jueves, 9 de noviembre de 2017

ALGUNAS ENSEÑANZAS DEL OTOÑO CATALÁN



En primer lugar, queremos hacer un reconocimiento de la heroica lucha del pueblo de Catalunya por sus derechos democráticos y nacionales, por la independencia y contra la represión desatada contra él por el Estado reaccionario burgués español.

Una lucha que nos ha mostrado numerosas escenas de abnegación, de organización y de ingenio, a la hora de afrontar los mil y un riesgos y dificultades que han tenido que ir superando, día a día, para seguir avanzando en el proceso hacia su liberación nacional, que aún está lejos de haber logrado sus ansiados objetivos.

El movimiento nacional catalán ha dado suficientes pruebas de su carácter profundamente democrático, al mismo tiempo que ha servido y está sirviendo para poner en evidencia y desenmascarar las posturas chauvinistas gran-españolas de las distintas variantes del reformismo socialdemócrata, desde el PSOE al “radical” Podemos, pasando por IU.

Pero no solamente esto sino que también ha contribuido a desenmascarar las posiciones chauvinistas vergonzantes de una llamada “izquierda revolucionaria” que alejándose por completo de las posturas leninistas de defensa del derecho de autodeterminación de las naciones oprimidas, no ha dudado en identificar al movimiento nacional catalán con el nacionalismo burgués mientras llamaba al “voto en blanco”, a la “abstención” o incluso al “boicot” del referéndum del 1-O, haciendo así claramente el juego a las fuerzas represivas del Estado burgués español, que por todos los medios trataron de impedir que llegase a realizarse.

Aquí convendría introducir una pequeña reflexión sobre la postura leninista de cara a la independencia unilateral de Noruega respecto a Suecia, que no dudó en apoyar y poner como ejemplo, aunque el resultado de la misma no fue la creación de ningún Estado socialista sino de una monarquía constitucional.  

En segundo lugar, hay que decir que este proceso, aunque ha contado con una amplísima participación del pueblo trabajador, ha estado dirigido por partidos burgueses como el PDCat o pequeñoburgueses como ERC, o un  sector de izquierda reformista radical, como las CUP; poniendo claramente en evidencia la falta de un partido comunista catalán revolucionario. Una dirección burguesa o pequeño burguesa que ha dado lugar a no pocas vacilaciones, titubeos e inconsecuencias que, por otra parte, en nada desmerecen la grandeza del amplísimo movimiento popular y de sus efectos sobre la crisis política del Estado burgués español, contribuyendo en buena medida a agudizarla y profundizarla.

En tercer lugar, hay que destacar que el proceso catalán ha puesto en evidencia que el Estado español es irreformable, por mucho que se empeñen en hacérnoslo creer así los partidos del régimen del 78, a los que se ha venido a sumar Podemos con su constante lloriqueo en favor de un “referéndum pactado” que bien sabe que no se va a conseguir nunca, aunque creen que con ello disimulan su complicidad con la clase dominante española.

Por último, la represión desatada por el Estado español contra el legítimo gobierno de la Generalitat, a raíz de la declaración unilateral de independencia y la connivencia que han mostrado con ella el conjunto de los Estados miembros de la UE, no hace sino desenmascarar por completo su farisaica postura sobre el reconocimiento de los derechos de los pueblos, poniendo en evidencia el distinto rasero con que se contempla la situación catalana, en comparación con el apoyo unas veces abierto y otras encubierto, a la desmembración de la antigua Yugoslavia y más en concreto a la independencia de Kosovo el 17 de febrero de 2008.