En pleno siglo XXI, en la época del capital financiero
globalizado, el marxismo-leninismo sigue teniendo plena vigencia y, en
concreto, el pensamiento de Lenin, su amplitud de miras, su actitud abierta al
debate y a la discusión, su falta de temor a abordar los problemas, a
experimentar nuevas soluciones, deben constituir un ejemplo permanente para
quienes nos proclamamos comunistas.
Un año más los comunistas y revolucionarios de todo el
mundo celebramos la triunfante Revolución de Octubre. La Revolución de Octubre
supuso el comienzo de una nueva época en la historia de la humanidad. Fue un
símbolo para las masas trabajadoras del mundo entero. Representó la esperanza
para cientos de millones de personas, para todos los oprimidos y explotados, en
cualquier lugar del planeta. Este 7 de noviembre, se cumplen 96 años desde que
tuvieron lugar aquellos gloriosos acontecimientos.
Pero el triunfo de la Revolución de Octubre
no se hubiera producido, sin la existencia de un partido capaz de ponerse a la
cabeza de las masas trabajadoras y que, a través de todas las luchas, fue
creando las condiciones que llegaron a hacer posible la insurrección obrera. El
proletariado ruso no habría llegado a levantarse en armas si no hubiese
existido un partido revolucionario, fuertemente organizado y férreamente
disciplinado, como era el Partido Bolchevique.
En la actualidad, como ya va siendo una constante en los últimos
tiempos, no podemos más que constatar la falta de dirección política e
ideológica del proletariado, la desmembración y división de las organizaciones
que se proclaman comunistas y la posición poco acorde con los objetivos
revolucionarios de la mayoría de ellas. Porque o bien caen en el revisionismo u
oportunismo de derechas o en un dogmatismo estéril y contraproducente que
conduce a la sacralización de los clásicos de la ideología del proletariado y a
convertir en religión el marxismo-leninismo, provocando una parálisis en el
desarrollo científico, la incapacidad de análisis de la realidad concreta y,
por tanto, la imposibilidad de mantener viva la ideología proletaria y de dar
una respuesta revolucionaria y acorde con su naturaleza de clase al actual
estado de cosas.
Tanto unos como otros son las dos caras de la misma
moneda. No tienen en cuenta los cambios habidos, no extraen ninguna conclusión
de la experiencia histórica del proletariado y de los pueblos oprimidos. Tanto
unos como otros afirman, de palabra o de hecho, que no es necesario profundizar
y desarrollar la teoría marxista. Unos porque la consideran obsoleta y niegan
la necesidad de la toma del poder por parte del proletariado. Otros porque consideran
que los clásicos ya lo predijeron todo, como si el marxismo-leninismo fuera una
ciencia exacta, cerrada y muerta o una nueva religión.
Entre tanto, el proletariado y demás clases populares se
hallan en permanente lucha por mejorar, y en todo caso no empeorar, sus
condiciones de vida que, lejos de guiarse por una ideología liberadora, se
hallan inmersos en un sinfín de luchas espontáneas y desconectadas unas de
otras. En un sinfín de luchas parciales que están avocadas al fracaso si no somos
capaces de identificar la raíz de la opresión y encauzar todas esas luchas en
la misma dirección revolucionaria creando un nuevo poder acorde con los
intereses de la mayoría social explotada.
En este contexto, no está de más recordar a la figura
clave en el establecimiento del primer Estado proletario -si exceptuamos la
experiencia efímera de la
Comuna de París- Vladimir
Ilich Ulianov, Lenin.
Inició su actividad política en la clandestinidad en 1885,
organizando los círculos marxistas de San Petesburgo en la “Unión de lucha por
la emancipación de la clase obrera”. A partir de ahí seguirían años de
detenciones, encarcelamientos, destierros, exilio, etc. En 1900 crea Iskra, el
primer periódico marxista para toda Rusia. En 1903, en el II Congreso del POSDR,
crea el Partido Bolchevique, que dirigiría a los trabajadores a través de
diferentes etapas (revolución democrático burguesa de 1905, Revolución de
Febrero de 1917 y la victoriosa Revolución de Octubre) a la instauración del
primer Estado socialista.
Las aportaciones de Lenin, tanto teóricas como prácticas,
a la causa de la revolución de los desposeídos, han sido inmensas. Abarcan
todos los campos, desde el de la filosofía, la economía, la teoría política o
las cuestiones militares, hasta la literatura y el arte, pasando por la teoría
del Estado y el derecho. Pero, además, Lenin fue un guía para el proletariado
revolucionario y para los pueblos y naciones oprimidas de todo el mundo, lo que
quedó claramente de manifiesto en su postura contra la guerra imperialista
(1914-1918), en sus trabajos sobre la cuestión nacional y, finalmente, con la
creación de la
Internacional Comunista, en 1919. Resulta imposible resumir
en unas pocas líneas su ingente labor.
Pero la gran ofensiva revolucionaria que se inició en
Octubre de 1917 en Rusia, llegó a su término y el flujo revolucionario se ha
convertido en su contrario. La pérdida de una batalla, el fracaso de una
ofensiva, no significa que se haya perdido la guerra que las clases explotadas
y los pueblos oprimidos mantienen contra el capitalismo y el imperialismo en
todo el mundo. La lucha continúa.
Es necesario realizar un profundo análisis de las
condiciones que condujeron al fracaso de la ofensiva revolucionaria de Octubre
y que permitieron el desmoronamiento del socialismo en aquellos países en que
se había llegado a implantar. También es necesario analizar a fondo los cambios
producidos en el sistema capitalista internacional, tanto en el terreno
económico como en el social, en el político y el ideológico-cultural. Para
ello, contamos con un bagaje de inmenso valor que es el formado por las
aportaciones teóricas de los clásicos del marxismo y la experiencia histórica
de la lucha por el socialismo a nivel mundial.
En pleno siglo XXI, en la época del capital financiero
globalizado, el marxismo-leninismo sigue teniendo plena vigencia y, en
concreto, el pensamiento de Lenin, su amplitud de miras, su actitud abierta al
debate y a la discusión, su falta de temor a abordar los problemas, a
experimentar nuevas soluciones, deben constituir un ejemplo permanente para
quienes nos proclamamos comunistas.
En Euskal Herria a 7 de Noviembre de 2013.