletariado y a convertir en religión el marxismo-leninismo, provocando una parálisis en el desarrollo científico, la incapacidad de análisis de la realidad concreta y, por tanto, la imposibilidad de mantener viva la ideología proletaria y de dar una respuesta revolucionaria y acorde con su naturaleza de clase al actual estado de cosas.

Tanto unos como otros son las dos caras de la misma moneda. No tienen en cuenta los cambios habidos, no extraen ninguna conclusión de la experiencia histórica del proletariado y de los pueblos oprimidos. Tanto unos como otros afirman, de palabra o de hecho, que no es necesario profundizar y desarrollar la teoría marxista. Unos porque la consideran obsoleta y niegan la necesidad de la toma del poder por parte del proletariado. Otros porque consideran que los clásicos ya lo predijeron todo, como si el marxismo-leninismo fuera una ciencia exacta, cerrada y muerta o una nueva religión.

Entre tanto, el proletariado y demás clases populares se hallan en permanente lucha por mejorar, y en todo caso no empeorar, sus condiciones de vida que, lejos de guiarse por una ideología liberadora, se hallan inmersos en un sinfín de luchas espontáneas y desconectadas unas de otras. En un sinfín de luchas parciales que están avocadas al fracaso si no somos capaces de identificar la raíz de la opresión y encauzar todas esas luchas en la misma dirección revolucionaria creando un nuevo poder acorde con los intereses de la mayoría social explotada.

En este contexto, no está de más recordar a la figura clave en el establecimiento del primer Estado proletario -si exceptuamos la experiencia efímera de la Comuna de París- Vladimir Ilich Ulianov, Lenin.

Inició su actividad política en la clandestinidad en 1885, organizando los círculos marxistas de San Petesburgo en la “Unión de lucha por la emancipación de la clase obrera”. A partir de ahí seguirían años de detenciones, encarcelamientos, destierros, exilio, etc. En 1900 crea Iskra, el primer periódico marxista para toda Rusia. En 1903, en el II Congreso del POSDR, crea el Partido Bolchevique, que dirigiría a los trabajadores a través de diferentes etapas (revolución democrático burguesa de 1905, Revolución de Febrero de 1917 y la victoriosa Revolución de Octubre) a la instauración del primer Estado socialista.

Las aportaciones de Lenin, tanto teóricas como prácticas, a la causa de la revolución de los desposeídos, han sido inmensas. Abarcan todos los campos, desde el de la filosofía, la economía, la teoría política o las cuestiones militares, hasta la literatura y el arte, pasando por la teoría del Estado y el derecho. Pero, además, Lenin fue un guía para el proletariado revolucionario y para los pueblos y naciones oprimidas de todo el mundo, lo que quedó claramente de manifiesto en su postura contra la guerra imperialista (1914-1918), en sus trabajos sobre la cuestión nacional y, finalmente, con la creación de la Internacional Comunista, en 1919. Resulta imposible resumir en unas pocas líneas su ingente labor.

Pero la gran ofensiva revolucionaria que se inició en Octubre de 1917 en Rusia, llegó a su término y el flujo revolucionario se ha convertido en su contrario. La pérdida de una batalla, el fracaso de una ofensiva, no significa que se haya perdido la guerra que las clases explotadas y los pueblos oprimidos mantienen contra el capitalismo y el imperialismo en todo el mundo. La lucha continúa.

Es necesario realizar un profundo análisis de las condiciones que condujeron al fracaso de la ofensiva revolucionaria de Octubre y que permitieron el desmoronamiento del socialismo en aquellos países en que se había llegado a implantar. También es necesario analizar a fondo los cambios producidos en el sistema capitalista internacional, tanto en el terreno económico como en el social, en el político y el ideológico-cultural. Para ello, contamos con un bagaje de inmenso valor que es el formado por las aportaciones teóricas de los clásicos del marxismo y la experiencia histórica de la lucha por el socialismo a nivel mundial.

En pleno siglo XXI, en la época del capital financiero globalizado, el marxismo-leninismo sigue teniendo plena vigencia y, en concreto, el pensamiento de Lenin, su amplitud de miras, su actitud abierta al debate y a la discusión, su falta de temor a abordar los problemas, a experimentar nuevas soluciones, deben constituir un ejemplo permanente para quienes nos proclamamos comunistas.

En Euskal Herria a 7 de Noviembre de 2013.