Henry A. Giroux.
Cuando se habla de la enseñanza, del sistema educativo, de los planes de estudios, etc., generalmente se suele tratar el tema de una manera un tanto formal, superficial, sin tener en cuenta sus distintas implicaciones. Lo hemos visto con frecuencia, sobre todo en estos dos o tres últimos años, en relación con los numerosos pronunciamientos realizados contra el “Plan Bolonia”, como a lo sumo se le ha criticado por ser un plan diseñado “al servicio de las empresas”, por estar orientado a “mercantilizar la enseñanza” o por conducir a la “elitización de la universidad”, por elegir algunos de los principales argumentos utilizados por diversos sindicatos y organizaciones de estudiantes, así como por algunos partidos de izquierda. Argumentos correctos todos ellos, por supuesto, pero tremendamente pobres.
Es lamentable, pero es así. La mayoría de esas críticas ha pasado por alto, o ha tenido muy poco en cuenta, el papel que juega el sistema educativo como aparato ideológico en manos de la clase dominante y su función esencial de reproducción de las relaciones sociales de producción que, en el caso concreto de Euskal Herria, se caracterizan por ser unas relaciones basadas en la explotación de clase, la opresión nacional y la dominación de género. Y si no han tenido nada de esto en cuenta es porque la mayor parte de esas críticas no se ha hecho desde una perspectiva revolucionaria.
1.- Los aparatos ideológicos
La gran burguesía emplea dos mecanismos fundamentales para defender su posición dominante en la sociedad: la coerción (por medio de los aparatos represivos del Estado: ejército, policía, tribunales, cárceles, etc.) y la legitimación (por medio de los aparatos ideológicos: sistema educativo, iglesia, familia, medios de comunicación, etc.). Mediante estos últimos, pretende lograr que los trabajadores y las clases populares aceptemos de buen grado su dominación, en definitiva, que la consideremos como “normal”. Aunque generalmente, la clase dominante combina el uso de ambos mecanismos, recurrirá preferentemente a uno u otro en función de las circunstancias históricas concretas.
En la época actual, el imperialismo ha extendido el mercado por todo el planeta y las empresas multinacionales juegan un papel hegemónico en la economía mundial. Al mismo tiempo, las nuevas tecnologías se incorporan al proceso productivo a una velocidad sin precedentes. Pero, a pesar de ello, el capitalismo es incapaz de solucionar las numerosas y agudas contradicciones que genera con su funcionamiento, como lo estamos comprobando en estos últimos años con la crisis económica que, lejos de remitir, se agrava de día en día.
Al contrario, con la “globalización” se han exacerbado hasta el paroxismo los antagonismos y conflictos de todo tipo, llegando a afectar a todas las esferas de la vida social, económica, política y cultural de la humanidad. Lo cual nos indica que la crisis general del capitalismo no se ha atenuado y se acentúa cada vez más.
Uno de los ámbitos en los que se manifiesta esta profunda crisis, con más evidencia, es en el seno de los aparatos ideológicos del Estado y en concreto en el sistema educativo burgués. Por ello, podemos afirmar que la crisis de la educación es una parte de la crisis general del capitalismo. Sin embargo, su trascendencia va bastante más allá, ya que pone en cuestión la validez histórica de la propia sociedad de clases.
La crisis del sistema educativo burgués se manifiesta en dos aspectos distintos, pero estrechamente relacionados: el contenido de las distintas materias y de los conocimientos que se enseñan, y la forma en que estos se imparten, es decir, la pedagogía (entendida ésta como el conjunto de métodos de enseñanza). Al mismo tiempo, la crisis del sistema educativo tiene una naturaleza eminentemente social ya que se remonta al mismo origen de la sociedad de clases, es decir, a la división social del trabajo.
Este proceso de separación de los distintos tipos de trabajo en el seno de la sociedad tiene un carácter histórico. Así, en un primer periodo de la comunidad primitiva, que se caracterizó por la cooperación simple y la apropiación de los productos que ofrecía la propia naturaleza, existía una división natural del trabajo, en función de la edad o el sexo de los individuos. Más tarde, a medida que se fueron desarrollando la caza y la recolección y, con ello, la acumulación de un excedente, tuvo lugar la separación entre las tribus dedicadas a la ganadería respecto de las dedicadas a la agricultura. Esta fue la primera gran división social del trabajo. Contribuyó a elevar considerablemente la productividad y creó las condiciones para la acumulación del excedente y la aparición de la propiedad privada, así como para la descomposición de la comunidad primitiva y la primera división de la sociedad en clases. Más tarde, ya en la sociedad esclavista, se produjo la separación de los oficios artesanales, respecto de la agricultura y la ganadería. Esto constituyó la segunda gran división social del trabajo. Con ella surgió la producción destinada al cambio, es decir la producción mercantil, que favoreció el desarrollo del capital comercial, dando lugar a la separación de la clase de los mercaderes y con ello a la tercera gran división social del trabajo.
2.- Contradicción entre trabajo manual e intelectual
Una de las formas en que se manifiesta la división del trabajo [1], es la contradicción entre el trabajo manual y el trabajo intelectual. Esta contradicción surge con el inicio del modo de producción esclavista. En un principio, la separación entre el trabajo físico e intelectual tuvo un carácter progresista, ya que al quedar una parte de las personas liberadas de las penalidades propias del trabajo físico, les permitió dedicarse al estudio de la filosofía, de las ciencias, del arte, de la literatura, etc. Así, puede decirse que las grandes obras culturales de la antigua Grecia se debieron al trabajo de los esclavos.
En las formaciones económico-sociales divididas en clases, la separación entre el trabajo físico y el intelectual llegó a adquirir un carácter de contradicción social, de clase, de tal forma que la dedicación al trabajo intelectual se convirtió en un privilegio de las clases dominantes, mientras que el trabajo físico quedaba reservado a las clases explotadas (esclavos, siervos, obreros).
Bajo el capitalismo, la contradicción entre el trabajo físico e intelectual llega a adquirir una especial agudeza, de tal forma que éste último (el trabajo de científicos, técnicos, profesores, periodistas, intelectuales, etc.) es utilizado por la clase dominante para perpetuar su dominación sobre la clase obrera y el resto de las clases y capas populares explotadas y sometidas a su dominación.
La división social del trabajo ha ido generando, a través de la historia y de los distintos modos de producción, una progresiva fragmentación de tareas y la consiguiente especialización. Sobre esto, Engels nos dice:
“La primera gran división del trabajo, la separación del campo y de la ciudad, condenó a la población rural a millares de años de embrutecimiento y a los ciudadanos a la tiranía de su oficio individual; así destruyó toda posibilidad de desarrollo intelectual en los unos y de desarrollo físico en los otros. Cuando el campesino se apropia la tierra y el ciudadano su oficio, también la tierra se apropia del campesino y el oficio del artesano. Dividido el trabajo, igualmente se divide el hombre. Todas las aptitudes físicas e intelectuales sacrifícanse al desarrollo de una sola forma de actividad, y la minoración del hombre es proporcional a la división del trabajo, que alcanza su más alto grado en la manufactura. La manufactura descompone el oficio en operaciones parciales, que distribuye al trabajador aislado como ocupación de toda su vida , y de esta suerte le encadena a perpetuidad a una función parcial y a un instrumento determinado; … El maquinismo de la gran industria degrada al trabajador, le rebaja de la condición de máquina a la de simple accesorio de una máquina…Y no sólo los trabajadores, sino también las clases que directa o indirectamente los explotan, quedan dominadas por el instrumento de su actividad, mediante la división del trabajo: el burgués estúpido a su propio capital y sed de beneficio; el jurista a sus ideas jurídicas petrificadas que le dominan fuertemente; y las llamadas clases “cultas”, a la diversidad de sus prejuicios locales y de sus pequeñeces, a su miopía física e intelectual, a la educación de especialistas que las limita, a su vida entera ligada a una especialidad, aunque tal especialidad no sea sino la haraganería” [2].
Al generar la especialización social e incluso la “mecanización” de los cerebros, la división social del trabajo ha estado en el origen de todas las alienaciones y ha llegado al extremo de separar al ser humano de sí mismo, provocando de forma brutal, profunda y rigurosa, un hecho que, por resultarnos tan familiar, nos impide llegar a comprender todas sus consecuencias: la separación entre el trabajo manual y el intelectual.
Ha sido, precisamente, esta disociación la que ha permitido que unos seres humanos se dediquen a concebir e idear los métodos que se van a emplear en la producción (tanto material como ideológica), mientras que otros se han convertido en meros ejecutores (fragmentarios y especializados) de la misma; quedando, por tanto, al margen de todas las operaciones intelectuales relacionadas con su trabajo.
La separación entre el trabajo manual y el intelectual, ha alcanzado tales proporciones en la sociedad capitalista desarrollada, que ha puesto las funciones desempeñadas por los científicos, técnicos e ideólogos, al servicio del capital, creando así todo un enorme potencial y una gran capacidad productiva independiente, al margen del trabajo manual.
Esta separación ha ido acompañada de una actitud de cierto desprecio e infravaloración de este último y también de una serie de privilegios hacia quienes desarrollan el trabajo intelectual. Históricamente, la división del trabajo ha conducido al surgimiento de las desigualdades sociales, cuya materialización ha sido la aparición de las clases, y sólo con la supresión de éstas se logrará su eliminación.
En su artículo “Técnica, técnicos y lucha de clases” (incluido en la recopilación “Crítica de la división del trabajo”), André Gorz señala:
“La enseñanza y la producción, la formación y el trabajo, han estado separados porque la teoría y los conocimientos estaban separados en la práctica, el obrero separado de los medios de producción, de la cultura y de la sociedad civil. Por esta razón, en una perspectiva comunista, la reunificación del trabajo y de la cultura, de la educación y de la producción, son una misma exigencia esencial” [3].
3.- El sistema educativo vasco
La división territorial a que está sometida la nación vasca, por los Estados español y francés, ha conducido a que nuestro sistema educativo se encuentre dividido entre tres administraciones diferentes. En Hegoalde, las de la CAPV y la CFN; y en Iparralde, la del Departamento de los Pirineos Atlánticos.
Estructura del sistema educativo en Hegoalde:
La educación Infantil, de 0 a 6 años. Es voluntaria y está dividida en dos ciclos, el primero de 0 a 3 años y el segundo de 3 a 6 años. La educación Primaria, de 6 a 12 años. Es obligatoria y gratuita. Está dividida en tres ciclos, de dos cursos cada uno. La educación Secundaria Obligatoria (ESO), de 12 a 16 años. También es obligatoria y gratuita. Está dividida en dos ciclos de dos cursos cada uno. Una vez finalizada la ESO, se obtiene el título de Graduado en Educación Secundaria, que da acceso al Bachillerato y a los Ciclos Formativos de Grado Medio.
La educación Secundaria Post-Obligatoria. Tiene dos ramas. El Bachillerato, que es voluntario y tiene una duración de dos cursos. Una vez finalizado y habiendo obtenido el título de bachiller, se puede acceder a la Universidad, tras superar las pruebas de “Selectividad”, o a los Ciclos Formativos de Grado Superior. Y la Formación Profesional Específica de Grado Medio. También es voluntaria y tiene una duración de dos cursos.
Enseñanza Post-Secundaria. Se divide en dos ramas: Formación Profesional Específica de Grado Superior, que tiene una duración de dos cursos, y la Enseñanza Universitaria.
Estructura del sistema educativo en Iparralde:
La educación Infantil, de 0 a 5 años. Es voluntaria y está dividida en dos ciclos. La educación Primaria, de 5 a 10 años. Es obligatoria y gratuita (en el sistema público). Está dividida en cinco sectores, en función de la edad del escolar. La educación Secundaria Obligatoria, de 11 a 16 años. Es obligatoria y gratuita (en el sistema público). Está dividida en dos ciclos: Periodo de Colegio, de 11 a 14 años, y periodo de Liceo, de 15 a 16 años.
La educación Secundaria No Obligatoria, tiene dos ramas: El Bachillerato. Se obtiene al final del Liceo, y se valida con los años de formación del Liceo. Es obligatorio para acceder a la Universidad, y la Formación Profesional en secundaria. Este periodo es obligatorio hasta los 16 años. Con él, se podrá validar un diploma, la CAP (Certificat d´Aptitude Professionelle) o la BEP (Brevet d´Etudes Professionnels). Después, se puede proseguir con los estudios y realizar el Bachillerato, o dejar de estudiar.
Tipos de centros escolares.
En cuanto a la titularidad de los centros de enseñanza, tenemos que en Hego Euskal Herria (tanto en la CAPV como en la CFN) hay tres tipos básicos: Los centros públicos (pertenecientes a la red de las dos administraciones autonómicas); los centros privados concertados; y las ikastolas [4].
Por lo que respecta a Iparralde, podemos hablar de cuatro tipos de centros: los centros pertenecientes a la red de Escuela pública nacional, que imparte enseñanza únicamente en francés. Los centros públicos bilingües (en francés y en euskara), sólo en educación infantil y en primaria. Están gestionados por las asociaciones de padres Ikas Bi y Biga Bai. Las ikastolas [4], gestionadas por la federación Seaska, subcontratadas por el Estado francés desde educación infantil y primaria hasta el bachillerato. Los centros privados gestionados por Euskal Haziak y subcontratados por el Estado francés, sólo en educación infantil y primaria.
Modelos lingüísticos.
En la CAPV existen tres modelos lingüísticos (A, B y D): El modelo A, con todas las asignaturas en castellano y el euskara se estudia como una asignatura más; el modelo B, se imparten unas áreas y/o asignaturas en euskara y otras en castellano (en general las matemáticas y el aprendizaje de lecto-escritura); y el modelo D, en el que se imparten todas las asignaturas en euskara y el castellano es sólo una asignatura más.
En la CFN existen cuatro modelos lingüísticos (A, B, D y G) y, además, el territorio está dividido en tres zonas (vascófona, mixta y no vascófona). Los tres primeros modelos son similares a los existentes en la CAPV, pero el modelo G no incluye la enseñanza del euskara. En la zona vascófona se imparten los modelos A, B y D, en la zona mixta se imparten los modelos A, B, D y G; y en la zona no vascófona, sólo se imparten los modelos A y G.
En Iparralde, los modelos lingüísticos son muy diferentes a Hegoalde. En la escuela pública nacional, se imparte un sistema similar al modelo A. Se imparte la enseñanza en francés y el euskara es optativo. Lo imparte un profesorado itinerante, que recorre diversos centros, y sólo se estudia tres horas por semana. En los centros públicos bilingües, gestionados por las asociaciones Ikas Bi y Biga Bai, se imparte un sistema similar al modelo B (un 50% en francés y un 50% en euskara). En los centros privados gestionados por Euskal Haziak y en las ikastolas gestionadas por Seaska, el sistema impartido es similar al del modelo D (enseñanza en euskara y el francés como idioma).
El curriculum escolar.
Con este término se hace referencia al conjunto de competencias básicas, objetivos, contenidos, criterios metodológicos y de evaluación que los estudiantes deben alcanzar en un determinado nivel educativo. Pero esta es sólo una definición formal. Por tanto, también habría que hacer referencia al curriculum real, que es la aplicación práctica del anterior, con todas las adaptaciones necesarias para adecuarlo a la realidad, y al curriculum oculto. Este último no está contemplado oficialmente en los planes de estudios, aunque es consecuencia de una serie de prácticas pedagógicas que suelen ser más efectivas para la reproducción de las conductas y actitudes que necesita la clase dominante para garantizar la reproducción de las relaciones de producción capitalistas. Sobre esta cuestión el pedagogo Henry A. Giroux, nos dice que:
”… las escuelas no sólo reflejan la división social del trabajo sino también la estructura clasista más amplia de la sociedad. El constructo teórico que ilumina la conexión estructural e ideológica entre las escuelas y el lugar de trabajo es la noción de curriculum oculto. Este término se refiere a aquellas relaciones sociales del aula que envuelven mensajes específicos que legitimizan las visiones particulares de trabajo, autoridad, reglas sociales y valores que sostienen la lógica y la racionalidad capitalistas, particularmente como se manifiestan en el lugar de trabajo” [5].
En la CAPV, con la llegada del PSOE al gobierno de Gasteiz, la cuestión del curriculum escolar vasco ha adquirido una extraordinaria importancia. Una de las primeras actuaciones del Departamento de Educación del gobierno autónomo del PSOE, contando para ello con el pleno apoyo del PP, ha sido la de modificar el curriculum que había sido redactado por el anterior gobierno de Ibarretxe.
Esta modificación del curriculum escolar ha consistido, fundamentalmente, en: reducir la importancia del euskara en la educación, dejando de considerarlo la “lengua vehicular”, para equipararlo al castellano y al inglés; vaciar de contenido nacional el término Euskal Herria (como comunidad política o proyecto de construcción nacional en desarrollo), convirtiéndolo en la referencia a un mero ámbito lingüístico-cultural; reafirmación de la división territorial y político-administrativa de Euskal Herria, resaltando su pertenencia a los Estados español y francés, en el caso de Hegoalde su división en dos comunidades autónomas; abrir la vía al adoctrinamiento político del alumnado por parte de las “asociaciones de víctimas del terrorismo”, la mayoría de ellas instrumentalizadas por el PP y difuminación de la memoria histórica de la lucha antifascista en Euskal Herria.
Maniobra que ha acarreado la inmediata oposición por parte de los sindicatos con implantación mayoritaria en el sector de la enseñanza. Según estos:
“En nuestra opinión, tras el nuevo decreto de currículum del Gobierno Vasco, se esconden el proyecto ideológico del pacto PSE-PP, el intento de difuminar el euskara y Euskal Herria, la utilización política de las víctimas y la uniformización de España” [6].
La enseñanza superior.
En Euskal Herria, existen diversas universidades. En Hegoalde tenemos dos universidades públicas, la UPV-EHU en la CAPV (con campus en los tres herrialdes) y la UPNA en la CFN. Pero también hay varias universidades privadas. Así, hay que mencionar a la Universidad de Deusto (fundada en 1886 por la Compañía de Jesús, y con campus en Bizkaia y Gipuzkoa); la Universidad de Navarra (fundada en 1952 por el Opus Dei, y con campus en Iruñea y Donostia, además de los de Madrid y Barcelona); y Mondragon Unibertsitatea, perteneciente al grupo MCC, con un único campus en Gipuzkoa. A ellas habría que añadir la UNED (universidad pública de ámbito estatal) que cuenta con Centros asociados en los cuatro herrialdes de Hego Euskal Herria.
Por su parte, en Iparralde existe la Université de Pau et des Pays de l´Adour, dividida en tres centros: UFR Pluridisciplinar de Bayonne-Anglet-Biarritz; UFR Sciences et Technique Côte Basque; y el Institut Universitaire de Technologie de Bayonne.
En general, se puede decir que el sistema educativo burgués está organizado de tal forma que el acceso a los niveles superiores sólo es posible para una minoría privilegiada, que ha sido capaz de superar los diversos mecanismos de selección impuestos por la clase dominante y que se basan en la competitividad y en el estímulo de la ambición personal y el individualismo, en vez de fomentar otras capacidades y actitudes, como la conciencia social, la solidaridad, la cooperación, el altruismo, el espíritu crítico, etc.
Todo el sistema educativo está ideado con vistas a fortalecer y consolidar el sistema capitalista: la enseñanza primaria (obligatoria en la mayoría de los países capitalistas desarrollados), está pensada para proporcionar el mínimo de conocimientos básicos que la persona va a necesitar, en el futuro, según el nivel actual de desarrollo tecnológico y las exigencias del proceso productivo. Todo ello se complementa con los elementos necesarios de la ideología burguesa que le proporcionen una idea falseada de la realidad social, de acuerdo con los intereses de la clase dominante.
En el tramo superior de la enseñanza secundaria es donde se producen los mayores índices de fracaso escolar, debido a que en él se inicia el proceso de separación del estudiantado respecto a su entorno social. Se trata del primer mecanismo selectivo. La mayoría de los fracasos escolares se producen entre los y las estudiantes de las clases populares, especialmente entre los procedentes del pueblo trabajador (clase obrera, baseritarras, etc).
Durante el periodo de relativa “estabilidad” del capitalismo, en la década de los noventa, muchos de estos jóvenes lograban acceder a un puesto de trabajo de baja calificación en la industria, la construcción o los servicios. Sin embargo, hoy día, a medida que se reaviva la crisis económica, muchos de ellos son arrojados al paro. Así, nos encontramos con cientos de jóvenes de entre 14 y 16 años, cuya vida está muerta, vacía, sin perspectivas, antes de que hayan empezado a vivirla; y muchos de ellos quedarán, incluso, enganchados al alcohol o a las drogas.
La enseñanza secundaria post-obligatoria, tiene por objeto proporcionar unos conocimientos más amplios, dirigidos a preparar especialistas más cualificados, y a posibilitar el acceso a las carreras “técnicas” o a otras profesiones “intelectuales”. En este nivel, se refuerzan los contenidos ideológicos burgueses que se imparten al estudiantado, incrementando su adoctrinamiento para que acepten como “normal” la división de la sociedad en clases, y haciéndolo extensivo a las actitudes éticas y comportamientos (relaciones personales, papel en la vida, sentimientos, etc.).
NOTAS:
1.- La otra, es la contradicción entre el campo y la ciudad y tuvo su origen en la primera gran división social del trabajo, que consistió en la separación de las tribus dedicadas a la ganadería respecto de aquellas que se dedicaban a la agricultura. Esta primera división del trabajo permitió un gran desarrollo de la productividad y creó las condiciones favorables para la acumulación de excedentes y, por tanto, para la aparición de la propiedad privada y de la división de la sociedad en clases.
2.- F. Engels. “Anti-Dühring”. Editorial Ciencia Nueva. Madrid, 1968. Págs. 315 y 316.
3.- André Gorz. “Crítica de la división del trabajo” (Recopilación). Editorial LAIA. Barcelona, 1977. Pág. 310.
4.- El movimiento de ikastolas surgió hace casi 100 años, como producto de una iniciativa popular, de madres y padres de alumnos, en el terreno de la enseñanza. Tuvo su antecedente en la Bilboko Ikastetxea, de R. Mª de Azkue (1896). En 1914, surge la primera ikastola en Gipuzkoa (Donostiako Ikastetxea, de M. Muñoa) con un carácter más bien experimental. En 1918, el Congreso de Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos realiza una crítica general del sistema educativo en el Estado español y su aplicación en el País Vasco. Entre 1920 y 1930, se desarrollan en Bizkaia las primeras experiencias (escuelas vecinales) de enseñanza biligüe orientadas a lograr una escuela pública vasca. 1932 se organiza la primera asociación de ikastolas, Euzko Ikastola Batza, bajo la influencia del nacionalismo vasco.
Con el triunfo del levantamiento fascista, las ikastolas pasaron a la clandestinidad. Es de destacar la labor abnegada de la andereño Elbira Zipitria (1906-1982) que desde 1943 impartió clases en su casa de Donostia. En 1959, a pesar de todas las dificultades, de la represión franquista, de las prohibiciones, etc. se crea la primera asociación de ikastolas, con el nombre de Batzorde Nagusia. Entre 1969 y 1979, se produce una especie de “renacimiento” cultural vasco y se crean numerosas ikastolas que, poco apoco se irían consolidando, en base al esfuerzo de padres y madres, así como del profesorado euskaldun. Así se crean las Federaciones de Ikastolas de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa, Iparralde y Nafarroa. En 1987 se crea la Confederación de Ikastolas de Euskal Herria y en 1990 se celebra la I Asamblea General de Ikastolas. Desde entonces han tenido lugar otras cuatro Asambleas Generales, en 1992, 1996, 2001 y 2006. En 2003-2008, se desarrolla el primer plan estratégico común del movimiento de ikastolas (Plan Integral de las Ikastolas).
En junio de 2009, más de cien ikastolas de todos los herrialdes se unen en una misma entidad, (Euskal Herriko Ikastolak) bajo la fórmula jurídica de “cooperativa europea de enseñanza”, con carácter nacional y transfronterizo, haciendo con ello una valiosísima aportación a la construcción nacional de Euskal Herria.
5.- Henry A. Giroux. “Teorías de la reproducción y la resistencia en la nueva sociología de la educación: un análisis crítico”. Publicado en Cuadernos políticos. Editorial Era. México, 1985. Págs. 36-65.
6.- ELA, LAB, STEE/EILAS. “Hezkuntzaren erabilera partidistarik ez!”. 27 de Abril de 2010.