El 1 de Octubre de 1949, en la Plaza de Tiananmén
de Pekin, el dirigente comunista Mao Tse-Tung proclamaba la República Popular
China. Era esta una revolución que llegaría a tener una enorme trascendencia
para toda la Humanidad.
Pero para
hacernos una mejor idea de lo que llegó a suponer la Revolución china, debemos
considerar las condiciones sociales, económicas, políticas y militares que
aquella tuvo que afrontar. Antes de nada, es preciso decir que, desde un
principio, se trató de una revolución “atípica”, original.
Por una parte,
hay que tener en cuenta que antes de la revolución, la industria era sumamente
débil; y en 1949, todavía seguía siendo muy escasa y funcionando a muy bajo
rendimiento. Y, por si fuera poco, ese mismo año la producción industrial se
redujo en un 53%.
En aquella época,
la artesanía, rural o urbana, proporcionaba más del 70% de los bienes de uso y
consumo habituales. La actividad agrícola empleaba al 80% de la población. La
economía china era eminentemente rural, basada en el pequeño campesinado.
Prácticamente no se empleaba maquinaria agrícola y los aperos de labranza eran
excesivamente anticuados. el proletariado, como clase social, era muy débil.
Aunque en el periodo
de 1915 a
1920, coincidiendo aproximadamente con la duración de la primera guerra
mundial, se había producido un cierto desarrollo del capitalismo chino, este
tuvo lugar fundamentalmente en la industria ligera y se concentró sólo en
algunas ciudades como Shangai, Tientsin, Wuhan, etc. Hay que destacar que en
1949, el número de trabajadores-as ascendía a unos 8 millones, que
representaban tan sólo el 1.5% del total de la población y aproximadamente el
2.4% de la población activa.
En estas
condiciones, se desarrolló la Revolución china. Una revolución que podríamos
dividir, con cierto grado de aproximación, en cuatro periodos: 1) el de la
Primera Guerra Civil Revolucionaria (entre marzo de 1926 y octubre de 1928); 2)
el de la Segunda Guerra Civil Revolucionaria (entre octubre de 1928 y julio de
1937); 3) el de la Guerra de Resistencia Contra Japón (entre julio 1937 y
agosto de 1945), subdividido, a su vez en varios periodos. Durante el cual, se
estableció el Frente Unido Nacional Anti japonés, en el que se unieron (aunque
de forma inestable y transitoria) el PC Chino y el Kuomingtan. Por último, el
periodo 4) el de la Tercera Guerra Civil Revolucionaria (entre agosto de 1945 y
octubre de 1949).
Además de su
originalidad, al ser una revolución en la que el campesinado constituyó la
fuerza motriz principal, aunque fuera el incipiente proletariado quien ejerció
el papel dirigente, por medio del partido comunista; la Revolución china pronto
siguió un desarrollo que, con el paso del tiempo, se enfrentaría al “modelo”
soviético.
Un enfrentamiento
que se produjo: a) en el plano ideológico y político, dando lugar a la división
en el seno del Movimiento Comunista Internacional entre una mayoría de partidos
que apoyaban al revisionista PCUS frente a la minoría que, a pesar de sus
contradicciones e inconsecuencias, todavía defendía unas posiciones
revolucionarias marxistas-leninistas; b) en el socio-económico, donde los
dirigentes revisionistas priorizaban la dirección burocrática del proceso
productivo y la autonomía financiera de
las empresas, en base a la división capitalista del trabajo [1]; y c) en el
militar, dando lugar a choques armados fronterizos entre tropas de la URSS y la
República Popular China [2].
Por último,
también debemos tener en cuenta la rica experiencia llevada a cabo durante la
Revolución Cultural Proletaria (1966-1976), con su amplia lucha de líneas, que
tuvo por objeto que la clase obrera y las masas populares volviesen a tomar en
sus manos la dirección del proceso revolucionario que estaban a punto de
perder. Una dirección que ya no pudieron recuperar y que tras la muerte de Mao
(1976) dio paso a la progresiva restauración del capitalismo en la RPCh.
Hay que tener en
cuenta que la restauración del capitalismo en China, ha supuesto el cierre definitivo
del ciclo revolucionario que se inició en octubre de 1917 en Rusia y que por
ello, el estudio de estas dos experiencias resulta esencial para la
recuperación (revitalización) del comunismo en Euskal Herria y a nivel mundial.
Comité de Redacción de SUGARRA
(Octubre
de 2019).
NOTAS
1.- Después de haber llevado a cabo el Primer Plan
Quinquenal (1953-1957), elaborado con asesoramiento de especialistas
soviéticos, el gobierno chino impulsó un ambicioso plan de desarrollo, el “Gran
Salto Adelante” (1958-1960). En él se pretendía obtener unas elevadas tasas de
desarrollo económico. Con ayuda de técnicos soviéticos, de los 921 proyectos
industriales emprendidos, en 1957 se habían finalizado ya 428, que ya se
encontraban en producción. Otros 109 se encontraban parcialmente construidos y
desarrollaban también parcialmente su producción. En 1958 se desarrollaron
otros 500 nuevos proyectos y muchos de ellos llegaron a ponerse en marcha.
Sin embargo, el Gran Salto se vio interrumpido por una
serie de razones: una serie de calamidades naturales redujeron las cosechas y
con ello el abastecimiento de las zonas urbanas. Y, como consecuencia de ello,
tuvo lugar un descenso de la productividad en la industria ligera. Al mismo
tiempo, otros factores también contribuyeron al empeoramiento de la situación
social y económica. Por ejemplo, el creciente número de máquinas que quedaban
fuera de uso, debido al fuerte ritmo de utilización; y también se produjeron
estrangulamientos en el abastecimiento de materias primas y de repuestos
industriales. Finalmente, lo más decisivo fue la retirada de los técnicos
soviéticos (agosto 1960), como consecuencia de las divergencias ideológicas que
surgieron entre los dos partidos en 1957. Debido a todo ello, el gobierno chino
se vio obligado a promover un “Plan de
reajuste” (1961-1966). Ver: Jan Deleyne. “La Economía china”. Biblioteca
Universal Planeta. Barcelona, 1972. Págs. 28 a 35. También, Jean Baby. “Los orígenes de
la controversia chino-soviética”. Emiliano Escolar Editor. Madrid, 197776.
Págs. 50 a
52.