jueves, 24 de octubre de 2013

REFLEXIONES SOBRE LA SITUACIÓN VASCA



La crisis económica se está dejando sentir con fuerza en el Estado español y, aunque no con tanta intensidad, también en Hegoalde. Según datos del Servicio Público de Empleo, citados por el Gabinete de estudios de ELA (02-10-2013), en septiembre de 2013, el número de parados-as en Hego Euskal Herria fue de 226.893 personas, 3.061 más que el mes anterior y 13.077 más que el pasado año. Esto supone una tasa de desempleo del 17,5%, superior a la de la UE-28 que es del 10,9%.

Este alto nivel de paro sólo es superado por el Estado español (26,2%) y por Grecia (27,9%). Además, hay que tener en cuenta que casi la mitad de la población desempleada (un 45,2%) no cobra ningún tipo de protección social, y que sólo un 34,7% percibe una prestación contributiva.

Por si fuera poco, la crisis económica también está empezando a afectar a un sector, como es el de las cooperativas, al que se venía considerando como “puntero” de la economía vasca.

El sometimiento del gobierno neofranquista del PP a las directrices económicas emanadas de la UE ha conducido a una cadena de recortes y restricciones que han empeorado sensiblemente las condiciones de vida de la mayoría de la población y que han desregulado y precarizado por completo las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras.

Al mismo tiempo, se agudiza de día en día la crisis social y política en el Estado español. A la persistencia de un alto índice de paro, hay que unir la creciente indignación contra el sistema financiero entre los sectores populares, como consecuencia de los desahucios por el impago de hipotecas. Los escándalos por corrupción se suceden uno tras otro y salpican a los principales partidos políticos del sistema, así como al conjunto de las instituciones democrático burguesas, alcanzando a la propia monarquía española que ya está siendo abiertamente cuestionada.

La crisis política afecta también a otros Estados del Sur de Europa, como Grecia, Italia y Portugal, poniendo en peligro la estabilidad de la propia UE. Además, el “eje franco-alemán” que hasta hace poco había sido el motor de ésta, se ha debilitado considerablemente y es Alemania, en solitario, quien ha pasado a ejercer esa función.

Por otra parte, Francia ha perdido su autonomía político-militar. Después de haber retornado al Comando Integrado de la OTAN, del que se retiró en 1966, ha pasado a colocarse a remolque de EEUU. Y, por último, Gran Bretaña, exige cada vez con más insistencia la renegociación de las condiciones de su adhesión a la UE, con el riesgo para ésta de que acabe abandonando la Unión. Al mismo tiempo se constata en la mayoría de los países el crecimiento de los sectores “euroescépticos” y el ascenso de la extrema derecha racista y xenófoba.

En este contexto, la gran movilización popular celebrada en Catalunya, con ocasión de la Diada del 11 de septiembre, refuerza esa crisis política y amenaza la sacrosanta unidad de España. Mientras los dos partidos del régimen cierran filas, en un vano intento de apuntalarla, resurgen los grupos nazi-fascistas y se acentúa la represión del Estado burgués contra amplios sectores de nuestro pueblo.

Todo esto nos lleva a considerar que se están acumulando una serie de factores de diversos tipos que, si llegasen a actuar de forma combinada, podrían dar lugar a una situación objetivamente revolucionaria. Sin embargo, la maduración de las condiciones subjetivas es mucho más lenta, no sólo en el conjunto del Estado español sino también en Hego Euskal Herria.

Si nos dejásemos llevar por la autocomplacencia, nos conformaríamos con repetir lo tantas veces dicho acerca de que Euskal Herria constituye un “marco autónomo” de lucha de clases. Sin embargo, a pesar de lo certero de dicha afirmación, no es para echar las campanas al vuelo. Ello es así porque en Euskal Herria ha habido un relativo retroceso político.

El debate Zutik Euskal Herria, que culminó en 2010; la constitución de Bildu como plataforma electoral y su participación en las elecciones municipales y forales (22-05-2011); el comunicado de ETA en el que hizo pública su decisión de abandonar la actividad armada (20-10-2011); la constitución de Amaiur y su participación en las elecciones generales (20-11-2011); la legalización de SORTU por el Tribunal Constitucional español (20-06-2012) y la creación de EH Bildu y su participación en las elecciones autonómicas (21-10-2012); han sido hitos que han ido marcando el retorno de la izquierda abertzale a una situación de legalidad.

Desde una postura de respeto y de no interferencia, siempre hemos exigido y apoyado la legalización de la izquierda abertzale. Pero esto, no significa que demos por buenas todas las actuaciones de aquella ni de las distintas plataformas electorales en que participa, al igual que tampoco lo hacemos con las de su partido SORTU.

En concreto, en los dos últimos años hemos podido constatar la progresiva inclinación del sector mayoritario de la izquierda abertzale a asumir la legalidad burguesa y a dar prioridad a la actividad institucional y parlamentaria. Su paulatina aceptación de los “valores” éticos democrático-burgueses, y sus esfuerzos por ser homologada tanto por el PNV como por el PSOE y el PP la han llevado a ir asumiendo actitudes y comportamientos propios de los partidos del sistema (rechazo de todo tipo de violencia; admisión de la necesidad de hacer un nuevo “relato” de las últimas cuatro décadas de nuestra historia, aunque propongan que sea consensuado; cuestión del arrepentimiento y del perdón  de las víctimas,…). 

Pero esta actitud no está exenta de contradicciones. Para evitar que la decisión de ETA pueda ser interpretada como una derrota de la organización armada por parte del Estado español, pretenden escenificar una negociación entre esta y el gobierno central con el fin de legitimar el abandono de las armas. Pero, a cada paso que retroceden en sus planteamientos, las exigencias de los partidos del sistema se hace cada vez mayor (autodisolución, entrega de armas, etc.), y todo parece indicar que esa negociación que buscan es prácticamente inviable.

Por otra parte, lo que no han hecho ha sido un análisis riguroso (no ético sino político) de la incidencia negativa que haya podido tener una actividad armada como la de ETA (basada en un activismo vanguardista y minoritario) sobre el desarrollo del movimiento popular y la necesaria acumulación de fuerzas.  

Sin embargo, la presencia en las instituciones de la coalición soberanista Bildu  también está creando graves problemas tanto al PNV como al PSOE y al PP, porque ha puesto al descubierto la corrupción y muchos de los negocios y maniobras especulativas que se han estado realizando a la sombra de dichos partidos. Por eso, se han propuesto desplazarla y están dedicando a ello todos sus esfuerzos.

Por una parte, en muchos municipio guipuzcoanos en los que la alcaldía está en manos de Bildu, están aprovechando la puesta en marcha del plan de tratamiento de residuos que trata de desarrollar la coalición soberanista, para poner en su contra a una parte de los vecinos-as y así tratar de “desgastarla” y desprestigiarla, acusándola de ineficacia en su gestión. Claro que, lo que no dicen es que está por medio el negocio multimillonario de la proyectada incineradora de Zubieta.  

Por otra, con el pretexto de llevar a cabo un acuerdo “fiscal”, han formado un frente entre PNV, PSOE y PP, cuya finalidad no es otra que desalojar a Bildu de la Diputación de Gipuzkoa y del Ayuntamiento de Donostia, si a pesar de todo esta coalición volviese a ganar las próximas elecciones municipales y forales de 2015. Todo lo cual nos lleva a pensar que, a pesar de sus inclinaciones reformistas, la izquierda abertzale continúa siendo el enemigo a batir por el Estado español y las clases sociales y las fuerzas políticas que lo apoyan.

Es por ello que la izquierda abertzale, considerada en su conjunto (como amplio movimiento popular) sigue teniendo una considerable importancia estratégica de cara a la lucha por el socialismo.

No obstante, su ambigüedad sobre la pertenencia del futuro Estado vasco a la UE y el cambio de modelo socioeconómico (que no es otra cosa que un Estado del bienestar neokeynesiano, frente al modelo neoliberal) o su confusa y ambigua concepción del socialismo, hacen  imprescindible un fuerte trabajo ideológico y político, en su seno, por parte de los comunistas vascos de cara a ganar para la causa de la revolución a los sectores de izquierda más consecuentes.