Tras la histórica declaración de la organización ETA en la que manifiesta su decisión de llevar a cabo “el cese definitivo de la actividad armada” se abre un nuevo período para Euskal Herria.
Las consecuencias del conflicto armado no se cierran con esta declaración, son muchos los asuntos aún pendientes. El más sangrante, sin lugar a dudas, es la resolución de la situación en que se encuentran los prisioneros políticos.
Esta determinación de ETA, aunque utiliza como pretexto las conclusiones de la Conferencia Internacional celebrada en Donostia, responde positivamente al sentir mayoritario dentro de la Izquierda Abertzale de poner en práctica nuevas formas de lucha que favorezcan la acumulación de fuerzas populares. Nuevas formas que han permitido romper con el cerco político-policial que el Estado español había sometido al conjunto de la Izquierda Abertzale.
Desde SUGARRA saludamos esta declaración y no podemos por menos que tomarla como un acontecimiento positivo.
Pero es en momentos de especial trascendencia histórica como los que estamos viviendo, cuando no podemos dejar que “los árboles nos impidan ver el bosque”. Que los “árboles” del cese de la actividad armada de ETA nos impidan ver el “bosque” de la necesidad histórica de una Revolución Vasca dirigida a resolver la doble contradicción, social y nacional. Esta doble contradicción nos lleva a plantear, como venimos diciendo en nuestros análisis de situación, una acumulación de fuerzas basada en dos ejes: uno de carácter revolucionario, antiimperialista, anticapitalista y socialista, y otro de carácter democrático-nacional e interclasista. Sólo la hegemonía de la clase obrera, a través de su organización política aún por construir como elemento propio y diferenciado del de los intereses del resto de clases, será la garantía de que la lucha democrática-nacional se inscriba en la perspectiva de la transformación social.
En consecuencia, desde un punto de vista táctico y teniendo en cuenta el nuevo período político que se abre en Euskal Herria, los comunistas revolucionarios vascos debemos:
1.- Trabajar sin descanso en la construcción de la organización política independiente de la clase obrera vasca, el Partido Comunista. Única garantía de que la revolución pendiente culmine consecuentemente con la superación de las contradicciones social y nacional que sufre el Pueblo Trabajador Vasco.
2.- Seguir apoyando aquellas propuestas que, en una u otra medida, tiendan a reforzar la acumulación de fuerzas populares y a evitar su disgregación. Así como a reforzar el marco nacional autónomo de lucha de clases que hoy en día constituye el Sur de Euskal Herria. Todo ello, en la perspectiva del Estado Socialista Vasco, cuya construcción constituye nuestro objetivo estratégico principal y que será nuestra mayor contribución a la Revolución Proletaria Mundial.
JO TA KE INDEPENDENTZIA ETA SOZIALISMOA LORTU ARTE!